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200 AÑOS DE LA POLICÍA NACIONAL
La palabra "vocación" suena demasiado a tópico en el Cuerpo Nacional de Policía, aunque sea un recurso infalible para los generadores de discursos. La meta de entrada de muchos agentes es la estabilidad laboral y salarial, que se ha de ganar en el ring de las oposiciones, convertido en un Royal Rumble entre aspirantes que se celebra cada año en Ávila. “Ahora es más fácil”, dicen, una vez desaparecida la prueba de ortografía.
Yolanda es inspectora investigadora en la Brigada de Extranjería de Córdoba. Estudió Ingeniería Química (grado y máster), incluso empezó a trabajar de ello, "pero me di cuenta de que no quería pasar el resto de mi vida en una fábrica y me lancé a la piscina", decantándose por la Policía Nacional sin un solo hilo que la uniera. Manuel es jefe de Gestión Económica en la Comisaría de Córdoba, y previamente fue militar en el Ejército y también trabajó como vigilante. Solo, Rocío de los que participan en este reportaje, continúa un legado familiar de policías y lo tenía claro desde el principio.
“Independientemente de que tengas la vocación de pequeño o no, cuando entras en el Cuerpo tienes que aprender a quererlo y hacerlo tuyo”. “Policía es el que le gusta su trabajo y lo da todo por él, ya no solo cuando estás trabajando, es 24 horas toda tu vida”. “Pones cosas en riesgo que no pones en otros trabajos. Eso lo aprendes, no hace falta que lo tengas en los genes desde pequeño”. Así ponen en común los tres agentes el sentimiento de pertenecer a una institución que cumple 200 años de historia.
El Cuerpo Nacional de Policía (CNP) celebra su bicentenario en este 2024. Sintentizándolo mucho, “las cosas que ahora necesitan de nosotros son las mismas que siempre, pero con matices, evolucionamos a la velocidad que nos marca la sociedad”, explica Manuel, que ingresó en el Cuerpo en 1994. Por aquel entonces, recuerda, “no existían las nuevas tecnologías, y hoy invertimos en ellas una cantidad de recursos humanos y materiales inmensos para la investigación de estos delitos”.
Otro ejemplo reciente: “Íbamos con zapatos con la suela de piel y traje de gala corriendo detrás de los delincuentes. Hoy vamos ya en calzado deportivo, llevamos ropa elástica y chaleco antibalas”.
Estas anécdotas contrastan con una recién llegada como Yolanda, que juró bandera en 2023, hace apenas 10 meses, tras el período de formación en Ávila y los meses de prácticas. La Brigada de Extranjería de Córdoba es su primer destino. Aquí resuelve a diario peticiones de asilo que llegan sobre todo de África y Latinoamérica, atención a Menores Extranjeros No Acompañados (Menas) o extradiciones de delincuentes extranjeros que están en España. “La Policía abarca mucho más de lo que uno se imaginaba de pequeño, que era solamente el coche patrulla”, explica. Aun así, prefiere no mostrar su rostro, por si en un futuro es conveniente que no la reconozcan.
Lo mismo pide Rocío, agente de la Brigada de Seguridad Ciudadana con 14 años de servicio. Ella lo define como las “emergencias de la Policía”: “Los que van cuando llaman al 091 o al 112”. Es un trabajo que requiere “mucha mano izquierda en la calle” y “bregar con el delincuente”, en el que es imposible anticipar lo que pasará cada día, pero “el más bonito”, dice. Es imprescindible, aquí sí, la vocación de ayudar a las personas que lo están pasando mal y demostrar la cercanía del Cuerpo con la sociedad.
Manuel está ya en la retaguardia. A lo largo de su carrera ha pasado por la Policía Científica -“el CSI español”, bromea-, por la Unidad de Seguridad Ciudadana y, por último, en el área de Gestión Económica. Es donde se gestiona el presupuesto que tiene la Policía Nacional en la provincia de Córdoba, de donde salen las nóminas, las dietas y todo el material. “Es otra manera de ayudar a la sociedad, a través de dotar a nuestros compañeros, para que tengan mejores medios y más facilidades”, explica.
Los tres agentes coinciden en que “saber adaptarse a las nuevas formas de delinquir”, es el principal reto al que se enfrenta la Policía Nacional en su presente y su futuro. Para ello es necesario armarse, de un extremo a otro, “con los mejores ordenadores y las mejores lanchas”.
Aun así, tienen claro que “los delincuentes siempre van a ir por delante, buscando los huecos que le deja la legalidad”. “Primero está la comisión del delito y luego la investigación. Nosotros solo podemos prevenirlo con presencia policial”.
“Formar parte del cuerpo en su 200 aniversario es un orgullo”, afirma Yolanda, la última en entrar. Salvo en momentos puntuales en los que se dispara la tensión y saben que toca atornillarse los insultos al uniforme y al sueldo, la valoración general de la ciudadanía hacia el cuerpo es “buena”, sostiene, apuntando que “es una de las instituciones más corroboradas por los ciudadanos”.
“Ya se sabe que en España va por barrios, pero yo me siento querido por la ciudadanía. Aquí en Córdoba puedo decir orgullosamente que soy Policía”, asegura Manuel.
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