Aseguran que el hombre acuchillado en La Carlota sufrió rotura de la aorta
Los forenses señalan que el agresor utilizó un arma cortante, como un cuchillo o una navaja, con unas dimensiones de 25 centímetros de largo y cuatro de ancho

El equipo de médicos forenses que se encargaron de la autopsia de Juan Antonio Espinar, acuchillado supuestamente por su sobrino el pasado 28 de julio de 2008 en el departamento de La Paz de La Carlota, aseguraron ayer, durante la celebración de la tercera jornada de la vista oral, que la víctima falleció como consecuencia de la rotura de la vena aorta que le provocó una hemorragia interna. Uno de los facultativos detalló ante el juez y el jurado popular que el fallecido presentaba tres heridas, dos de ellas superficiales en la barriga y una tercera en el lumbar derecho más profunda, que fue la causante de la muerte.
Para provocar estas lesiones, según los facultativos, el agresor empleó un objeto inciso cortante, como por ejemplo una navaja o un cuchillo, con una longitud de 25 centímetros y una anchura de cuatro centímetros. Las dimensiones del arma provocaron que al penetrar la piel y los músculos del cuerpo afectara a órganos vitales como el diafragma, la cavidad torácica y la aorta hasta llegar al pulmón izquierdo. La gravedad de estas lesiones, según uno de los forenses, impidieron que el servicio de emergencias sanitarias pudieran salvar la vida de la víctima. "La muerte era segura por las lesiones en la aorta, ya que es vital para la circulación sanguínea del cuerpo", apuntó uno de los forenses. Incluso, los médicos encargados de la autopsia apuntaron que para causar dichas lesiones el agresor tuvo que emplear una fuerza "muy importante" sobre el cuerpo de José Antonio Espinar.
Asimismo, señalaron que la hipótesis más probable es que la víctima se encontrara de pie cuando recibió las puñaladas por la dirección de las heridas -de abajo hacia arriba- que provocaron una hemorragia interna masiva.
Por su parte, los facultativos que se encargaron del estudio mental del acusado -J. M. E. E.-, realizado el 16 de marzo de 2009, determinaron que padece una enfermedad mental diagnosticada como esquizofrenia paranoide, tal y como diagnosticaron previamente otros especialistas. Asimismo, señalaron ante el juez que el presunto autor de los hechos era consumidor asiduo de alcohol y cannabis. No obstante, los médicos apuntaron que no existían evidencias para determinar que J. M. E. E. sufría un brote psicótico en el momento de los hechos que le mermaran sus capacidades volutivas o intelectivas. Además, señalaron que el acusado antes del fatal desenlace había reducido la dosis de su medicación, ya que había experimentado una mejoría en su enfermedad mental. "La esquizofrenia es incurable y aparecen brotes durante toda la vida del enfermo, pero según los informes, el acusado no estaba en esta fase cuando se produjo el incidente", apuntó un forense.
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