El lucentino que sobrevivió por un segundo al seísmo de L’Aquila

SUBBÉTICA

Víctor Pérez Raya, que vive desde hace año y medio en Italia, lleva dos días en pijama después de perderlo todo en el terremoto que sacudió el país el lunes

El lucentino que sobrevivió por un segundo al seísmo de L’Aquila
El lucentino que sobrevivió por un segundo al seísmo de L’Aquila
A. Alba

08 de abril 2009 - 05:00

Lleva dos días en pijama y con unas chanclas prestadas, duerme en un coche a 200 kilómetros de los escombros de su casa. Se llama Víctor Pérez Raya, nació en Lucena, es actor y vivía tranquilamente en L’Aquila hasta la madrugada del lunes. Dormía junto a su mujer, Chiara, cuando un fuerte estruendo le despertó. La casa de los vecinos se vino abajo y sin pensárselo salió corriendo. Justo cuando acababa de cruzar el marco de su puerta se le calló encima la chimenea de su vivienda. Está ileso.

“Nunca he escuchado a mi hermano tan aterrorizado”, confesaba Juan Carlos Pérez Raya, desde su casa de Lucena. “Nos llamó de madrugada desde el móvil de su mujer, porque el suyo está bajo los escombros, para decirnos que estaba bien, que pusiéramos la tele porque nos íbamos a enterar de la tragedia” que acababa de sacudir a Italia. Un fuerte terremoto de 5,8 grados en la escala de Richter que de momento arroja un terrible balance de 228 muertos y de unos 1.000 heridos. De hecho, como Víctor Pérez ha perdido su teléfono, muchos amigos y conocidos lo han dado por desaparecido, hasta que han logrado ponerse en contacto con su familia lucentina.

“Lo ha perdido todo”, asegura su hermano. Víctor es actor y trabajaba en una productora desde su casa de L’Aquila, a donde llegó hace años para casarse en mayo del año pasado con una italiana. Ahora, está durmiendo en su coche, porque las fuertes réplicas que siguen sacudiendo el centro de Italia –anoche aconteció una tercera que volvió a provocar víctimas mortales– le asustan. A pesar de que había sido realojado en un hotel, ha decido dormir en su coche, aparcado lejos de los edificios y del peligro.

La cuñada de Víctor, con la que ha hablado en dos ocasiones en estos días, relata que los instantes posteriores al terremoto fueron terribles. Según su testimonio, Víctor y su mujer salieron a la calle a oscuras, descalzos, pisando escombros y sin saber a dónde ir. “Nos decía que escuchaba los gritos de la gente que pedía auxilio”, añadió la mujer. Cuando se hizo de día y llegó la luz se dieron cuenta de la tragedia. Más de 15.000 edificios derruidos y todo el centro de L’Aquila –donde vivía Víctor con Chiara– totalmente arrasado por el seísmo, ya que fue allí precisamente donde se registró el epicentro.

Pero el drama de este joven continúa. Ahora mismo no tiene ni ropa. Al parecer, la Embajada de España le ha ofrecido la posibilidad de retornarlo a la Península, pero no sabe qué hacer porque toda su vida estaba ya hecha en Italia. Además, está endeudado por una casa que ahora se ha convertido en ruinas.

Ayer, su familia no se despegaba del televisor a la espera de noticias y se comunicaba con Víctor “como los telegramas”. La pareja sólo dispone de un teléfono móvil, pero carecen de cargador, por lo que temen quedarse sin batería. Ahora, es casi lo único que tienen, un pequeño contacto con el mundo y también una ventanita abierta con Lucena, con sus amigos.

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