Dos testigos tuvieron "miedo" al cruzarse con Ortega Cano
Una pareja que avisó al 112 ratifica ante el juez que antes del accidente el torero invadió dos veces el carril contrario pero dicen que no superaba los 40 kilómetros por hora
Dos testigos que avisaron al servicio de emergencias 112 sobre la presunta conducción temeraria del vehículo del torero José Ortega Cano unos 45 minutos antes del accidente del pasado 28 de mayo ratificaron ayer ante el juez de Instrucción 9 de Sevilla que investiga el siniestro que "sintieron miedo" por la forma de conducir del matador, que llegó a invadir el carril del sentido contrario hasta en dos ocasiones, aunque hicieron hincapié en que la velocidad no era muy excesiva y se situaría en torno a unos 40 kilómetros por hora. Los testigos A. R. D. y R. S. S. corroboraron que el día del siniestro coincidieron con el vehículo del torero, un Mercedes R-320, que circulaba justo detrás de ellos en dirección a Burguillos. Según la pareja, este coche mantuvo una "conducción irregular" durante todo el tiempo que circuló detrás de ellos -unos tres o cuatro kilómetros antes de llegar a Burguillos y en los dos kilómetros de travesía-, hasta el punto de que se "pegaba y despegaba" de su coche. Cuando llamaron al 112, lo hicieron porque "sentían miedo" de la conducción del coche de Ortega Cano. Uno de los testigos declaró que pensaba que ese conductor, al que no identificó como el torero, "podía provocar un accidente con un tercer vehículo".
Los testigos sostuvieron que el coche del matador llegó a invadir hasta en dos ocasiones el carril de sentido contrario de la circulación, una de ellas durante "al menos 100 metros" y la otra durante una curva "muy peligrosa" -porque no tiene visibilidad alguna- que hay junto a un centro de día para ancianos. Esas dos invasiones del carril se produjeron cuando ambos vehículos se hallaban en la travesía de Burguillos. El joven, que conducía un Ford Fiesta, añadió que el Mercedes del torero les adelantó en el badén de un paso de peatones y explicó que incluso estuvo a punto de "impactar con una isleta".
En cualquier caso, ambos testigos subrayaron que el vehículo del torero "no iba a una velocidad alta", ya que ellos circulaban a unos 30 ó 40 kilómetros por hora, por lo que estiman que el otro coche circularía a una velocidad muy próxima a ésta. La novia del conductor, que fue la que llamó al 112, explicó que el coche "no conducía excesivamente rápido por Burguillos", suponiendo que lo haría a unos 30 kilómetros.
La joven aseguró que una vez que les adelantó el Mercedes se detuvo en la explanada del hotel La Alquería, donde trabajaba la víctima, Carlos Parra Castillo, y al que se dirigía precisamente la noche que se produjo el siniestro. La testigo relató que vio cómo el conductor abría la puerta, "se inclinó y volvió a cerrarla", pero añadió que no podía decir "si estaba imposibilitado para salir" del mismo.
Al término de las declaraciones de estos testigos, los abogados Andrés Avelino y Luis Romero, que ejercen la acusación particular en representación de la familia de la víctima, consideraron que el testimonio de estas personas pone los "vellos de punta", porque la conducción que describen es "totalmente irregular y poniendo en peligro la circulación", por lo que están más decididos incluso en "llegar hasta el final" en la investigación del siniestro.
Por su parte, los abogados Enrique Treboller Lafuente y Jesús Zapatero, que defienden al torero y a la empresa propietaria del Mercedes, respectivamente, aseguraron a los periodistas que los testigos se refieren a unos hechos que ocurrieron unos 45 minutos antes del accidente e insistieron en que han "matizado" sus declaraciones y han señalado que el vehículo del torero circulaba a una velocidad adecuada. Los letrados añadieron que sólo quieren que se trate a Ortega Cano "igual" que a cualquier ciudadano. "Ni mejor ni peor, no pedimos un trato de favor ni de desfavor", aseveraron los defensores, que han expresado el sentimiento de dolor a los abogados de la familia y aseguran que tienen "las puertas abiertas al diálogo", en alusión a la posibilidad de alcanzar algún acuerdo en esta causa.
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