Antonio Gala en la literatura: el amante de la estética
Trayectoria
El escritor cultivó todos los géneros literarios posibles a lo largo de su carrera e hizo de su lenguaje prolífico en recursos líricos e imágenes su mayor sello de identidad
Muere Antonio Gala a los 92 años
Antonio Gala ha demostrado su versatilidad a lo largo de su vida cultivando todos los géneros literarios posibles, incluidos el articulismo, el relato, el ensayo y el guion televisivo. Su maestría ha quedado plasmada tanto en su obra lírica como en la narrativa y dramática, consiguiendo reconocimientos en todos estos campos.
Con un lenguaje prolífico en imágenes y recursos líricos, sus obras han destacado por su elaboración formal y su lenguaje mordaz. El amor, la soledad, la vida, la muerte y la crítica social e histórica, siempre con una gran carga alegórica, han sido los temas centrales de sus escritos.
Poesía
El primer género que el prolífico autor cultivó fue la poesía. En su lírica se distinguen registros diversos, variaciones argumentales y evoluciones estilísticas, pero sus obras tienen un vínculo con la tradición, una influencia que el escritor José Manuel Caballero Bonald distinguió como “barroquismo sustancial”. Así, su base estética se nutre de los poetas barrocos, de la Generación del 27 –como Cernuda o Aleixandre– y de Cántico –sobre todo Pablo García Baena y Ricardo Molina–.
Gala comenzó muy joven a escribir poesía y en 1959 publicó su primera obra, Enemigo íntimo, con la que consiguió un accésit del premio Adonáis.
Era una época “oscura” en la que el escritor “encuentra su salvación personal en el amor”, según Caballero Bonald. Ya desde sus inicios Gala rompió los cánones establecidos y “aportó a la poesía monocorde de entonces una opulencia expresiva que chocaba con lo que se estaba haciendo”. Su poética era “elegante y penetrante, rica en matices expresivos, integrada en la tradición del barroco andaluz con lastres senequistas y marcada por una gran delicadeza expresiva”, aseguró Caballero Bonald en el Congreso Internacional Antonio Gala y el arte de la palabra, celebrado en Córdoba en 2008.
A Enemigo íntimo siguieron La deshora (1962), Solsticio de invierno (con el que obtuvo en 1963 el premio Las Albinas) y Meditación en Queronea (1965), “una elegía sobre la nobleza inmarchitable del vencido” que reflexiona al mismo tiempo sobre el amor, la crueldad y la injusticia. Tras él llegaron 11 sonetos de La Zubia (1981), 27 sonetos de La Zubia (1987), Poemas cordobeses (1994) y Testamento andaluz (1994). En este último libro, Gala da un giro desde los metros clásicos hacia nuevas métricas y estilos.
Esta aventura continúa en El poema de Tobías desangelado (2005), una crónica de viajes en la que se percibe un despojamiento formal, un verso más austero y más explícito, menos equipado de adornos. Además ha publicado Valverde, 20; Perseo, Baladas y canciones y Poemas de amor.
Teatro
La obra dramática de Antonio Gala es la más importante de su producción literaria, con 27 trabajos escritos (sin contar con las adaptaciones teatrales que ha realizado). Con Los verdes campos del Edén (Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca y Premio Ciudad de Barcelona de teatro) abrió en 1963 una larga lista de éxitos muy reconocidos por el público y menos por un sector de la crítica, que no ha sabido clasificarlos debido a la voz lírica que aflora en ellos. “Ha llenado de poesía el escenario”, manifestaba Pablo García Baena respecto a esta característica de su obra dramática.
El catedrático de Literatura Española de la Universidad Complutense de Madrid Andrés Amorós distingue en la obra dramática de Gala varios elementos definitorios: los personajes, el tiempo, el espacio y la empatía con el público.
“Sus personajes tienen que ser fuertes ante las fuerzas opresoras y dóciles frente a los mandatos del destino, porque éste está escrito desde el principio. Por tanto la vida es una tragedia y unas veces los personajes la aceptan y otras intentan escapar”, entiende Amorós.
Por otra parte, el catedrático expone que el escenario de sus obras es cerrado, no hay una acción exterior, ya que “el tiempo real tampoco importa en sus obras, sino que trata el tiempo vivido, el psicológico”, y resalta el uso del sentido del humor como forma de enganchar e implicar emocionalmente al público.
