Los Baños de Popea recuperan su esplendor en la Sierra de Córdoba
Medio ambiente
La poza se llena tras las lluvias del invierno y el enclave, joya natural de Córdoba, vuelve a brillar
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Los Baños de Popea, joya de la Sierra de Córdoba, vuelven a brillar. Tras un periodo aciago de sequía que ha amenazado a este paraje durante meses, el agua fluye de nuevo por el arroyo del Molino y llena la poza, que se exhibe turquesa, fresca, cristalina. Los excursionistas que durante estos días en los que asoma la primavera llegan hasta aquí se reencuentran con el frescor que antaño caracterizaba el entorno, cerca de la barriada de Santa María de Trassierra. La pequeña cascada cae con ritmo vertiginoso y la vegetación, propia de otras latitudes, se agarra a los riscos. Es una estampa que suele sorprender y que uno a duras penas asocia con la tórrida Córdoba del calor de récord del verano, cuando los baños se secan y adquieren un color achocolatado.
"El problema está en que los estiajes cada vez son más pronunciados", advierte el portavoz de Ecologistas en Acción, Juan Escribano, quien lleva tiempo poniendo el foco sobre la debilidad del paraje, al límite de la extenuación por la sobreeplotación del acuífero en los meses de verano, cuando en las parcelas de los alrededores llenan las piscinas. "Aunque no ha llovido demasiado, sí lo ha hecho de manera muy positiva para el campo, y la mayor parte de los arroyos corren bastante", cuenta Escribano. Esto explica el renacer de los Baños, aunque llama a estar atentos: "En la cabecera del arroyo del Molino, que nace en la fuente del Elefante, hay una proliferación de parcelaciones ilegales que no son reconducibles y que podrían ser la causa del problema". La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CGH) conoce la denuncia.
Los Baños de Popea son un ecosistema único en el término municipal, con una vegetación de ribera de gran valor. Como es propio del clima mediterráneo, era habitual que el arroyo del Molino se extinguiera coincidiendo con los momentos más secos y cálidos del verano, pero este fenómeno se adelanta cada vez más. "Estamos totalmente convencidos de que el principal problema es la profanación ilegítima del acuífero para llenar las piscinas", insiste Escribano. A la espera de lo que ocurra en verano, que será el momento de comprobar si el brillo de estos días es un mero espejismo, los senderistas llegan por centenares cada fin de semana para redescubrir los Baños.
Es algo que, por el momento, no preocupa: "Partimos de que el campo está para que la gente lo disfrute, y el perfil del nuevo senderista es bastante positivo. Nada tiene que ver con el antiguo perolista. Ahora no se deja huella", agradece. Sí advierte de que el auge de esta práctica que busca el contacto con la naturaleza empieza a provocar la reacción de algunos propietarios, que están cerrando caminos. "Hay que buscar la fórmula para que los distintos usos sean compatibles de manera respetuosa", propone.
Por el momento, y hasta no se sabe cuándo, la estampa es similar a la que enamoró a los poetas cordobeses del Grupo Cántico, que fueron quienes precisamente lo nombraron como Baños de Popea.
Se cuenta que un día paseaban tres de los componentes del grupo, Pablo García Baena, Juan Bernier y Ricardo Molina, cuando vieron a unas chicas bañándose en el arroyo y este último exclamó: "Mirad, como Popea en el baño". Hacía referencia a la emperatriz romana Popea Sabina, personaje popular en aquel momento por la película El signo de la cruz (1932), en la que la actriz Claudette Colbert aparecía bañándose en leche de burra tal y como hacía la emperatriz. Las chicas comentaron la anécdota a los vecinos de Trassierra, la historia se expandió y la zona empezó a conocerse como tal. Con algo de imaginación, uno podría visualizar a Claudette Colbert entre bastones de senderismo, mochilas y bocadillos.
Una ruta de gran valor
Lo cierto es que se trata de un entorno de gran valor ambiental y paisajístico. En el camino se pueden encontrar restos de molinos antiguos, la mayoría de época árabe, el más importante de ellos el llamado del Molinillo. Estas estructuras permitían fabricar harina en grandes cantidades para la Córdoba califal del siglo X, que se estima con una población de 500.000 habitantes, de las más importantes de la época en Europa. También se pueden encontrar acueductos y restos de una calzada romana. En 2016, la ruta se encontraba entre las diez mejores de España según el buscador Skyscanner.
En cuanto al valor ambiental, en los alrededores de los Baños de Popea se pueden hallar aves como la curruca, el ruiseñor, el búho chico, el mirlo y la lechuza común, entre otros, además de mamíferos como el ciervo, el jabalí, la liebre, el conejo, la nutria, el tejón, la comadreja, el zorro, el lirón, el ratón de campo, el erizo común, la rata de agua y el murciélago. También crecen anfibios, como la ranita meridional, la salamandra común, el sapo partero, el sapo ibérico, el sapo común y el tritón jaspeado. Respecto a los reptiles, destacan el galápago leproso, el lagarto ocelado, la culebra bastarda, la culebra de agua, el gallipato, el eslizón ibérico y la lagartija.
A pocos metros serpentea el arroyo Bejarano, que muere en el Guadiato. Su seña de identidad es un bosque en galería que, aunque frágil, estos días se muestra en todo su esplendor, con un cauce que fluye ruidoso y que recorren cientos de senderistas los fines de semana. El relieve es suave pero con algunos desniveles importantes que permiten bellas vistas y que animan los saltos de agua. Al final del sendero -o al principio, según se empiece- corre el río Guadiato, el curso que determina en gran medida la sierra cordobesa.
En su tramo inferior, de hecho, se encuentran algunos de los lugares más interesantes de la provincia de Córdoba desde el punto de vista natural. Con gran diversidad y singularidad botánica y faunística, refleja las distintas etapas que componen Sierra Morena, desde pastizales y bosques hasta cantuesales, jarales, acebuchales, coscojales y madroñales. El gran interés de su vegetación reside en la frecuencia con la que aparecen las etapas más maduras, explican los expertos, lo que convierte la zona en la mejor conservada de la provincia de Córdoba y, probablemente, de toda Andalucía. Destacan las apretadas saucedas de Salix pedicellata (sarga negra), así como alisedas y olmedas que pueblan los arroyos.
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