“No somos loros. Si no entiendes lo que estudias es imposible aprobar”
Juan Varela | Notario de Alcalá de los Gazules
El notario en ejercicio más joven de España fue jugador profesional de fútbol sala y tomó posesión de su plaza el pasado mes de octubre en Alcalá de los Gazules
Una imagen de la Virgen de Valme en el despacho de Juan Varela (Sevilla, 1995) da fe de su origen nazareno. El destino ha llevado a Alcalá de los Gazules a este joven de Dos Hermanas, municipio del que precisamente es alcalde desde 1983 el alcalaíno Francisco Toscano. Juan Varela fue jugador profesional de fútbol sala en primera división, defendiendo la portería del UMA Antequera y el Betis, además de internacional sub’21 con la Selección Española. Combinó el deporte de primer nivel con sus estudios de Derecho en las Universidades de Sevilla y Málaga, aunque se vio obligado a colgar los guantes cuando se embarcó en una de las oposiciones más duras de España. Y no le fue mal. Con 24 años recién cumplidos ingresó en el cuerpo de notarios y el pasado mes de octubre tomó posesión de su primera plaza en Alcalá de los Gazules. Allí se siente tan a gusto que retomó el deporte y comenzó a entrenarse con el Alchoyano, el equipo de fútbol sala del municipio, aunque se vio obligado a dejarlo a los pocos meses por la tercera ola del coronavirus para evitar el riesgo de contagio.
–No sólo es el notario más joven de su promoción sino uno de los más jóvenes de la historia.
–Para aprobar una oposición tan dura es necesario una pizca de suerte. El hecho de ser el más joven de España es meramente anecdótico. En mi promoción hay otros tres chavales nacidos en 1995 que han aprobado, pero la diferencia es que yo nací en diciembre.
–Los resultados salieron el 5 de marzo, justo antes del estado de alarma.
–El 5 de marzo salió la resolución de los que habíamos aprobado notaría. Ese era el paso previo a poder optar a una plaza. Pero la publicación no fue hasta el 21 de marzo. Nos encontramos con que sabíamos que estábamos aprobados pero que no podíamos concursar.
–Usted viene de Sevilla y Alcalá de los Gazules es su primer destino. ¿Qué se ha encontrado?
–Me alegra empezar desde Alcalá de los Gazules, porque se han superado las expectativas que tenía cuando solicité la plaza. Si hay algo que me ha gustado es poder dedicarle tiempo a la gente. El volumen de escrituras es bastante pequeño aquí en comparación con las grandes capitales. Así, a cada cliente se le puede dedicar todo el tiempo que se merece y más. A veces me dicen que no me quieren robar más tiempo, y al contrario, yo estoy aquí para eso, para ayudar a la gente y porque eso me enriquece como persona y como notario.
–¿No se sorprenden sus clientes al ver a un notario tan joven?
–Muchas veces me preguntan mi edad porque se esperan un señor mayor. Yo aprovecho para mostrar cercanía, sobre todo a los clientes jóvenes. El hecho de ser tan joven ayuda a que los chavales que se están comprando su primera casa y firman su primera hipoteca se abran mucho más y me pregunten sus dudas y lo que les preocupa.
–¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de su día a día?
–Me ha sorprendido el respeto. Por el mero hecho de que yo les asesore jurídicamente o les advierta de algo, la gente se siente más tranquila y en confianza. Y no porque yo sea el notario más joven de España, sino por la figura del notariado. También me ha sorprendido que es una labor de equipo. Quiero poner en valor el trabajo de José Luis, mi oficial, y Manoli, mi copista. Sacamos adelante el trabajo por el granito de arena que aportamos cada uno de nosotros.
–¿En qué consiste la labor del notario?
–La labor del notario es prestar un servicio jurídico a los clientes de calidad pero lo que le caracteriza es que da una eficacia distinta a los documentos. Lo que se autoriza en notaría se convierte en documento público tras varios controles. Yo doy fe de que quien está aquí es quien dice que es y que sabe lo que está haciendo. Y también controlo que lo que se está autorizando en ese momento es conforme a la ley. El hecho de que yo dé fe de esas tres cosas hace que el documento tenga una eficacia superior a la de cualquier documento privado que hagan las partes entre sí.
–¿Qué le llevó a ser notario?
–El primer flash, por así decirlo, fue cuando era pequeño. Mi padre me contó que antes de ser abogado opositó a notarías. Como yo admiraba, admiro y admiraré siempre a mi padre, me dije que quería ser como él, al igual que se me metió en la cabeza ser portero de fútbol sala porque él lo fue. Ya en la carrera, me decidí por la oposición porque me di cuenta de que lo que más me gustaba era el ámbito del derecho que se estudia en notarías. Y el que me cercioró que iba por el camino correcto fue mi maestro, don Rafael Leña, que es notario jubilado de Sevilla. Lo primero que me dijo cuando le conocí es que para ser notario te tienen que gustar dos cosas: el derecho y las personas. En la carrera comprobé que me gusta el derecho, y como jugador de fútbol sala, he conocido a mucha gente y me gusta tratar con las personas. Al ver que esas dos cosas casaban entre sí fue cuando me dije que esto era lo mío.
–Por el ejemplo de su padre era consciente de la dureza de la oposición.
– Una característica común de la gente que oposita es que no le echa para atrás la elevada tasa de suspensos, sino que les motiva. En mi caso me motivaba aprobar y no sentía la presión de pensar qué iba a ser de mi vida si no la sacaba.
–Usted no era precisamente un ratón de biblioteca. Compaginó estudios universitarios y parte de la oposición con el deporte profesional.