Aunque Gala aseguró en alguna ocasión que no le gustaba el teatro y se sintió un poco abocado a él casi por una fatalidad, es este género el que le enseñó a trazar y componer los personajes, sobre todo el ideario y universo femenino, que supo explorar como pocos escritores. Mujeres son las protagonistas de Anillos para una dama (1973), Las cítaras colgadas de los árboles (1974), el musical Carmen, Carmen (1975), Petra Regalada (1980), La vieja señorita del paraíso (1980), La truhana (1992), Las manzanas del viernes (1999) e Inés desabrochada (2003). Y para interpretarlas ha contado con importantes actrices españolas, siendo su fetiche Concha Velasco.
Antonio Gala fue además una figura clave en el teatro español de la Transición. A través de sus obras teatrales se atrevió a retratar a las dos Españas, poner en duda los valores tradicionales y revisar la figura del Cid.
La influencia de Córdoba, su ciudad de adopción, también se hace presente en su obra dramática, en concreto la influencia de la herencia romana y mora de la ciudad. Así lo entiende la hispanista de la Universidad de Dallas Hazel Cabrera, que cree que “algo hay de romano y moro que comparte nuestro autor con esta antigua tierra, como la elegancia natural, la seriedad castiza, un aprecio de la belleza y un lenguaje chispeante y profundo”. Por lo tanto, es lógico que su teatro también responda a este legado.
Entre sus obras dramáticas también destacan El caracol en el espejo (1964), El sol en el hormiguero (1966), Noviembre y un poco de yerba (1967), Spain’s strip-tease (1970), Cantar del Santiago para todos (1971), Los buenos días perdidos (Premio Mayte de teatro, 1972), La cenicienta impuntual, Suerte, campeón (1973), ¿Por qué corres, Ulises? (1975), Samarkanda (1984), El veredicto (1984), el libreto de ópera Cristóbal Colón (1985), El hotelito (1985), Séneca, o el beneficio de la duda (1987), La cámara de Ratisbona, Los bellos durmientes (1994) o Café cantante (1997).
Narrativa
La llegada de Antonio Gala a la novela fue tardía. No lo hizo hasta 1990 con la publicación del El manuscrito carmesí, con la que obtuvo el Premio Planeta. Desde entonces y hasta 2008 publicó 12 novelas y libros de relatos. La última: Los papeles de agua, en 2008. El propio escritor admitió que en los últimos años se encontraba más cómodo con este género porque en el teatro “dependes” de muchas circunstancias externas.
El segundo éxito del autor en narrativa fue La pasión turca (1993), llevada al cine por Vicente Aranda aunque sin el beneplácito de Gala. En este libro relata la tortuosa y dramática pasión de Desideria por un hombre que conoce en Turquía y que la ciega hasta el punto de abandonar su vida y su matrimonio por él.
Más allá del jardín llegó en 1995 y también fue adaptada a la gran pantalla, en esta ocasión por Pedro Olea. En ella de nuevo hace protagonista a una mujer, Palmira, perteneciente a la clase alta sevillana, que al llegar a la menopausia empieza a plantearse su forma de vida y se da cuenta de los problemas y secretos que hay en su familia.
Atrevido y arriesgado, Antonio Gala nunca tuvo reparo de tratar ciertos temas tabúes para la sociedad como la bisexualidad, el erotismo o los tríos amorosos, como hizo en 1996 en La regla de tres. También abordó el amor profano y el amor divino sentidos por una monja en Las afueras de Dios (1999), donde el autor denuncia la soledad y el abandono al que se ven abocados muchos ancianos.
De 2001 a 2003 sacó a la luz tres libros, uno por año: la novela El imposible olvido, y los libros de relatos que giran en torno a las relaciones amorosas Los invitados al jardín y El dueño de la herida.
Tras unos años sin publicar, en 2007 llega a las librerías El pedestal de las estatuas, una “historia novelesca” en la que cuenta la historia oculta de la España de Felipe II a través de los cuadernos de su secretario, Antonio Pérez.
Su última novela publicada fue Los papeles de agua, en 2008, en la que hace protagonista a Deyanira Alarcón, una escritora que tras muchos éxitos ha visto caer su carrera y decide marcharse a Venecia para emprender una nueva vida.
