Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Ganar la guerra

Los conflictos permiten eliminar cualquier techo de producción con la bendición de los contribuyentes

Dice Trump que EEUU tiene que volver a ganar guerras otra vez, pero lo más curioso no es tanto el modo en que el presidente se muestra dispuesto a sacrificar lo que queda del Estado del bienestar en su país a costa de la mayor gloria de sus fuerzas armadas sino la respuesta de sus socios europeos cuando les pide el mismo esfuerzo: bueno, haremos lo que podamos, hombre, igual el 2% del PIB es mucho, a lo mejor este año llegamos al 1,5% y el que viene ya veremos. En realidad, tan tibia réplica no sólo de los líderes nacionales, sino de las propias sociedades occidentales (que parecen no distinguir aquí un problema, seguramente porque de haberlo afectaría únicamente a los soldados enviados al frente), obedece al modo en que la economía y la cultura globalizadas tienen en la defensa su eje principal. En España resultó de lo más natural tener como ministro del ramo a un comerciante de armas, como lo resulta ahora encontrar en el mismo sillón a la secretaria general del partido del Gobierno. Incrementar el gasto en Defensa significa alimentar un sector productivo estratégico y fundamental, en el que nuestro país lleva décadas consolidado como potencia mundial; invertir en el ejército, así, implica la compra de armas y el mayor beneficio de las empresas de mayor expansión internacional. Total: buena idea, Mr. Trump.

Más aún, el presidente cimentó su trayectoria política en un show televisivo y es ahí donde, con toda la razón, quiere permanecer. Otra guerra significará la prolongación del espectáculo, la concentración de la atención en fenómenos terribles que llegan a las casas narrados y retransmitidos con una fidelidad asombrosa. La consignación de las guerras en formato multipantalla confirma en el usuario la impresión de que la amenaza está siempre en otra parte, pero la cuestión no es Trump sino la manera en que la lógica capitalista ha encontrado en los conflictos bélicos la llave maestra para eliminar cualquier techo de la producción mientras los contribuyentes dan por buena la medida sin que perciban por ello un solo beneficio real (la ilusión de que cada nueva guerra se declara en pro de su seguridad es en cada emisión más rotunda). Ganar la guerra es lo de menos: Obama dio por conquistada Mosul antes de Navidad, y ahí siguen. Por no hablar de la retransmisión en directo de la caza de Osama ben Laden, con Hillary Clinton coordinando desde su mesa tanto la operación militar como las cámaras. Lo importante es que el espectáculo continúe.

El pacifismo más honesto consiste hoy en la desconexión. Por más que cada retención tributaria se traduzca en un nuevo disparo.

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