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La noria de la Albolafia podría volver a girar. El alcalde de Córdoba, José María Bellido, ha anunciado este lunes las obras de recuperación y restauración de este monumento, un símbolo que forma parte incluso del escudo de la ciudad y que llevaba años oculto tras la vegetación. Una vez que la Junta de Andalucía ha acometido la limpieza de los Sotos en torno a esta estructura, Bellido ha asumido que ahora "es el turno de la noria" y ha avanzado que encargará a la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) y a la Delegación de Casco Histórico que acometan "el proyecto de recuperación y restauración" de la noria "para que luzca mejor".
Bellido ha explicado que esto forma parte del interés de Capitulares por el patrimonio de la ciudad, toda vez que ya ha intervenido en la Puerta del Puente, el retablo de San Rafael de la calle Lineros o el cercano Alcázar de los Reyes Cristianos.
La noria ha permanecido oculta por la vegetación varios años pese a tratarse de un símbolo indiscutible de Córdoba. La Junta de Andalucía ya ha retirado "la vegetación, los escombros y la basura" que impedían su observación, y "ahora es el momento del Ayuntamiento", ha dicho el primer edil.
Pertenenciente al molino homónimo, se ubica en la orilla derecha del Guadalquivir, entre el Puente Romano y el de San Rafael y es el molino de mayor antigüedad de los existentes en la ribera. Su importancia en la historia de la ciudad es tan relevante que la noria aparece en el escudo local desde el siglo XIV. Además, se encuentra en el perímetro del Casco Histórico de Córdoba, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984 y ampliado en 1994. También cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC).
Los historiadores Julio Caro Baroja y Torres Balbás declararon que la reina Isabel la Católica mandó desmontar la noria en junio de 1492, cuando se hallaba enferma en el Alcázar, debido al ruido que producía la rotación de su eje. Además, José de la Torre y del Cerro publicó un documento de 1508, conservado en el Archivo Municipal, que así lo atestigua. Tras su desmonte, la propiedad de las aguas pasó a Pedro dHermosilla en 1499, "broslador y criado de los reyes" y vecino del barrio de Santa Marina.
Su función inicial fue la de proveer agua de riego de las huertas del Alcázar, aunque más tarde se convierte en molino harinero y batán. Durante los siglos XIV y XV tuvo cinco ruedas de moler, dos pertenecientes a la iglesia mayor y las tres restantes a miembros de la oligarquía local. El aspecto exterior del molino permaneció prácticamente invariable entre los siglos XVI y XIX, tal y como se aprecia en grabados históricos. Fue desamortizado en 1855, y en 1870 pasó a ser propietario Rafael Sánchez Castañeda. Una vez fallecido, sus hijas se hicieron cargo de la estructura, aunque posteriormente fue embargado por Hacienda en 1914, y pasó a ser propiedad del Estado.
Más adelante, en 1965, se cedió al Ayuntamiento de Córdoba. La última intervención se llevó a cabo en 1992, tras sufrir un incendio, cuando se reconstruyó y se aprovecharon las obras para excavar la base del molino y dejar al descubierto los canales de paso de agua.
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