Boticaria García: "En las dietas los atajos no existen"
Entrevista
La farmacéutica y divulgadora presenta en Córdoba su nuevo libro, 'Tu cerebro tiene hambre', en el que aborda mitos sobre las dietas y conceptos como el hambre emocional o la alimentación consciente
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La farmacéutica y divulgadora científica Marián García, conocida como Boticaria García, llega a Córdoba este viernes 12 de abril (19:00) para presentar su nuevo libro, Tu cerebro tiene hambre, publicado por la editorial Planeta. La cita será en la librería La República de las Letras (plaza de Chirinos) y en ella habrá diversión y conocimiento asegurado para todos los asistentes. La autora aborda mitos sobre las dietas y acerca al lector conceptos como el hambre emocional o la alimentación consciente, a la vez que da pautas sobre el ejercicio físico. Todo ello de forma amena y cercana, como acostumbra a hacerlo en sus redes sociales y apariciones televisivas.
-¿Qué se van a encontrar quienes acudan a la presentación de su libro en Córdoba?
-Vamos a volver a la infancia. Vamos a volver a Érase una vez la vida, que todos nos acordamos de los glóbulos rojos, las células del sistema inmune... Pues ahora vamos a hablar de otros protagonistas como son el adipocito, que es la célula grasa, a la que le tiene la gente un poco de manía pero es un ser muy simpático con muchas funciones; del miocito, que es la célula muscular; y de las superquinas, unos compuestos que se generan cuando se hace ejercicio de fuerza que tienen unos superpoderes porque son capaces no solo de mejorar la forma física, sino también la microbiota, tienen propiedades antiinflamatorias y favorecen la memoria. Vamos a hablar de todas estas figuras pero con disfraces, por lo que si vienen niños van a ser protagonistas, y con música, ya que habrá una guitarra para ilustrarlo todo con canciones.
-Entonces es para todos los públicos.
-Cuando hay niños pequeños es una maravilla porque hacen que la función sea mucho más tierna y espontánea. Y si no, los mayores también se disfrazan y juegan. Aquí venimos todos a jugar.
-Ha escrito un libro con formato de manual, muy visual, con dibujos y esquemas. ¿Es asequible para todo tipo de lectores?
-Esa es la idea. El humor y las metáforas son la vaselina con la que intento que llegue el mensaje. Cada capítulo empieza por "Érase una vez..." con una explicación que podría ser para un niño de 10 años. Luego nos metemos más en materia, pero siempre desde un tono muy cercano y amable. Y no solo eso, lo más importante es que el libro ofrece consejos prácticos. Por ejemplo, en el capítulo dedicado al ejercicio explico el Tris Tras: en un tris, 10 o 15 minutos al día, cómo hacer ejercicios de fuerza. Y lo hago con imágenes, explicando cuántos minutos y veces por semana. Vamos directos al grano, pero siempre desde la ciencia y la evidencia.
-¿Qué falsos mitos hay que desterrar a la hora de hacer una dieta?
-En primer lugar, las he clasificado en un semáforo. En rojo aparecen las que no debemos hacer porque en las dietas los atajos no existen. Todo lo que nos propone perder peso de manera rápida claro que funciona, pero un ratito, porque el 90% de las dietas fracasan entre los seis y nueve meses después. Las dietas de los batidos, de las barritas, las dietas de los famosos... Porque los famosos en realidad no hacen esas dietas, son inventos de clickbait y de las redes sociales. Las dietas de 500 calorías lo que hacen es generar un efecto yoyó porque a tu cuerpo le das poca energía, la tiene que sacar de algún sitio y lo hace del músculo, que tiene más mitocondrias, unos compuestos capaces de quemar más energía. Cuando volvemos a comer normal, nos encontramos con que hemos perdido músculo, que es el que nos hace perder más grasa, con lo que no solo recuperamos lo que hemos perdido sino que incluso podemos superarlo. Quien diga lo contrario es que no tiene conocimientos de fisiología. Ahora hay también una tendencia de tomar un chupito de vinagre antes de comer porque baja la glucosa. Eso no tiene sentido para personas sanas porque el cuerpo es capaz de generar la respuesta metabólica con la insulina suficiente. Además, para el azúcar simple no sirve, solo sería para hidratos de carbono complejos. Y quienes tienen diabetes lo que tienen que hacer es tomar su medicación de manera controlada. Los remedios de la abuela están bien, pero tenemos que ser serios a la hora de tratar enfermedades metabólicas que pueden tener implicaciones posteriores.
