Susana Díaz triunfa en la batalla del apadrinamiento

Varios consejeros y seis de los ocho líderes provinciales respaldan a la candidata. Esboza una leve autocrítica y garantiza la unidad del PSOE andaluz gane quien gane.

Susana Díaz afirma que tiene "capacidad" y señala que si es candidata a la Junta estará abierta a debates
Fede Durán (Enviado Especial)

04 de julio 2013 - 21:02

El primer gran golpe siempre marca el devenir del combate. Susana Díaz, consejera de Presidencia y favorita clara a relevar a José Antonio Griñán a los mandos de la Junta, lo sabía perfectamente. El acto en que proclamaba su condición de delfín oficioso se celebró por ello en Antequera, y ésa era la dosis de simbolismo geopolítico. La comitiva que la arropó estuvo integrada por cuatro consejeros, el portavoz del Gobierno, seis de los ocho líderes provinciales del PSOE-A y los tres diputados autonómicos presentes en el Parlamento desde la primera legislatura. Ésa era la exhibición de músculo. El primer gran golpe. Allí estaban Mar Moreno (Educación), Luciano Alonso (Cultura), Antonio Ávila (Economía y Empleo) y Emilio de Llera (Justicia). Sonreía Miguel Ángel Vázquez (portavoz); se abrazaban los veteranos (José Ceballos, Paulino Plata y Manuel Gracia); dejaban claras sus preferencias los virreyes de Málaga (Miguel Ángel Heredia); Córdoba (Juan Pablo Durán); Cádiz (Irene García); Granada (Teresa Jiménez); Almería (José Luis Sánchez Teruel); y, claro, Sevilla (Juan Espadas, Fernando Rodríguez Villalobos).

Prologada con tintes mesiánicos por tres militantes de base, Díaz habló de su juventud y fortaleza, del mal momento del socialismo y de la necesidad de recauchutar la política. Pero su principal mensaje, el de consumo interno, fue el de la unidad del socialismo. "Tenemos una oportunidad después de haber sufrido mucho. Juntos, desde la pluralidad, todos enriquecemos el proyecto. Pondremos el talento al servicio del partido", afirmó. La conclusión es obvia: gane quien gane las primarias, el pulso cesará cuando acaben y el sector crítico, arremolinado en torno al consejero de Agricultura y rival de Díaz, Luis Planas, tendrá también cabida en la nueva estructura.

Susana Díaz no es ni de lejos una gran oradora. Ello no le impide conectar con el auditorio, unas mil personas ayer, y lanzar mensajes breves muy en la línea de la filosofía Twitter. Ahí van algunos de los más destacados. "Es difícil defender a los partidos porque la política está degradada, pero la mayoría de la gente que se dedica a esto es honesta, solidaria y cabal". "Estoy convencida de que si hubiésemos invertido más en los valores humanos la gestión de la crisis habría sido distinta". "Creo en Europa, pero en una Europa humanizada". "Las becas son para garantizar la igualdad de oportunidades, se venga de donde se venga". "Soy una mujer fuerte para unos momentos muy duros. Una mujer joven, orgullosa de mi pasado. Quiero que quienes vienen detrás tengan las mismas oportunidades que yo he disfrutado".

En su intervención hubo palabras cálidas para Rafael Escuredo, ex presidente de la Junta y primer avalista de la candidata, y una mención breve pero deferente hacia Griñán, "un gran hombre que ha tenido la generosidad de abrir el partido para que sus compañeros decidan". Ninguno de los cuatro primeros socialistas de la Ejecutiva regional acompañó a Díaz para respetar las formas de la neutralidad en un proceso cuyo desenlace parece cantado. Los tres nombres en liza (José Antonio Rodríguez, alcalde de Jun, es el tercer hombre) deben reunir 6.860 avales para el 17 de julio. Díaz los tendrá. Si nadie es capaz de seguirle el ritmo, será proclamada candidata a la Junta el 22. En caso contrario, el 29 se celebrará la votación decisiva.

La crisis estuvo presente, pero poco. Díaz esbozó un programa económico superbásico que incluiría la lucha contra el fraude, la redistribución de la presión fiscal, y la garantía de que "gobierne quien gobierne en Madrid, a Andalucía le llegue la financiación que le corresponde para mantener los servicios públicos". El mea culpa emergió igualmente, pero era abstracto y no concreto, sin menciones al caso de los ERE, apenas una fórmula de disculpa ante los ciudadanos por esas ovejas negras que no representan al gremio y que "deben ser apartadas"; apenas un doble arrepentimiento, por la reforma de la Constitución para fijar un techo al déficit, y por la eliminación del Impuesto sobre el Patrimonio. Hubo en todo momento un alarde de proximidad y transparencia, un intento de hacer de las primarias un ejemplo de democracia participativa. La consejera dejó entrever que ésta será la costumbre a partir de ahora en el PSOE-A, que los tiempos del heredero a dedo son incompatibles con el acervo contemporáneo.

La presentación, celebrada en un hotel antequerano, costó 2.900 euros, 1.200 en concepto de alquiler y otros 1.700 por el montaje. Según fuentes del partido, una plataforma de militantes sufragó los gastos. Las mismas fuentes aclararon que los medios tendrán acceso a cada desembolso de la candidatura de Díaz, interrumpida por los aplausos permanentemente y permanentemente vitoreada por veteranos y jóvenes "llegados de cada rincón de Andalucía". Presumió de su "pasado de clase trabajadora" aunque ella nunca haya trabajado salvo en la política; citó dos veces a Pablo Iglesias y otra a Antonio Machado y rozó las lágrimas casi al final del discurso, abrumada por este "momento histórico" del socialismo andaluz. "Nos toca liderar el cambio. Es la hora de estar a la altura", dijo. "Yo no engaño a nadie, vengo a pedir el aval de mis compañeros, quiero pelear por prestigiar la política en uno de los momentos más difíciles de estos 30 años", sintetizó.

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