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La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible a través del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) de Hinojosa del Duque ha dado un paso más en el control y prevención de la seca, la enfermedad más grave que afecta a las encinas de las dehesas. Esto se materializa a través de la firma de un convenio con la empresa Montarsa Medioambiente. Y es que la investigación es imprescindible en el lucha contra la seca.
El convenio se enmarca en el proyecto Mejora en la sostenibilidad de las explotaciones de dehesa a través del seguimiento del manejo de la vegetación y ganado, financiado con fondos Feder y coordinado por el Ifapa. El centro de Hinojosa del Duque es el de referencia en las cuestiones relativas a la dehesa y lleva participando en diferentes proyectos relacionados con el diagnóstico de la enfermedad, caracterización de focos y desarrollo de estrategias de control y mitigación desde 2012. Por su parte, Montarsa Medioambiente está especializada en el diagnóstico y tratamiento integrado de plagas y enfermedades forestales, de manera especial para la podredumbre radical, en la que lleva trabajando desde 2006 en colaboración con diferentes organismos de investigación.
El convenio busca poner en común el conocimiento de esta empresa sobre los patrones de ocurrencia y desarrollo de le enfermedad, con el que posee el Ifapa en aspectos productivos, de manejo ganadero y de la vegetación de la dehesa, a fin de ofrecer estrategias realistas y efectivas a este grave problema. En este convenio se aborda el diseño de actuaciones de prevención, control y mitigación de esta enfermedad de manera integrada y el seguimiento de su efectividad. El proyecto se desarrollará en algunas fincas de la comarca de Los Pedroches en las que se ha detectado la enfermedad de manera incipiente.
La seca o pudrición radical es la enfermedad más grave de las que afecta a las encinas en la dehesa. La enfermedad está causada por un grupo de patógenos de suelo muy agresivos que provocan un decaimiento progresivo o súbito del árbol mediante la pudrición del sistema radicular absorbente. Puesto que en la actualidad no se cuenta con métodos que la puedan erradicar, la prevención y el control de la misma constituyen las herramientas con las que se cuenta para proteger al arbolado.
En Andalucía, desde principios de la década de los 80, comenzaron a aparecer defoliaciones y decoloraciones en diferentes especies leñosas, a veces acompañadas de tasas de mortalidad elevadas. La generalización de estos daños, el patrón irregular de distribución de los mismos y la sintomatología tan inespecífica que mostraban no permitió relacionar toda esta situación con un único agente responsable.
En la actualidad, la Seca de los Quercus es el la principal amenaza de las formaciones de encinas y alcornoques en el territorio andaluz y buena parte de la Península Ibérica, ya que compromete la estabilidad y persistencia de ecosistemas tan importantes en el ámbito mediterráneo como son las dehesas.
La seca de la encina, que amenaza la sostenibilidad de la dehesa, ha hecho unir fuerzas a administraciones, productores, sociedad civil y comunidad investigadora en torno a la protección de este ecosistema. Aunque se entiende que el pseudohongo oomiceto Phytophthora cinnamomi sería el principal causante del declive del encinar, se ha demostrado que las condiciones climáticas también influyen. Aún así el puzle sigue sin resolverse.
En la búsqueda de las últimas piezas que ayuden a comprender cómo se desarrolla la enfermedad, los investigadores del departamento de Ingeniería Forestal de la Universidad de Córdoba Francisco Ruiz y Rafael María Navarro, junto con el investigador del Ifapa de Alameda del Obispo Alejandro Pérez de Luque, e investigadores internacionales, han realizado un estudio de la biodiversidad de microorganismos del suelo a través de técnicas moleculares, para analizar si las interacciones entre los microorganismos del suelo influyen en la gravedad de la enfermedad y cómo.
El estudio se centra en los hongos y oomicetos que viven en el suelo, y las interacciones que se dan entre ellos, y confirma que los cambios en la estructura y biodiversidad de la microbiota son determinantes para la salud del arbolado mediante dos vías: por un lado, las interacciones entre los microorganismos del suelo influyen directamente sobre los patógenos que afectan a la encina y, por otro, la presencia de algunos microorganismos beneficiosos influyen en una mejor salud del árbol.
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