¿En manos de quien tenemos los bosques?
La Voz Invitada
El autor explica cómo FSC ofrece una certificación forestal que puede ser individual o colectiva
Según el último Anuario de Estadística Forestal de 2019, Andalucía es la segunda Comunidad Autónoma con mayor superficie forestal arbolada de España con casi 3 millones de hectáreas, de una superficie forestal total de 4,6 millones de hectáreas, de las que un 29,5% está ordenada o sujeta a instrumentos técnicos de ordenación. Estas cifras nos dan una idea del potencial que pueden brindar todavía los ecosistemas forestales andaluces, para el desarrollo de muchas zonas rurales.
Los sistemas forestales andaluces son típicamente mediterráneos, poseen una alta biodiversidad y garantizan la conservación de ecosistemas de alto valor, además cumplen un papel importantísimo en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por los numerosos productos y servicios que proporcionan.
La superficie forestal andaluza se distribuye entre matorrales (48,9%), pastizales (27,8%), formaciones boscosas (15,6%), espacios sin cobertura vegetal (5,7%) y mosaicos de cultivos y vegetación natural (2,0%). En las superficies boscosas tienen mayor presencia las coníferas, 44,0%, quercíneas, 37,8%, y menos los eucaliptos, 4,4%, y otras frondosas, 3,8%; las formaciones mixtas ocupan el resto, 10,0%. Los espacios sin cobertura vegetal incluyen suelos desnudos y desestructurados, 52,5%, playas, dunas, acantilados y arenales, 29,8%, y cortafuegos, 17,7% (*).
Se trata de superficies de aprovechamientos polivalentes, con pequeños rendimientos maderables, y mayormente orientadas a la producción de corcho, y otros productos no maderables como frutos, pastos, otros productos agroalimentarios como quesos, carne, miel, caza, plantas aromáticas, además de prestar importantes servicios ecosistémicos para toda la ciudadanía, como son el agua, el suelo, las reservas de carbono, la biodiversidad y los servicios turísticos y recreativos.
Los propietarios hoy demandan más que nunca, que estas producciones, tengan una mayor visibilidad en los mercados nacionales e internacionales. La comercialización de estas producciones, en canales de distribución minorista, logra un mayor acceso a estos productos por parte de los consumidores, y unos mayores beneficios. En este sentido, la rentabilidad que obtengan de sus inversiones son clave si se quiere garantizar su conservación y que no se degraden hasta desaparecer como las conocemos hoy.
La certificación forestal FSC es una herramienta de acreditación y voluntaria, que adicionalmente a los requisitos legales que establece la Administración, permite demostrar el cumplimiento de requisitos más estrictos a nivel social y medio ambiental, según la demanda de unos mercados cada vez más exigentes, reflejo de las preocupaciones de una mayor parte de nuestra sociedad.
También puede entenderse como un instrumento que aporta valor económico al proporcionar acceso a determinados canales como la distribución minorista, o los mercados de exportación. En ocasiones, los productos certificados, logran precios de venta más altos, algo que rentabiliza la inversión realizada a través de los costes de la certificación, así como en la gestión forestal.
Gestión forestal de FSC
En España hay 447.000 hectáreas certificadas por los estándares de gestión forestal de FSC, de las cuáles, un 27% están ubicadas en Andalucía. Estas superficies son eminentemente corcheras, producción que es puntera en Andalucía (representando un 55,6% de la producción española).
Sin embargo, hasta la fecha, son muchos los productos que aún no vemos llegar a los mercados llevando nuestro logo en sus etiquetas. Para ello, FSC España ha aprobado en 2020, unos nuevos estándares de gestión forestal que han visto aumentar el alcance de la certificación a otros productos no maderables distintos del corcho como la resina, la caza, ganadería extensiva, plantas aromáticas, miel y frutos.
Podemos ayudar a los propietarios forestales a generar nuevas oportunidades de mercado, revalorizando sus productos para que puedan ser comercializados etiquetados con el sello de FSC, con una garantía de sostenibilidad. Además, si se quieren reducir los costes de la certificación, se puede optar por un certificado grupal, algo que permite racionalizar los planes de gestión y reducir sus costes a nivel individual, con la consiguiente mejora de la competitividad en el mercado.
Los titulares de Certificados FSC de Gestión Forestal grupales en Andalucía son: La Junta de Andalucía con 60.430 hectáreas, Estudio 94, S.L con 26.153, APOM - Asociación de Propietarios Onubenses de Montes con 13.907 hectáreas, Asociación de Dehesas Ecológicas de la Provincia de Huelva Adeheco con 10.835 hectáreas y Montres Gestión Forestal con 9.882 hectáreas.
En el año 2020, se introdujeron mejoras en la norma para la certificación grupal, entre ellas, se da la posibilidad optativa de incorporar contratistas forestales en el certificado de grupo para implementar servicios forestales en las superficies de su grupo, garantizando una protección adicional y una reducción del riesgo asociado a las actividades de gestión.
Por otro lado, se han incluido en el alcance de la certificación los servicios de los ecosistemas, permitiendo a los propietarios forestales demostrar, mediante datos verificables y contrastables, que su gestión forestal tiene un impacto positivo en la conservación de la biodiversidad, el suelo, la gestión del agua, el almacenamiento de carbono y los servicios turísticos y recreativos.
La certificación de servicios del ecosistema permite facilitar a los propietarios el pago por servicios del ecosistema, creando un nuevo mercado de conservación donde las empresas pueden invertir y apoyarles con contratos directos con dichos propietarios a modo de patrocinios, lo cual además beneficia a las empresas pues pueden integrar estos apoyos a la conservación de los bosques y sus ecosistemas, dentro de sus estrategias de responsabilidad social corporativa.
Beneficios de los bosques
Desde un punto de vista medioambiental y social, los bosques, sí, nos prestan a todos y cada uno de nosotros un conjunto de beneficios, necesarios para la vida humana, pues nadie cuestiona el innegable papel que éstos desempeñan en la regulación del clima, son necesarios para garantizar la calidad del aire, en la obtención de agua dulce, son escudos en la lucha contra los efectos de gases de efecto invernadero, son reductos de biodiversidad vegetal y animal que es necesario conservar.
Para lograr conservar estas importantes superficies, es preciso considerar que los propietarios y las comunidades locales, desempeñan un papel importante. Pongamos las herramientas para ganar un valor triple para la sociedad: ambiental, social y económico.
(*) Fuente IMA 2020. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible.
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