Alejandro Cotta, el andalucista que siempre estuvo ahí
Obituario
En los partidos políticos, como en todas las organizaciones humanas, es normal que sus integrantes tengan sus simpatías y antipatías por quienes las conforman. De ahí que Alejandro Cotta de Torres sea un caso verdaderamente excepcional: durante los largos años en los que tuve el privilegio de compartir militancia andalucista con él, todas las referencias que pude oír sobre Alejandro, ‘el Cotta’ como era conocido, siempre venían inundadas de afecto por su desbordante humanidad y admiración por su entrega a la causa de Andalucía.
Nacido en Sevilla (1945), estudió el bachillerato interno en los Salesianos de Utrera, licenciándose en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, donde conoció a Luis Uruñuela, forjándose desde entonces entre ellos lazos de amistad y compañerismo. Desarrolló una larga y brillante carrera como abogado. De esta faceta de excelente profesional del Derecho tuve también el lujo de disfrutar cuando acudí infinidad de veces en busca de su ayuda y consejo.
Junto con su mujer y compañera de toda una vida, la doctora Laura García, se incorporaron a una recién nacida Alianza Socialista de Andalucía (ASA) a mediados de los años 70, participando activamente en la preparación del I Congreso del Partido Socialista de Andalucía, en el que continuaría lealmente militando hasta su disolución en 2015, ya como Partido Andalucista. En los años de la Transición, durante los que explosionó de manera vibrante y plena de ilusión la conciencia de pueblo de los andaluces y la conquista de la autonomía, Alejandro Cotta fue uno de los andalucistas que siempre estuvo ahí. En el Casino de la Exposición, en el primer mitin de una democracia por nacer, convocado por ASA el 20 de febrero de 1976; en las calles de Sevilla el 4 de diciembre de 1977, en la mayor de las manifestaciones nunca celebrada, en la que asumimos para siempre los símbolos de Andalucía; en las urnas del 28 de febrero de 1980, cuando conquistamos el derecho a una autonomía igual a las entonces llamadas ‘nacionalidades históricas.’
Muy implicado en la organización sevillana del Partido, de cuyos comités local y provincial formó parte en numerosas ocasiones, así como de su Comisión Permanente del Congreso, demostró la más absoluta lealtad al Partido hasta el último momento. Aceptó ser candidato electoral en cuantas ocasiones fue requerido. Fue concejal del Ayuntamiento de Sevilla durante la Alcaldía de Luis Uruñuela. Se ocupó de la delegación de Información y de la especialmente compleja en aquella época de Actividades Industriales, en la que acometió una profunda remodelación sentando las bases de lo que en el futuro sería la importante Área de Medio Ambiente. De su buen hacer fue prueba que en las elecciones municipales de 1983, en las que el PSA quedó fuera del Ayuntamiento, ocupó el segundo lugar de la lista, tras el candidato a alcalde Miguel Ángel González de la Puente, otro andalucista de lujo que tristemente tampoco está ya entre nosotros.
A los amigos y compañeros de tantos años y aventuras que nos reunimos para celebrar su vida y despedirle, nos comentaba su tocayo Rojas-Marcos: “Alejandro Cotta era absolutamente excepcional. Me explico. Las personas unánimemente queridas se acercan tanto al otro, que suelen ser amoldables, lo cual, a veces, les hace abandonar su propia posición. Pues bien, ‘el Cotta’ era extraordinariamente querido, porque lo daba todo a todos, pero, a la vez, granítico en su compromiso y su coherencia. Era faro, no boya.”
Con su pérdida, Sevilla y Andalucía pierde a uno de sus mejores hijos, y el andalucismo a un ejemplo de sincero compromiso e indesmayable militancia. Que su memoria permanezca para siempre unida a esta tierra y a este pueblo a los que tanto amó.
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