Atún 2.0
La Maleta del Bandido
En un mundo tan global como vivimos todo parece propio de una pantalla virtual. Lamentablemente una de las pocas cosas que parecen reales es el descenso del Cádiz, pues los del Granada y Almería los teníamos tan asumidos que parecen del siglo pasado. Esto viene a cuento por las modernas levantás. El poderoso atún que cruza el Estrecho y acaba en las almadrabas es hoy capturado siguiendo técnicas de inspiración japo. La ferocidad visual de las viejas pescas que se practicaban en las primaveras gaditanas ha dado paso a un procedimiento cool para que el atún no sufra, no convulsione y dulcemente pueda dormir el sueño eterno antes de ser ronqueado.
Hay un murmullo en el mar en las madrugadas en las que los barcos rodean la almadraba. Conocimiento de las mareas, muchos saberes no escritos y, como los buenos entrenadores de fútbol, la autoridad del que no necesita gritos y solo la convicción de quien conoce el final. El destino que todos barruntábamos para los cadistas en la temporada de agonía. Y eso es precisamente lo que no nos gusta a nadie, ver como se pierde la vida o la categoría entre espasmos. Ahora todo parece plácido, casi como una piscina, donde acaba su día ese auténtico imán de partes culinarias para despiezar todo. A compás como Paula. Encontrar el sentido íntimo de las cosas, está al alcance de quien mira el fútbol, porque llena el hueco de su vida, o porque quiere comer a bocados el recuerdo de un sueño maltrecho.
El duende de los de Carranza de toda la vida, se tiene o no se tiene. La grasa del atún que finaliza travesía en los cuatro yacimientos de felicidad gastronómica desde Conil a Tarifa posee magia. Su sacrificio casi ritual, cuestión de la que tanto saben los nipones, dignifica la pesca y profundiza el misterio de la naturaleza marina. En un universo 2.0 el homenaje a esa joya del atún de almadraba es tan real como que el Cádiz subirá el año que viene a primera.
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