Bachillerato Artístico: Seguimos bregando

Loco por la música

Es el momento de hacer ver a los responsables públicos que este problema tan actual, candente y urgente necesita, sin duda alguna, una moratoria ‘sine die’

Concentración de los estudiantes en la Subdelegación del Gobierno de Córdoba.
Concentración de los estudiantes en la Subdelegación del Gobierno de Córdoba. / El Día
Harold Hernández

20 de febrero 2022 - 09:31

No pretendo realizar un alegato de cuestiones que son sabidas por los que incansablemente trabajan a diario en las enseñanzas artísticas y, en especial, de la música, con amor, responsabilidad y denuedo; desde aquí mi más sincero abrazo y mis mejores deseos para el futuro.

Pero sí quisiera hacer ver que, con miles de trabajos y esfuerzos, se logra que muchos de nuestros conciudadanos pongan el nombre de nuestro país en alto en diversidad de agrupaciones musicales de altísimo nivel por el mundo. Qué cosas no se lograrían teniendo un sistema de enseñanza de la música avanzado, libre de cargas burocráticas y pensando en el futuro, no en el gasto económico.

Continuando con la mejor intención de dar luz a un tema que sigue siendo candente por las afectaciones que provoca y cuya reivindicación de base apoyo totalmente, y es una moratoria, más que justa, de la normativa que regula a estas alturas del curso ciertos cambios en las asignaturas a evaluar en los alumnos que cursan el Bachillerato de Artes. Tal y como hice ver en mi columna anterior, también considero acertado exponer que las reivindicaciones tienen que partir de una base realista y legal.

El Bachillerato español, según la ley, consta de dos cursos y tiene como finalidad proporcionar al alumnado formación, madurez intelectual y humana, conocimientos y habilidades que les permitan desarrollar funciones sociales e incorporarse a la vida activa con responsabilidad y competencia, además de ser la vía para el acceso a la educación superior.

Las modalidades del Bachillerato en España que ofrecen las administraciones educativas son tres: Ciencias, Humanidades y Ciencias Sociales, y Artes. Como podrán apreciar, el llamado y más que deseado “Bachillerato Musical y/o Bachillerato de Danza” actual, lamentablemente no existe.

La organización de los estudios artísticos en general es una cuestión de largo debate y que con las innumerable leyes de educación surgidas en los últimos 30 años nunca ha sido resuelta a gusto de todos, porque, al parecer, rara vez el legislador recurre a los que realizan su labor a diario en este ámbito para recibir ayuda, consejo o colaboración para dar luz a una normativa que rija estos estudios en todos sus niveles y que evite, parafraseando a un afectado de la normativa actual, un desconcierto que acaba siendo perjudicial para los estudiantes de música y danza (actuales y futuros) y para el propio arte en la sociedad actual.

Considero que es el momento de hacer ver a los responsables públicos que este problema tan actual, candente y urgente, necesita, sin dudas, de una moratoria sine die de la obligación de cursar la asignatura Fundamentos del Arte. Pues aunque esté recogida en la ley y es de obligado cumplimiento, no entra dentro de las asignaturas que dependen y competen a las comunidades autónomas, no se ha cumplido en ningún momento con anterioridad y no es de recibo hacerlo por imperativo a mediados de curso.

Otra cuestión también muy curiosa y que afecta a cualquier reivindicación es la realidad estadística que demuestra, con datos, que más del 90% de los alumnos que han pertenecido al casi extinto Plan de Coordinación, y que se han beneficiado de las posibilidades y ventajas que daba pensando en futuros artistas, no han continuado con los estudios que tanto esfuerzo les costaron en favor de otros, aprovechando así la posibilidad para conseguir de manera más fácil notas altas en la Pebau para el acceso a carreras con alta demanda. Esta es una cuestión digna de analizar con vistas al futuro.

En un artículo anterior titulado “Una Ley que genera dudas”, al que les remito, publicada en este mismo periódico el 8 de marzo de 2020 ya advertía de los malos augurios que traía la nueva ley para las enseñanzas artísticas, tanto en las enseñanzas propias como en las enseñanzas generales obligatorias.

Considero que es una idea diáfana y sensata para dar una solución definitiva a problemas acuciantes como el que tratamos hacer ver a quien corresponda, que tal vez con un cambio mínimo de organización en los conservatorios tanto de música como de danza, el otorgar un título intermedio al finalizar las enseñanzas del curso cuarto de EEPP, coincidiendo con el final de la ESO, ayudaría a que los que realmente deseasen realizar el Bachillerato Artístico no tuviesen problemas y que obviamente los que deseasen tener acceso a otras carreras universitarias cumpliesen con su sueño teniendo ya un reconocimiento a sus muchos años de esfuerzo musical o danzario.

Es difícil reflexionar sobre esto sin creer que es prácticamente increíble que quienes son responsable de la educación, y esa es la base de la cultura y el futuro de las actuales y próximas generaciones, tengan la genial idea de cambiar las reglas de juego a mediados del partido.

Como ya mencioné la semana anterior e hice ver en marzo de 2020, en países como Francia, los ministerios de Educación, de Cultura y de Juventud y Deporte signaron un protocolo defendiendo el carácter “primordial para la formación general” de la educación artística hace más de 15 años. Y otros como Alemania han destacado en multiplicidad de ocasiones el altísimo valor social y económico de la educación artística en la formación y el desarrollo humanos.

Tal vez sea lo más doloroso, ver cómo los encargados de sustentar, apoyar y promover la enseñanzas artísticas en general no solo no muestran el interés debido, sino que dejan en manos inexpertas las cuestiones más importantes porque priman más lo números que el sentido común.

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