¿Qué es eso de la RAN?
La Aldaba
Generamos la sensación de que no tenemos ni pajolera idea de cómo obrar con nuestro vecino más complejo y estratégico
En esos libros que escriben los políticos cuando han dejado los cargos con el objetivo de no caer en el olvido repentino y hacer caja, José María Aznar desveló que al llegar a Rabat para participar en una cumbre hispano-marroquí fue advertido de que la habitación del hotel estaba sembrada de micrófonos como la carretera a Chipiona lo estaba de sandías en los veranos de los años 80 y 90. Decidió callarse. Entonó el aquí no ha pasado nada. Y tiró para adelante... hasta que lo contó en el libro. Ahora no sabemos si le han puesto o no micros ocultos a Pedro Sánchez, pero se percibe una sumisión absoluta con Marruecos y, todavía mucho peor, la sensación de que no tenemos ni pajolera idea de cómo obrar con nuestro vecino más estratégico, complejo y delicado. Nos trincaron como a gamberros escolares metiendo por Logroño con identidad falsa al líder del frente polisario. Entregamos la cabeza de la ministra Arancha a las fauces marroquíes.
Nos meten a diez mil criaturas a nado hacia las playas de Ceuta. Pegamos un volantazo diplomático a nuestra tradicional posición con respecto al Sahara. Lo que diga Marruecos, faltaría más. Cesamos al coronel que se niega a inspeccionar a los agentes que participaron en las horas fatídicas del último asalto a la verja de Melilla. Todo menos cesar al ministro pillado en una mentira. No pasa nada, mentir en política no genera castigo. El rey de Marruecos planta a nuestro presidente en la cumbre, pero ya están los cortesanos repitiendo como cacatuas que nosotros tampoco llevamos al nuestro, como si Don Felipe, jefe del Estado en un régimen democrático homologable al del resto de naciones europeas, pudiera compararse con Mohamed VI.
Y para colmo tenemos que soportar que los eurodiputados socialistas hayan votado en contra de una moción para censurar la falta de libertad de prensa en Marruecos “para no poner en jaque la RAN”, según las crónicas. ¿Y eso qué es ahora, Dios de mi vida, que suena a marca de productos lácteos ya desaparecida? Pues es una Reunión de Alto Nivel. Cáspita, no se ha celebrado una cumbre, sino una RAN. Definitivamente el uso del lenguaje nos retrata. Y pensar que no hace mucho tiempo nos reíamos de los que se referían a “Casa Real” sin el artículo, o quienes, influidos por los medios de comunicación, usaban expresiones similares en su vida cotidiana: “Voy a copistería”. Y se quedaban tan tranquilos, con ínfulas de medio pelo, con la certeza de ser una suerte de Lázaro Carreter al lanzar el dardo en la palabra. Ni las aduanas, ni Ceuta, ni Melilla, ni la inmigración ilegal, ni el Sahara. Entramos en la fase RAN. Los idiotas han cogido pista. Y sus motores rugen.
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