En mayo de 2009, Antonio Gala anunció en un acto en Córdoba que trabajaba en una nueva novela, Los lazarillos ciegos, en la que relataría “el triunfo del trío en el amor”. Aunque en principio pensó la obra –que no ha llegado a publicarse– para teatro, al final decidió hacerla novela. En ella “el amor conduce a tres personas a su verdadero destino; es el triunfo del trío en el amor” aunque “es una predestinación a la que los personajes se están resistiendo sin darse cuenta”, manifestó el propio autor en una actividad en la Fundación Gala.
Artículos
Desde los años 70, Antonio Gala ha dado su opinión sobre la actualidad española y sobre situaciones de la vida cotidiana a través de artículos publicados en los principales medios escritos españoles, como Pueblo, Sábado Gráfico, Actualidad española, El País y El Mundo. Debido al interés que siempre han despertado las reflexiones del autor y su verbo afilado, estos textos se han reunido en varios libros.
El primero de ellos fue Charlas con Troylo (1981), que recoge artículos que aparecieron en El País dominical desde el 22 de junio de 1979 al 16 de noviembre de 1980. En estas charlas que mantenía con su perro Troylo, Gala pasa de unos temas a otros con aparente naturalidad y lleva al lector de los hechos cotidianos a las generalizaciones irónicas. Y todo con el objetivo de crear belleza.
También ha publicado Texto y pretexto, que reúne artículos publicados en la revista semanal Sábado Gráfico desde 1973 hasta 1978. El gay power, la Iglesia, el Estado de las autonomías o la muerte de Franco fueron algunos de los temas que trató en esta época, en la que llegó a ser censurado y a tener 16 procesos simultáneos.
A principios de los 80 escribió En propia mano, una recopilación de cartas en las que sus reflexiones sobrepasan el puntual acontecimiento político y social para centrarse en las preocupaciones cotidianas. En 1985 reunió sus artículos publicados en el suplemento dominical de El País en su sección Cuaderno de la dama de otoño –por uno de ellos fue procesado por injurias al Ejército, aunque años más tarde se archivó el caso–, en 1988 llegó Dedicado a Tobías y tras él una larga lista en la que figuran La soledad sonora (1991), Proas y troneras (1993), A quien conmigo va (1994), Carta a los herederos (1995), Troneras (1996) y La casa sosegada (1998).
Cine y Televisión
El cine y la televisión tampoco escaparon a la maestría de Antonio Gala. Entre 1972 y 1973 fue guionista del programa cultural Si las piedras hablaran y entre 1976 y 1985 de Paisaje con figuras, ambos dirigidos por Mario Camus. Con el cineasta cántabro también trabajó en las películas Digan lo que digan (1968) y Esa mujer.
Por otra parte, para televisión realizó las adaptaciones de El rey Lear, Ricardo III, Romeo y Julieta, El burgués gentil hombre y Las Troyanas.
Otros géneros
En 1992, la pasión que el autor sentía por la Alhambra se plasmó en un libro, Granada de los nazaríes, en el que el monumento da voz a la ciudad de Granada, protagonista y narradora de su propia historia desde la primera mitad del siglo XIII hasta el ocaso de Al-Ándalus en 1492. Al año siguiente aparece Córdoba de Gala, una antología de textos relacionados con Córdoba o en los que el escritor habla de ella y que están comentados por Ana María Padilla.
También hizo recopilaciones de sus textos: en el año 1993 publicó El águila bicéfala, una selección de sus textos sobre amor; y en 1996 hizo un compendio de su obra en El don de la palabra.
En 1999 sale a la venta Trece noches, un libro fruto de las conversaciones que Gala mantuvo con el periodista Jesús Quintero durante un programa que se televisó durante 13 días en Canal Sur Televisión. El amor, el dinero, la guerra, los mitos o el paso del tiempo son algunos de los temas que abordaron.
En el año 2000 llegó a las librerías Ahora hablaré de mí, una autobiografía en la que Antonio Gala se sinceró y rememoró los recuerdos y acontecimientos que habían significado algo desde su niñez hasta la edad adulta. En esta obra íntima el escritor hizo cómplices a sus lectores de sus vivencias, sus pensamientos, sus sentimientos y sus ideales, siempre usando el tono crítico, pícaro e irónico al que los tuvo acostumbrados a lo largo de su vida. Y, por último, en 2012 salió a la venta Quintaesencia, una recopilación de sus mejores aforismos.
También te puede interesar
Lo último