Carmen Laura, la chica que resurgió de sus cenizas en el Hospital Reina Sofía gracias a una cadena de humanidad y optimismo

Sanidad

El personal de Cocina creó cada día tarjetas personalizadas para animarla a comer, ya que tenía un bajo estado anímico tras amputarle las dos piernas por complicaciones en un postoperatorio

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Vídeo realizado por el Hospital Reina Sofía para explicar a Carmen Laura cómo hacían sus tarjetas.

Hace unos meses que Carmen Laura resurgió de sus cenizas gracias a su valentía, su fortaleza y también a una cadena de solidaridad que se creó en el Hospital Reina Sofía de Córdoba para ayudarla a escapar de la difícil situación que estaba atravesando.

Este ave fénix llamada Carmen Laura Delgado había dejado de comer debido a las complicaciones que había sufrido desde que ingresó en el hospital cordobés. En 2018 le fue diagnosticada la enfermedad de Crohn y en mayo de 2022 ingresó para ser intervenida.

Era una operación de ileostomía, pero se complicó y tuvieron que reintervenirla varias veces. En este proceso sufrió un shock séptico y, como consecuencia, el riego sanguíneo no le llegaba bien hasta los pies y tuvieron que amputarle las dos piernas. "Los anestesistas la sacaron a flote" en la Unidad de Cuidados Posquirúrgicos (UCP), explica su endocrina, Concepción Muñoz.

Entonces, entró en una situación depresiva por la que no quería comer. Se alimentaba a través de una sonda nasogástrica y cuando subió a planta, ya en septiembre, su estado nutricional era "pésimo", así que a la doctora Muñoz se le ocurrió que quizás si desde Cocina le enviaban algún detalle especial en cada bandeja, mejoraría su estado de ánimo.

Para ello, contactó con el bromatólogo del Reina Sofía, José Ferreira, que accedió encantado. La petición también fue abrazada con entusiasmo por las dietistas y todo el personal de Cocina, hasta el punto de que todo el mundo se implicó con la historia de Carmen Laura. "Sabíamos que, o mejoraba, o ella no iba a tirar para adelante", explica Muñoz.

Visita de Carmen Laura y su madre a la Cocina del Hospital Reina Sofía.

La especialista apunta que "no se trataba de personalizar la dieta, sino de que hubiera un detalle en su bandeja para que supiera que esa comida estaba preparada especialmente para ella, de forma que tuviera un aliciente que, cuando llegase la comida, despertara sus ganas de comer".

La idea de Cocina fue escribir o dibujar un mensaje a mano en las tarjetas del menú. "¡Buenos días, princesa!", "Un día sin sonreír es un día perdido", "Apunta hacia la luna y, si fallas, estarás entre las estrellas", "Usa tu sonrisa para cambiar el mundo y no dejes que el mundo cambie tu sonrisa", "Cuando uno es todoterreno, lo que sobra es camino", "Borrón y sonrisa nueva, de eso se trata la vida", "La sonrisa es la mejor crema y el mejor cosmético para tu belleza. ¡Sonríe siempre!" son algunos de los mensajes de ánimo y optimismo que recibió Carmen Laura.

La paciente supo "captar" este detalle y le gustó tanto que guardó cada una de las tarjetas que venían en sus bandejas, colgándolas en la pared a modo de mural. La historia corrió como la pólvora por el hospital y muchos de sus profesionales se acercaban a su habitación para visitarla y ver la pequeña obra de arte que estaba formando. Todo el cariño y la energía positiva que llegaba desde esa cadena humana que comenzó por su endocrina y llegó hasta la Cocina estaba condensada en esa creación.

"Ella era una persona muy fuerte, pero estaba pasando una situación muy complicada y aún así se levantó poco a poco", indica Muñoz, destacando que esta iniciativa mejoró su estado de ánimo e hizo que "decidiera pelear, aparte de lo mucho que ya había peleado". La especialista añade que "ella ha sido siempre una persona muy receptiva, una chica muy cariñosa y muy valiente que se dejó ayudar".

Mural que Carmen Laura colocó en su habitación del hospital con las tarjetas que recibía de Cocina.

Así, poco a poco iba comiendo más parte de la bandeja hasta que logró recuperarse y en diciembre le dieron el alta. Ahora acude a Rehabilitación y está a la espera de que lleguen sus prótesis, que estarán en unas tres semanas y van a ser doradas "porque, como he llorado tanto por ellas, valen oro", señala Carmen Laura.

"Cuando llegaba la bandeja, lo primero que hacía era incorporarme en la cama y ver el papel", recuerda esta chica. Entonces, sentía que "había personas que me estaban ayudando, motivándome y preocupándose por mí", lo que le generaba "mucha alegría, por eso lo puse en la pared y así verlo todo el rato".

El éxito de esta bonita iniciativa fue tal que la Dirección del Reina Sofía la presentó a los premios de la Fundación Hospital Optimista bajo el título de Optimismo que cura, consiguiendo el segundo galardón de la categoría Historia Más Optimista.

El círculo de esta historia se cerró cuando Carmen Laura visitó al personal de Cocina y por fin se conocieron en un "emotivo" encuentro. Además, le enseñaron el funcionamiento del servicio, el diploma otorgado por la Fundación Hospital Optimista y le regalaron una taza personalizada con las tarjetas que le habían hecho en el tiempo que estuvo ingresada en planta.

"Creo que son los más olvidados y criticados porque mucha gente tiene el concepto de que la comida está mala; y no está mala, está sosa, pero te acostumbras y está muy buena", apunta.

Cómo se gestó la iniciativa desde Cocina

El bromatólogo José Ferreira cuenta que "entre todos, y sin llegar a planificar nada, surgió una marea solidaria en la que nos olvidamos de categorías y de funciones" para ayudar a esta paciente.

Las dietistas comenzaron a escribir los mensajes en las tarjetas de las tres bandejas que se reparten a diario, pero "poco a poco y debido al tiempo que Carmen Laura estuvo con nosotros, en la cinta de emplatado, en la que participa todo el personal de Cocina (unas 150 personas), se empezaron a dar cuenta de que en cada ingesta pasaba una etiqueta distinta con un mensaje y a querer participar de ello".

Entonces, también comenzaron a hacer unas presentaciones "un poco más atractivas" porque "lo que no entra por el ojo, no entra por la boca" y la intención era "provocarle el apetito". Incluso le grabaron un vídeo para mostrarle cómo era la cocina y cómo era el proceso de elaboración de los menús.

Al poco tiempo, la doctora Muñoz les informó de que la paciente "había cambiado la actitud con respecto a la comida" y que "todos los días estaba deseando que le llegara la etiqueta". Esta "marea solidaria" consiguió que "recuperase las ganas de comer y, en definitiva, las ganas de seguir adelante", resalta Ferreira.

"Nos tenemos que olvidar de categorías y funciones y pensar en el bien que podemos hacerle a una persona simplemente por ponerle buenos días; ese gesto de humanización es algo que debe extenderse a todos los hospitales y servicios porque podemos tener una función muy importante en el apoyo al paciente", concluye el bromatólogo.

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