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Mikel Lejarza
Toulouse
Soraya Sáenz de Santamaría no asistió ayer, tal como estaba previsto, al congreso del relevo de Javier Arenas. Pasó casi toda la noche del viernes al sábado redactando los decretos leyes que desarrollan las nuevas medidas económicas que ayer se publicaron en el BOE. La vicepresidenta del Gobierno, que es una de las aliadas de Arenas en Madrid, optó por descansar después de una noche de reales decretos, tan reales como la supresión de la paga extraordinaria de Navidad y la subida del IVA al 21%. Pero tampoco vino, tal como estaba previsto, el ministro que se opuso con uñas y dientes a tal subida: Cristóbal Montoro, diputado por Sevilla y ministro de Hacienda. Otro aliado de Arenas. Fuentes populares también explicaron que Montoro se había tenido que quedar en Madrid para atender a "asuntos del Gobierno". Y es que el PP andaluz ha celebrado su 13º congreso en uno de los peores momentos para el Ejecutivo de Rajoy.
El cónclave de Granada es el congreso de Juan Ignacio Zoido y, en cierto modo, el de la amarga despedida de Javier Arenas. Más allá de los elogios que el hasta ahora líder del PP ha venido recibiendo a largo de este fin de semana, en los pasillos también se ha visto la tristeza de los arenistas, cuando no cierto enfado por haber recibido las despedidas y agradecimiento por sms antes de que se conociese la composición de la nueva dirección de Zoido. Todas las transiciones son complicadas, y ésta del PP, aunque sus dirigentes intenten disimularlo, también guarda sus problemas.
El viernes por la noche, la del primer día de este cónclave, los populares invitaron a un cóctel en la azotea del Palacio de Congresos granadino. Un atardecer con la Alhambra al fondo para conversar con tranquilidad, y escenificar en un ambiente muy distendido el tránsito de liderazgos. Pero Arenas también faltó. El saliente prefirió cenar con su familia, que le ha venido acompañando durante estos días, aunque ello no era incompatible con departir unos minutos con los periodistas que cubrían el congreso y los dirigentes populares que subieron a la azotea. Quizás, él no esté para celebraciones. Arenas, que ha pasado por ser uno de los políticos más correosos que ha habido en Andalucía, necesitará algunos meses de descomprensión para volver a ser el mismo. El otrora vivaracho líder del PP ha pasado por Granada como una suerte de sombra.
No fue Arenas al cóctel, pero tampoco Antonio Sanz, su secretario general, el hombre que ayer también fue sustituido por otro número dos: José Luis Sanz, el alcalde de Tomares. Sanz se ha ganado durante estos años algunas antipatías con las que suelen cargar los secretarios generales en el PP, o los de Organización en el PSOE: son los que dan las malas noticias, los que quitan a las personas de las listas y los que llevan los mensajes de un líder al que protegen. Desde hoy, Sanz se dedicará en exclusiva a ayudar a Javier Arenas en su vicesecretaría de la calle Génova, además de la segunda portavocía en el senado. El PP guarda las formas: los arenistas han perdido, pero no los dejan machacados, lo que no evita unas ausencias que no pasaron desapercibidas para nadie.
Es un hecho: Zoido, amigo personal y compañero de estudios de Derecho de Javier Arenas, no quiere ningún tipo de tutelas, y ello ha significado el desplazamiento del alcalde de Sevilla y presidente del PP andaluz hacia la antagonista de su antecesor, hacia María Dolores de Cospedal. Con ella terminó de cerrar Zoido su sucesión el miércoles 13 de junio, dos días después de que Arenas anunciase su marcha, en la sala de autoridades de la estación del AVE en Atocha.
Todas las sucesiones son, así; los recién llegados vienen con sus nuevos equipos; los otros salen y, en su caso, Zoido se ha guardado mucho para que nadie interpretase su ascensión como un dedazo de Arenas.
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