Esteban Beltrán: "Hay riesgo de que se quiebre el consenso de que todos los seres humanos somos iguales"
Día de los Derechos Humanos | Entrevista al director de Amnistía Internacional
El director de Amnistía Internacional España destaca que "tenemos que convencer a los ciudadanos de que los derechos humanos son lo que da estabilidad a un país"
Los derechos humanos retroceden en Afganistán tras un año de régimen talibán
Esteban Beltrán (Madrid, 1961) es director de Amnistía Internacional España desde 1997. Al frente de una organización con más de 96.000 miembros y 2.100 activistas se ha convertido en una de las voces de referencia en la defensa de los derechos humanos en el país. En el día internacional que los conmemora, advierte de su situación en España, donde “hay un grave problema de derecho a la salud”.
¿Cuál es la situación actual de respeto de los derechos humanos en España?
Ha habido una violación de los derechos humanos durante años en distintas materias y la perspectiva ahora es que se puede mejorar en algunos aspectos. Por ejemplo, la libertad de reunión, en la que la Ley Mordaza ha provocado que se multe a miles de personas por manifestarse pacíficamente y que está en la cola para cambiarse. También hay un problema serio con la vivienda, ha habido muchos desalojos, casi medio millón en los últimos 6 o 7 años, muchos de ellos en Andalucía. Y el parque social de vivienda es uno de los más bajos de Europa, menos de un 1% del total, mientras que en Inglaterra o Alemania va del 15 al 20%. En este caso, existe la posibilidad de una Ley de Vivienda que podría garantizar el acceso a esta. Asimismo estamos viviendo momentos muy duros en materia de inmigración y refugio, con lo ocurrido en Melilla marcando este año y la lamentable posibilidad de que pueda cerrarse en falso, sin una investigación oficial. En salud estamos muy lejos del presupuesto que recomiendan dedicar las instancias internacionales, faltan profesionales, las listas de espera se prolongan. Hay un grave problema de derecho a la salud en España.
Cuando se habla de educación o salud no se suelen ligar al concepto de derechos humanos o la vulneración de estos.
Exacto. Cuando me preguntan por derechos humanos todo el mundo piensa en tortura, pena de muerte, pero también hay que meter en el paquete la salud, la educación y la vivienda, violaciones de los derechos humanos que afectan en España a la mayoría de la población. Cuando necesitas operarte y hay una lista de espera de 8 meses es una vulneración de tus derechos, cuando no tienes acceso a la vivienda, también.
La comisaria europea de Derechos Humanos ha denunciado tras lo ocurrido en Melilla que España no garantiza el derecho de asilo. ¿Cómo se ha llegado a ese punto?
En España, en general en Europa, existe un sistema de doble estándar. Por un lado recibimos con entusiasmo, acertadamente, a las personas de Ucrania y les damos asilo, pero no damos la más mínima oportunidad a cualquier persona negra que también viene de conflictos armados. La mayoría de la gente que entró el 24 de junio son gente que merece protección internacional, huye de la guerra y fueron tratados como si no fueran seres humanos. Ahí hay un componente que no podemos más que calificar de racista.
¿La actuación del Gobierno español ha sido racista entonces?
La política de asilo por la cual aceptamos con garantías a los ucranianos y al mismo tiempo hacemos sufrir a personas de raza negra tiene un componente racista.
Llega a Córdoba a presentar un documental sobre las coacciones que sufren los defensores de los migrantes. ¿Se están institucionalizando esas presiones en la UE?
La UE tiene una política de asilo lamentable que hace que no haya esfuerzos coordinados ni siquiera para rescatar a la gente del mar. Eso lo hacen las ONG. ¿Hasta donde ha llegado esta política espantosa de la UE cuando ni siquiera cumplimos con las normas de rescatar a quien está perdido en el mar? Pero también la UE está externalizando las fronteras, que Turquía, Libia o Marruecos actúen como gendarmes para no dejar pasar a gente que puede ser que necesite pedir asilo y escapar.
