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El pasado domingo, Rosa María Calaf hablaba en la Feria del Libro de su "pelea" para combatir el machismo presente en los medios de comunicación. Calaf, que ha dado dignidad a una profesión tantas veces denostada y ha viajado por medio mundo para contarnos lo que pasaba, recuerda que el primer reportaje que le encargaron fue sobre moda. Algo le chirrió en una época, los 70, en la que todo era más difícil que ahora -o no-. Pero ella no se calló y, como nos suele pasar en muchas ocasiones, trabajó duro en silencio para ganarse un sitio que a muchos hombres nunca se les discutió y se les dio por adelantado.
Desde este lunes, el Rectorado de la Universidad de Córdoba acoge el congreso Mujeres y Comunicación para tratar de dar visibilidad a un asunto que afortunadamente ha tomado la agenda política y que puede ser un motor importante para el avance en la igualdad. Otras grandes como Àngels Barceló o Montserrat Domínguez se dan cita estos días para establecer propuestas que contribuyan a mejorar la posición de las mujeres en los medios porque, sin duda, esa mejora repercutirá en todas.
Pasado ya más de un mes del histórico 8 de marzo, en el que el movimiento #lasperiodistasparamos puso su granito de arena para la movilización, es más necesario ahora que toda esa ola de indignación, ilusión y ganas de cambiar las cosas no se pierda y continuemos dándole forma. Desde el mundo de la comunicación, pero también desde todos los colectivos y mujeres a título particular que se echaron a la calle ese día, debemos mantener ese impulso que conseguimos y canalizarlo en nuestro día a día para seguir dando pasos.
Está bien que haya foros de debates, pero las acciones feministas no deberían caer en esa estrategia tan de la política de analizar hasta la saciedad el contexto. Ya sabemos en qué punto estamos, ahora necesitamos mecanismos para cambiar las cosas. Cada una desde su ámbito. Porque este movimiento tan bonito que surgió en marzo ya está sirviendo para dejar de tener tanto miedo a decir las cosas, para negarnos a trabajar más y cobrar menos, para exigir el mismo sitio que los demás, para ganarnos el derecho a tomar nuestras propias decisiones sin temor al qué dirán. Para ser mujeres libres, sin más. Pronto llegará.
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