Rituales del medievo hacia Piedrasantas

La antigua capital de las Siete Villas de Los Pedroches festeja los tradicionales Piostros, la mayor concentración equina de Córdoba, con casi 400 jinetes con sus mejores galas

La comitiva parte del municipio con llamativas cabalgaduras.
La comitiva parte del municipio con llamativas cabalgaduras.
Á. R.

08 de septiembre 2014 - 05:01

Caballos, jamelgos, potros, yeguas, mulos y jacas de pelaje variado y llamativa vestimenta se unen en Pedroche para honorar a la Virgen de Piedrasantas, patrona de la capital histórica de las Siete Villas de Los Pedroches en una llamativa estampa que evoca el Medievo. La fiesta de los Piostros, que supone la mayor concentración equina anual de la provincia de Córdoba, reunió ayer a casi 400 animales camino de la ermita, montados por otros tantos jinetes con sus mejores galas.

Algunos de los ritos que durante el recorrido se reproducen, como la carrera subiendo la llamada cuesta del Molar, tiene claras reminiscencias de antiguas carreras de caballos medievales y renacentistas. Incluso algunos aspectos que se mantienen en el desarrollo de la fiesta evocan unas relaciones sociales ya desaparecidas, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media y que estuvieron vigentes durante toda la Edad Moderna, el período de vigencia de la comunidad de las Siete Villas de Los Pedroches.

El más destacado es la costumbre de organizar los desplazamientos en grupos de tres personas con sus correspondientes caballerías: hombre, mujer y sirviente trasladan a los antiguos grupos formados por caballero, dama y escudero. Y el propio ceremonial de la fiesta, que otorga a los mayordomos un papel preferente, resulta igualmente evocador de las relaciones políticas y sociales documentadas en los concejos rurales medievales.

Y luego, claro está, se encuentra la llamativa forma de vestir al animal. La mula sobre la que cabalga el hombre va adornada con albardón, cubierta y la típica manta de piostros, tejida en el mismo municipio y que le da nombre a la fiesta, además del cabezón. La mula en la que va montada la mujer llevaba albardón, cubierta y jarma y sobre esta última se colocan las jamugas, una silla de tijeras, con patas curvas y correones para la espalda y los brazos. Un colchoncillo suele hacer más llevadero el viaje de las damas.

Los piostros se reúnen en la zona de El Ejido y luego se dirigen a la casa del mayordomo; con las autoridades, el cortejo parte ya al santuario de la Virgen. Los caballistas llegan desde toda la comarca, desde Pozoblanco, Villanueva de Córdoba, Añora, El Viso, Dos Torres o Alcaracejos. Al final del recorrido aparece el arroyo de Santa María con sus frescas aguas: no hay romero que no se emocione cuando pasa por este entorno, un lugar que desde hace siglos es escenario del ritual. Es entonces el momento de una fiesta que continuará durante toda la jornada de hoy.

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