Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Día Mundial
“¿Por qué a mí?”. Este fue uno de los primeros pensamientos que sintió Ana Lanza cuando le diagnosticaron cáncer de mama el verano pasado, con tan solo 36 años. La incertidumbre y el miedo se apoderaron de su mente, como algo inevitable: "Lo primero que se te pasa por la cabeza es que hasta aquí". Incluso se enfadó consigo misma al conocer el diagnóstico, como culpándose de algo que no tiene un porqué. Sin embargo, algo más de un año después de que comenzase ese largo camino hasta la recuperación, el mensaje, alto y claro, rotundo, es bien distinto: "Sí se puede".
Este miércoles, 19 de octubre, se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, una jornada que pretende crear conciencia y promover que cada vez más mujeres accedan a controles, diagnósticos y tratamientos oportunos y efectivos para prevenir esta lacra que afecta a una de cada ocho mujeres.
Porque la vida te puede cambiar en cualquier momento, "es una lotería; estamos todos metidos en el bombo y yo he salido". Así, con naturalidad, tras asimilar todo el proceso, lo narra Ana, que no cuenta con antecedentes familiares: "Ves los meses pasar, todo a tu alrededor gira y tú te quedas parada".
El cáncer es traicionero y la enfermedad hace estragos de manera física y psicológica, pero gracias a la investigación y a los nuevos tratamientos, la supervivencia ha ido en ascenso en los últimos años, lo que no quita que todavía aún queda mucho por hacer.
Ana Lanza es un ejemplo de esas mujeres que luchan contra la enfermedad, un mal que se ha convertido en la verdadera "pandemia de este siglo". "La gente se cree que el cáncer de mama es el bueno, y no", indica Ana, que tiene claro que cada paciente es un mundo, y no afecta a todos por igual Es por ello que los profesionales trabajan para aplicar los tratamientos que se adapten a cada tumor y abordar las necesidades que sufre cada persona de forma individualizada.
Esta paciente alienta de una mayor investigación y de más ayudas para luchar contra la enfermedad, ya que "es una hucha sin fondo", sobre todo -incide- porque "hay medicamentos aprobados por la Agencia del Medicamento que el gobierno no aprueba porque valen mucho dinero y esos medicamentos pueden salvar vidas o cronificar enfermedades cuando ya el cáncer se ha convertido en metastásico".
Ana acudió a su médico de cabecera tras notar un bultito en su pecho después de hacerse una autoexploración, y hoy en día se siente "afortunada por haberlo encontrado". Este tipo de reconocimientos hacen que muchas mujeres lleguen a tiempo y puedan tratarse con mejores resultados. "Tenemos que acostumbrarnos y enseñar a las niñas", sostiene como a modo de dogma.
El principio del camino fue duro. Tras dos semanas "interminables" de pruebas médicas con "mucha incertidumbre", llegó el diagnóstico que confirmaba las sospechas y dos meses después fue intervenida. "De la operación salí feliz porque ya lo tenía fuera, pero cada vez que terminas un proceso caes porque no sabes lo que viene después", cuenta Ana a el Día.
Cuando el cáncer irrumpe en la vida de una mujer rompe todos sus esquemas. Ana se encuentra ahora en fase de hormonoterapia tras haber pasado la quimioterapia y la radioterapia. Debido a su edad y situación, ha podido conservar sus óvulos para una posible maternidad, ya que algunas personas pierden la fertilidad después de haber realizado estos tratamientos.
Es cierto que la vida tal y como se conoce cambia, pero todo es un aprendizaje, e incluso de un momento así se puede sacar una enseñanza. "Priorizas otras cosas y ya no le das la misma importancia; hoy en día nos enfadamos por tonterías y te lo tomas todo más a pecho, pero al final te das cuenta que hay otras cosas mucho peores", sentencia.
"Actitud, deporte y alimentación" han sido claves en Ana para afrontar todo el proceso. Tanto es así que este mantra lo sigue aplicando en su día a día. "Pensé que tenía que ayudar a mi cuerpo, que ya bastante estaba sufriendo", apunta Lanza, que llega a asegurar que cuidarse de esta forma le ha ayudado a tolerar los tratamientos.
A veces, una mujer se puede perder al mirarse al espejo, ya que los cambios físicos que produce la enfermedad están a la vista. Una de esas alteraciones se encuentra en el cabello, pues su caída es un efecto secundario de la quimioterapia. Desde fuera se ve como algo superficial, pero para pacientes como Ana, una peluca le ayuda a volver a encontrarse con ella misma: "Vuelves a ser tú", lo que incluso le permite salir a la calle "con más seguridad".
¿Cuáles son los siguientes pasos? ¿Qué me va a pasar? ¿Podré superarlo? Estas son solo algunas cuestiones que rondan la cabeza una y otra vez, ya que enfrentarse a un cáncer da una sensación similar a la de asomarse al vacío. Para luchar contra esa sensación, hay profesionales que se dejan la piel en acompañar a las pacientes en este camino, como ocurre en la Asociación Española Contra el Cáncer en Córdoba, donde tratan y asesoran a cualquier persona que llama a su puerta.
Ana también asegura haberse quedado muy sorprendida al ver todas las mujeres que estaban pasando por su misma situación, pues "no pensaba que éramos tantas". Esta sinergia entre las pacientes es un gran apoyo, ya que "la gente de fuera te puede entender, pero no igual que las que estamos pasando por esto; al final todas somos amigas porque nos comprendemos y sabemos por lo que vamos a pasar".
"Ahora que sanó la cicatriz, escribamos juntos otra historia" canta Manuel Carrasco en su canción Hay que vivir el momento. Y Ana no puede estar más de acuerdo, hasta el punto de que el título de este tema del cantautor onubense se ha convertido en el nuevo lema de su vida, a la que aún le quedan muchos capítulos por escribir.
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