–Eso es cuestión de organización. No se trata de ser un superdotado ni consiste en dejar de dormir. No soy de los que piensan que hay que dejar de lado obligatoriamente el deporte para dedicarte únicamente a los estudios porque son totalmente compatibles. Yo he experimentado estudiar Selectividad en sólo una semana porque me fui con la Selección Española. No dije no a la Selección por la Selectividad. No renuncié a estudiar la carrera y a jugar fútbol sala. Y no es porque fuera superdotado. Sino porque desde que empezaba el curso en octubre estudiaba una hora u hora y media diaria. Y nunca me he considerado como el más empollón, sino que he sabido organizarme para sacar tres o cuatro horas diarias de deporte y dos o tres horas de estudio.
–Pero ya metido en la oposición era difícil de compatibilizar, ¿no?
–Era plenamente incompatible porque ya no era estudiar dos horas diarias sin cansancio. La oposición te requiere como mínimo ocho horas de estudio muy intenso, que se convierten en diez en una época normal y que acaban siendo catorce.
–Aun así intentó opositar y jugar al fútbol sala.
–Al principio intenté estudiar entre siete y ocho horas de oposición y dedicarle cuatro o cinco horas al deporte. Mi rutina consistía en estudiar desde las 8:30 hasta las 17:30, parando para almorzar. Y a partir de ahí, entrenaba con el equipo hasta las diez de la noche. Pero llegó un momento en que el cuerpo me petó. La tensión que sentía de llevar adelante la oposición y jugar al máximo nivel en una liga profesional me hizo ir al médico, porque tenía punzadas en el pecho. Me dije que no era sano ni necesario. En vez de optar por lo fácil, que era elegir el fútbol y tomarme el estudio más relajadamente, decidí ir a por lo oposición. No porque pensara que aprobaría en dos años, sino porque creía que era el camino. Yo tenía ganas de estudiar y no de jugar.
–Al mirar atrás, ¿cree que es necesaria tanta dificultad en la oposición al compararlo con la práctica real de la profesión?
–Creo totalmente en el sistema de oposiciones, a pesar de que se critique al sistema memorístico. Se nos dice que somos loros que escupen palabras, y eso totalmente mentira. No puedes exponer 340 temas sin comprender nada. Debes entender todo el conocimiento que interiorizas para exponerlo a gran velocidad. Esta oposición es tan dura porque no se trata de escupir conocimientos en los exámenes orales, sino que tienes un tercer ejercicio, que es un caso práctico, y si no has entendido lo que has memorizado en los dos primeros, este no lo aprobarás nunca. Este es el motivo por el que la gente aprueba a los seis u ocho años. Hay gente que llega a los dos años al tercer ejercicio pero acaba suspendiendo porque no ha entendido lo que ha estudiado.
–¿Qué lleva a un joven a sacrificar sus mejores años en una empresa tan incierta?
–Es la motivación personal. En esta oposición hay que tener la cabeza muy fría. Es un esfuerzo diario en el que estás sacrificando planes con tus amigos, con tu novia... Hay que abstraerse del mundo para tener una visión a largo plazo y a la vez a corto plazo. Ver que te estás construyendo un futuro semana a semana, como dice el Cholo de partido a partido. Y que cuando llegue la hora de la verdad, vas a dar el do de pecho. Al menos eso es lo que a mí me servía para no tirarme por la ventana cuando llegaba el domingo y me ponía a estudiar.
–¿Cuál era su rutina?
–Descansaba los sábados y empezaba a estudiar los domingos por la mañana. Para mí la oposición ha sido pasar una crisis todos los domingos, tener que estudiar mientras que mi padre y mis hermanos veían el fútbol y mis amigos quedaban para tomar una cerveza. Luego remontaba hasta que el viernes por la mañana cantaba los temas a mi preparador.
–Pues le ha cogido el gusto a estudiar. Quiere presentarse a las restringidas, ¿no?
–Las quiero hacer porque me lo ha inculcado mi maestro.
–¿Qué son las restringidas?
–Es una oposición entre notarios que te da antigüedad, en función del número en el que quedes. Si ganas 15 años de antigüedad a la que ya tienes, es más fácil llegar al destino que quieres, que en mi caso es Sevilla.
–¿Qué cualidades necesita el opositor a notaría?
–La palabra es disciplina. Tener interiorizada la capacidad de no flaquear nunca en el esfuerzo. Levantarse todos los días con la misma convicción de que lo que estás haciendo dará frutos en el futuro. Hay gente con más o menos memoria, pero eso no es lo que más importa. Conozco casos de personas con poca memoria pero que explotan otras cualidades a lo largo de la oposición. Ahora estoy preparando a dos alumnos que son antagónicos. Uno tiene mucha memoria pero el otro tiene una mejor capacidad expositiva. La oposición también consiste en que tu preparador te ayude a reducir los defectos y explotar tus cualidades.
–¿La disciplina le viene del deporte?
–Me viene primero de lo que he visto en casa. Mi padre es muy trabajador y muy disciplinado. La disciplina que he visto en casa se une a lo que he vivido en el deporte, donde me han exigido una gran capacidad de esfuerzo.
–¿Qué aconsejaría a alguien que quiera presentarse a esta oposición?
–Yo aconsejo a los estudiantes de derecho que no descarten para nada la opción de opositar. Para empezar, no es seguro que tengan que pasar seis años estudiando. Pueden ser menos y si son más no te vas a arrepentir. Y hay pocas cosas que te den una madurez tan grande como la que te da una oposición. Sacrificas tantas cosas y hay que esforzarse tanto que es algo que te ayuda en otros ámbitos.
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