41 Festival de la Guitarra: Calamaro conquista Córdoba

La Crónica

El músico argentino ofrece un muy esperado concierto en el que repasa sus grandes clásicos y resucita a Los Rodríguez

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Andrés Calamaro durante su actuación en la Axerquía.
Andrés Calamaro durante su actuación en la Axerquía. / Juan Ayala

Córdoba llevaba un año esperando a Andrés Calamaro, el músico argentino era uno de los cabeza de cartel de la pasada edición del Festival de la Guitarra y acabó cayéndose del mismo, suspendió su gira por el covid. Por eso, el concierto de este salmón de la música que, con la torería que le caracteriza, nada a contracorriente fuera de lo políticamente correcto, era uno de los más esperados de esta 41 edición de la gran cita cultural del julio cordobés. Tan esperado que ha puesto a Córdoba a sus pies con un repertorio de grandes clásicos, tanto de su etapa como componente -junto a Ariel Rot, Julián Infante y Germán Vilella- de esa mítica banda que fueron Los Rodríguez, como de su exitosa etapa en solitario.

En su concierto en La Axerquía, precedido por un intro de The Rolling Stones, el artista argentino ha estado acompañado por Martín Bruhn (batería), el grandísimo Julián Kanevsky (guitarra), Mariano Hernán (bajo) y Germán Weidemer (teclados), conformando una banda sólida que ha ofrecido un sobresaliente repertorio que ha superado la veintena de temas, desde Bohemio -canción que da título a su álbum de 2013- hasta Los chicos -que abría el LP La lengua popular -álbum de 2007-.

Esas dos canciones, con las que suele abrir y cerrar todos los shows de esta última gira, son toda una declaración de intenciones de este amante del toreo, de quien asemeja el arte de la tauromaquia al arte del rock -Calamaro ha llegado a defender que el nuevo rock and roll debe ser Morante de la Puebla-. Porque, en cierta medida, como ha demostrado en Córdoba, lo suyo en lo alto del escenario de la Axerquía ha sido una faena al estilo de las de Morante en los ruedos. Ahora, que juzguen los críticos si es digna de las dos orejas y el rabo.

Bohemio es ser la sombra de encontrarle el sentido a las cosas / bohemio es un deseo de a destiempo, también es necesidad / Te quiero porque a pesar de todo me vas a seguir queriendo un poco más / permite que me saque el sombrero para saludarte, libertad... Insisto, toda una declaración de intenciones el inicio de su show en Córdoba de quien lleva una vida que podría haber descrito Valle Inclán en una de sus novelas.

Si te toca ir arriba, antes que yo / porque existe la vida eterna / lleva de parte mía un cucumelo / por si no llovía en el cielo / y de parte de los 22 / se lo das al chico, cuartetero / y dale un abrazo muy largo / a mis amigos que se fueron primero...Toda una declaración de intenciones también al final el recital con un saludo nostálgico a aquellos amigos a los que les tocó partir primero hacia la vida eterna.

Un momento de la actuación con el público entregado.
Un momento de la actuación con el público entregado. / Juan Ayala

Pero es más, todo su show en Córdoba ha sido una declaración de intenciones, la de un músico de mil vidas que sigue demostrando concierto a concierto lo bueno que fue y es su primer disco en solitario tras Los Rodríguez, Alta suciedad (de 1997) -ese de la portada en la que clona en Bob Dylan-, del que han sonado hasta cinco temas, Alta suciedad, Crímenes perfectos -esa canción de la que Enrique Bunbury llegó a decir que era la que era la mejor del rock en español-, Flaca, Me arde y Media Verónica. Es el disco que más temas aporta al repertorio.

No han faltado tampoco Bohemio, Cuando no estás y Rehenes -de Bohemio-; All You Need Is Pop, El salmón y Tuyo siempre -de ese disco que estaba repartido en cinco Cds y que tituló El Salmón (2000)-; ni Los aviones, Maradona -su gran homenaje al eterno 10- y Paloma -temas de Honestidad Brutal (1999). Ni la inmortal Estadio Azteca -de El Cantante (2004), ese tema que habla de represión, de exilio, de ausencia, de muerte, de fútbol, de drogas, de otros tiempos no tan lejanos, ese tema que poetiza la hazaña de la Selección Argentina de fútbol, con Maradona como estrella infinita, coronándose como campeona del mundo en México 86 en el Estadio Azteca.

En Córdoba, Calamaro también ha resucitado a Los Rodríguez con temazos como Mi enfermendad, A los ojos, Canal 69 y Sin documentos y no podía faltar en su repertorio tampoco esa colaboración con C. Tangana, incluida en el disco El madrileño de este último, Hong Kong, canción que la comienza con una revisión del Nowhere man de The Beatles.

Con Córdoba entregada, con Córdoba a sus pies, Calamaro ha vuelto a demostrar que es ese salmón que se mueve como nadie a contracorriente y que lo mismo borda un rock and roll como un tango o una ranchera o se marca un disco con sabor a jazz, como el último que ha publicado acompañado de colegas, entre ellos el cordobés Vicente Amigo, Dios los cría (2021). Quien ha asistido al concierto de La Axerquía es consciente de ello y así se lo ha agradecido a este músico que hace de su vida, con toda la torería del mundo, al estilo de las faenas taurinas de Morante de la Puebla, canciones que ya son clásicos del rock en español, canciones que ya forman parte de nuestras vidas.

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