La AECC ha dado apoyo psicológico a más de 19.700 personas en 25 años en Córdoba
La asociación celebra su aniversario con un acto en el que investigadores y oncólogos explican su trabajo
El voluntariado ha visitado a más de 3.300 mujeres operadas de cáncer de mama
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ha celebrado sus 25 años en Córdoba con un acto de agradecimiento a voluntarios, empresarios, instituciones, investigadores y oncólogos por su implicación y generosidad con esta causa.
La asociación comenzó en la provincia de forma muy humilde y, con esfuerzo y constancia, ha logrado poner en marcha a lo largo de este cuarto de siglo servicios que abordan la atención al enfermo de cáncer y a su familia de forma integral.
Uno de los ámbitos más necesarios para afrontar un diagnóstico de cáncer y todo el proceso que conlleva es la atención psicológica. En este sentido, la AECC ha apoyado a 19.706 personas en estos 25 años. De ellas, 4.070 han sido por cáncer de mama, 360 por cáncer infantil, 5.196 familiares y 3.162 por duelos. En total, los siete psicólogos profesionales con los que cuenta la asociación han dado 44.464 sesiones.
Otro de los pilares es la atención social, donde 6.888 familias han recibido material ortopédico, alimentos, ayudas económicas y prótesis mamarias desde el año 2004. Todo ello ha supuesto una inversión de 358.208 euros.
La AECC puso en marcha en 1996 el programa Mucho por vivir, dirigido a la mujer diagnosticada y operada de cáncer de mama y que consiste en un voluntariado testimonial por parte de supervivientes de esta enfermedad. En este tiempo han visitado a 3.314 mujeres y en la actualidad hay diez voluntarias.
Otro de los servicios que presta es la rehabilitación del linfedema, un efecto secundario de la operación que implica hinchazón de los tejidos blandos del brazo o de la mano. Dos fisioterapeutas especializados en drenaje linfático han tratado a 3.646 mujeres en 30.837 sesiones.
Gala de aniversario
La asociación celebró ayer una gala en el palacio de la Merced que tuvo como acto central una mesa redonda moderada por la periodista María José Raya en la que participaron los investigadores Elena Yubero y Amancio Carnero y los oncólogos médicos Enrique Aranda y Juan de la Haba.
En ella analizaron diferentes aspectos de la labor investigadora y cómo afectan a los pacientes los resultados obtenidos. En este sentido, Yubero destacó que en el cáncer los resultados tardan menos en obtenerse que en otras enfermedades. La media está entre diez y 15 años, lo que “hace pensar que se necesita impulsar la innovación y más recursos”.
Al respecto, Carnero indicó que si la investigación es de calidad, siempre va a llegar a la práctica clínica, pero la aplicación será más rápida si se ha enfocado a resolver problemas reales.
Por su parte, Aranda trató la diferencia entre ensayo clínico comercial –el que surge de las farmacéuticas– y ensayo sin intereses comerciales –el que impulsan los profesionales– y defendió que los primeros son “absolutamente necesarios” debido a la falta de financiación pública. Además, resumió las cuatro fases de estos estudios:calcular la dosis necesaria, comprobar la eficacia, comparar lo que se descubre con lo que ya había y la expansión del tratamiento. Al respecto, Juan de la Haba apuntó que hay que “encontrar la sinergia que haga posible la investigación dependiente y la no dependiente”.
Uno de los puntos de la mesa redonda fue la situación de los investigadores, un aspecto sobre el que Yubero expuso que “la falta de recursos hace que el día a día de un investigador sea complicado”. No se trata de conseguir financiación solo para investigar, sino “también para financiarnos a nosotros mismos”. Pero, a pesar de la precariedad, “la investigación que se hace en España no tiene nada que envidiar a la de otros países como EEUU”.
Los participantes en la mesa también trataron qué es lo mejor y lo peor de ser investigador. Al respecto, De la Haba resaltó como una situación positiva “cuando propones a un paciente participar en un ensayo que sabes que va a dar buenos resultados”. Entonces se produce “un círculo de ilusión” entre el profesional y el enfermo. Lo peor es “cuando el ensayo no funciona, y eso ocurre”. “Es un momento muy duro, uno tiene que volver a cargar las pilas para volverse a ilusionar”, confesó.
Por su parte, Aranda señaló que lo mejor de su trabajo es “poder relacionarme personalmente con una persona que está enferma”, sobre todo en patologías como el cáncer. “Tengo la suerte de ser actor de primera fila para poder llevar esperanza a ese paciente”, añadió. Para él, lo peor es la precariedad y tener que “renovar mes a mes los contratos” a los investigadores.
Tras la mesa redonda, la presidenta de la AECC en Córdoba, María Luisa Cobos, subió al escenario para dar un pequeño discurso que sirvió como despedida ya que a final de año dejará el cargo. “Me habéis dado la cosa más bonita del mundo; amor”, dijo Cobos a los asistentes, y destacó que en la asociación han llegado a “un nivel de familia”. Ahora “mi condición no es la misma, pero mi corazón sí”.
Además, recordó que cuando llegó a la AECC “lo cogí con tantas ganas que por poco me cuesta el divorcio”, bromeó, a la vez que confesó que la asociación “me ha hecho sentirme útil”.
Voluntariado
El pilar fundamental de la AECC es su voluntariado, que se distribuye en diferentes ámbitos para dar ayuda a los enfermos y sus familias. En este sentido, los voluntarios del Hospital Provincial han realizado más de 87.080 visitas a pacientes con cáncer ingresados en los últimos 12 años. En la actualidad hay 47 voluntarios en este centro.
En el Reina Sofía son 35 y han registrado 8.369 visitas a adultos y niños en los últimos años. Por otro lado, en el Hospital San Juan de Dios empezó hace tres años y ahora cuenta con 11 personas. A ellos hay que sumar los 19 voluntarios de administración, los 32 de prevención y eventos y los siete que visitan a los enfermos en sus hogares.
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