-En las redes sociales vemos muchos tipos de dietas. ¿Está haciendo daño esta difusión? ¿Hay más gente que se apunta a estas dietas por verlas a influencers?
-Por supuesto, las redes sociales amplifican los mensajes, tanto los buenos como los malos. De ahí la importancia de discernir quiénes son los divulgadores o los influencers que aportan contenido realmente basado en la evidencia. Yo, para eso, he buscado la evidencia científica sobre los diferentes tipos de dietas que hay y las he clasificado en un semáforo.
-¿En qué consiste la alimentación consciente de la que habla en su libro?
-La alimentación consciente o el mindful eating está basado en técnicas milenarias que se utilizan por ejemplo en el budismo y que, aunque nos suene un poco raro, tienen evidencia científica. Se basan en que a la hora de llegar a comer pongamos atención para que nuestros sentidos y nuestro cerebro, que es el que tiene hambre, perciba que realmente estamos comiendo y los mecanismos de la saciedad se generen adecuadamente. Por ejemplo, yo siempre digo que cuando nos sentamos a comer hay que bendecir la mesa como lo hacían nuestras abuelas. Podemos agradecer los alimentos si queremos a la cajera del supermercado, a la señora que los ha plantado... pero hay que pararse y tener en cuenta que algo está pasando. Cuando somos conscientes de que hemos empezado a comer comienzan a generarse mecanismos. Hay una serie de técnicas que yo resumo en un decálogo que pueden suponer una ayuda a la hora de hacer una actividad tan cotidiana como comer.
-¿Cómo influyen el estrés y la ansiedad en la alimentación?
-En el libro hablo de cinco tipos de hambre. El hambre del estrés o incluso por aburrimiento lo llamo hambre emocional. Cuando eso ocurre, hace que se libere el cortisol, la hormona del estrés; y más grelina, que es una hormona que está en el estómago y manda una señal al cerebro para pedirle que coma. Por otro lado, hace que las hormonas que generan la saciedad no se liberen. Por lo tanto, con el estrés tenemos más hambre y menos saciedad. Además, las personas que tienen obesidad tienen un problema añadido y es que liberan menos dopamina, el neurotransmisor de la anticipación del placer. Si tienen menos placer, van a tener que comer más alimentos. Por eso es importante trabajar contra el estigma porque a las personas con obesidad se les dice que son unas hambronas y la realidad es que su cerebro tiene hambre.
-Cada vez hay más personas que tienen intolerancias alimentarias. ¿Se debe a que hay más medios para detectarlas o influye la alimentación y el ambiente en el que vivimos?
-Es multifactorial. Es cierto que ahora hay métodos para detectar esas intolerancias y antes no existían, pero también es verdad que tenemos muchas alteraciones de la microbiota derivadas del ambiente. En el último capítulo del libro hablo de los xenobióticos. El mundo ha cambiado y tenemos más contaminación, agentes que están en las pinturas, los detergentes, cosméticos de dudosa calidad... Por eso es muy importante que el consumidor adquiera todos los productos, especialmente los que van a entrar en contacto con el cuerpo o los alimentos, en establecimientos que les ofrezcan garantías. Cada vez se habla más de lo natural, pero la palabra "natural" no está registrada en el BOE. Muchas veces bajo la definición de natural nos cuelan muchos productos que no han pasado los controles de seguridad necesarios.
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