Durante mucho tiempo se ha trabajado en Europa en una política comunitaria de migración y asilo, una negociación siempre rodeada de polémica. ¿Hay posibilidad real de ese consenso que lleve a una migración regular y ordenada?
Europa es un continente viejo en materia de natalidad, para seguir siendo un continente viable necesita aumentar la fuerza laboral y para eso necesitamos a los inmigrantes. La política no debería ser de rechazo, sino facilitar su llegada. Hay muchos tipos de intereses económicos, incluso puntos de vista racistas o que demonizan a los migrantes mientras que son una fuerza que necesitamos en Europa.
¿Ha cambiado la situación de los derechos humanos en el Sáhara Occidental después de que España haya avalado el plan de Marruecos para la zona?
La situación en el Sáhara Occidental es muy grave en materia de derechos humanos. Es una zona del mundo con muy poco escrutinio internacional, no se permite la entrada de grupos de investigación. Amnistía ha documentado la violación de derechos humanos graves hacia activistas saharauis y continúa viendo que situación se agrava. No puedo decir si ha habido retroceso, pero la situación ya era antes lo suficientemente grave.
Se acerca el final del Mundial de Qatar, que tanto debate ha generado. ¿Servirá de algo ese debate?
Todo depende de si el Mundial deja algún legado que tenga que ver con los derechos humanos. Ahora mismo lo que intentamos es que haya una reparación económica para los familiares de los miles de trabajadores inmigrantes muertos construyendo los estadios.
Proclamas racistas en espacios públicos, agresiones a personas por su orientación sexual, discursos políticos cada vez más agresivos. ¿Se están expandiendo los discursos de odio?
Quizás la tendencia más preocupante es que, efectivamente, una parte de los gobernantes, incluso aquellos elegidos democráticamente, criminalizan a sectores enteros de la sociedad. Normalmente a los migrantes, o discursos que cuestionan la violencia de género. En Hungría, Polonia, aquí con Vox, lo vemos en Trump, Bolsonaro. Son discursos muy simples, emocionales, que culpan a alguien y con eso ganan elecciones. Espero que demos la batalla de las ideas, porque hay un riesgo enorme de que se quiebre el consenso de la Segunda Guerra Mundial. Tras el holocausto judío se llega por primera vez al consenso de que todos los seres humanos nacemos libres e iguales y con los mismos derechos. Si de nuevo hubiera seres humanos que se consideran que no son iguales volveríamos a los 30 del siglo pasado. No se puede aceptar que hay seres humanos inferiores a otros.
¿Cree que estamos cercanos a que eso ocurra?
No a nivel mundial pero sí hay gobiernos y partidos que no se cortan en decir que hay seres humanos que deben ir antes que otros, abandonan el concepto de igualdad. En Dinamarca, por ejemplo, hay una política de vivienda que quiere beneficiar solo a los daneses y a nadie más.
Y ciudadanos que los apoyan.
Yo no quiero demonizar a los ciudadanos. Los votantes a veces sienten miedo por alguna razón, miedo a la inseguridad, al terrorismo, a perder la identidad. Tenemos que convencer a esos ciudadanos de que los derechos humanos son lo que dan estabilidad a un país, que son también salud, educación y vivienda.
¿La desinformación es uno de los mayores riesgos de los derechos humanos en la actualidad?
La mentira siempre ha sido una señal de dictadores, de tratar de engañar a la opinión pública. No es de ahora. Lo que ocurre es que ahora tiene un mayor recorrido, ahora no solo son periodistas los intermediarios sino que hay todo un sistema de redes sociales, que tienen su parte positiva pero que facilitan que la información vuele por el mundo sin control. Empresas como Google, Twitter, Meta... sería importante que hubiera una regulación internacional para asegurarse de que se respeta la libertad de expresión pero no se difunden discursos de odio.
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