El otoño en el castañar de Valdejetas, una rareza oculta en la Sierra de Córdoba

Medio ambiente

La finca situada en Trassierra conserva el mayor bosque de castaños de la zona gracias a un microclima fresco y húmedo

Los erizos, los frutos y las hojas crean una alfombra de colores ocres en los días centrales de noviembre

Castañas  y sus erizos en Valdejetas, en la Sierra de Córdoba.
Castañas y sus erizos en Valdejetas, en la Sierra de Córdoba. / Robles

El otoño ha dejado caer una alfombra de tonos ocres en el castañar de Valdejetas, una rareza escondida en la Sierra de Córdoba que estos días muestra el esplendor de la estación como pocas otras zonas de la provincia pueden hacerlo. Pasando la barriada de Santa María de Trassierra, la carretera CO-3402 continúa hacia Villaviciosa, aunque hay que detenerse mucho antes; a poco menos de cinco kilómetros del centro cívico, a la altura de Puerto Artafi, parte un camino hacia la izquierda que se adentra en un bosque espeso de pinos, durillos y zarzas.

El sendero sube y baja varias veces y al fin se detiene ante los muros blancos de la finca de Valdejetas, una propiedad privada que permite el acceso por un portón lateral que es obligatorio cerrar. En pocos pasos cambia el paisaje. El verde predominante de la zona contrasta con los tonos amarillentos y ocres que los castaños exhiben estos días, y el camino queda alfombrado por cientos de erizos entre los que asoman las castañas, pequeñas y dulces.

"Desde el punto de vista del paisaje, Valdejetas es una excepción en la Sierra de Córdoba", explica el profesor del Departamento de Ingeniería Forestal de la Universidad de Córdoba José Luis Quero. Sobre todo, porque para crecer y desarrollarse de manera adecuada los castaños necesitan un clima húmedo y no tan cálido y seco como el de Córdoba, especialmente con un verano tan riguroso, algo que se logra en esta vaguada en la que los castaños conviven con alcornoques de enorme porte y olivos centenarios, explica el experto.

Tiempo atrás, los castaños permitían obtener una herramienta imprescindible para la subsistencia en toda la zona: ramas para varear olivos. Así que, de dimensiones reducidas, moldeados por la mano del hombre, los castañares proliferaron en Trassierra. El de Valdejetas es el de mayor dimensión y el que mejor se conserva, si bien hay muchos otros escondidos entre los pinos y los acebuches. Si se mira el paisaje con detenimiento, es fácil identificarlos por sus ramas altas en las que las hojas, poco a poco, pierden sus pigmentos verdes, que se transforman en marrón y amarillo, lo que contrasta con el resto de vegetación que hay en el sotobosque, explica el profesor Quero.

"Aunque ahora la veamos llena de pinos, ésta ha sido históricamente una zona de cultivo. Había gran superficie de viñedo, de la que ahora solo quedan algunos topónimos como el lagar de la Cruz, el más conocido de todos. Había cereal, que ha dejado como vestigio algunas planicies y los restos de antiguos molinos donde se trabajaba el grano. Y había olivos", explica Ángel Lora, doctor en Ciencias Biológicas y profesor de la Escuela Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (Etsiam) de la UCO.

La mayoría de los castaños de Valdejetas tienen este origen, de ahí la apariencia en corro de los pies: de la misma madre crecen numerosos troncos de escaso porte y gran altura, ya que conforme era necesario para la recolección de la aceituna se iban cortando las ramas. Algunos de estos árboles, aventura el profesor Lora, deben ser centenarios. El paso del tiempo los ha asilvestrado y ahora, integrados en el bosque, son una atracción para los senderistas y los ciclistas que se conocen al dedillo la Sierra de Córdoba y que, por tanto, saben que a mediados de noviembre hay que hacer una excursión obligatoria a Valdejetas.

Unos alcornoques monumentales a los que se ha despojado de su corteza para el aprovechamiento del corcho dan la bienvenida a la finca. En pocos pasos, a la izquierda del camino, aparecen los castaños ordenados en círculos como si fueran el capricho de un paisajista. Las altísimas ramas forman una bóveda de hojas amarillentas y verdosas, algunas de las cuales se desprenden durante el paseo como una lluvia de colores otoñales. También se oyen caer, aquí y allá, las pequeñas castañas envueltas en sus erizos; es una tentación abrirlos, pero hay que tener cuidado si no se llevan las manos protegidas.

En Valdejetas también hay una huerta bien cuidada y a continuación, conforme se avanza por el camino, un olivar centenario con troncos recios que parecen esculturas talladas por los años. Son un vestigio vivo de cuando estas eran tierras de gran riqueza agrícola, explica el profesor Lora, pues al menos hasta los años 70 del pasado siglo en Trassierra hubo cultivos, el más popular el avellano, que de hecho da nombre a las fiesta de la barriada periférica. Algunos de los olivos se han "acebuchado", "asalvajado", dice el profesor. Es lo mismo que ha pasado con los castaños más viejos, que en algunas zonas de la finca se mezclan con ejemplares plantados más recientemente que, al menos en teoría, deben dar buenos frutos. "La gestión de la zona es primorosa. Hay vías pecuarias y caminos públicos y los respetan, nunca ponen obstáculos al acceso", agradece el doctor Lora.

Fuente de carbohidratos en el pasado

"Al contrario que en la Sierra de Aracena en Huelva, donde el castaño sí está bien distribuido debido a las precipitaciones abundantes que llegan desde el Atlántico, a Córdoba los frentes llegan debilitados y es difícil que estos árboles se desarrollen", explica por su parte el profesor José Luis Quero. Solo en determinados emplazamientos de Trassierra coinciden estas circunstancias extraordinarias, y Valdejetas es el mejor ejemplo.

Castaños en Valdejetas.
Castaños en Valdejetas. / Robles

Como curiosidad sobre esta especie, Quero recuerda que entre la comunidad científica aún existe un "debate abierto" sobre si el castaño tiene un origen nativo en estas latitudes o si fue introducido por el hombre. Y es que, al menos en la comarca de Aracena, la castaña fue la fuente más importante de carbohidrato para la población antes del descubrimiento de América, cuando la patata desembarcó desde el nuevo continente. De ahí la gran variedad de guisos tradicionales con castaña que aún se conservan, aunque en la actualidad, debido a los precios tan elevados y a la escasa cosecha, es una materia prima minusvalorada en las despensas domésticas.

Volviendo a Valdejetas, una de las grandes incógnitas imposibles de despejar en un simple paseo es la edad de los árboles. "Aunque los troncos sean relativamente pequeños porque en un pasado reciente han sido objeto de continuas talas, las cepas pueden tener muchísimos años. Así que sería necesario datarlos con técnicas de isótopos", detalla. Y pone el ejemplo del considerado el árbol más viejo del mundo: "Siempre se había pensado que se encontraba en California y que tenía 4.500 millones de años. Pero una investigación reciente ha determinado que la raíz de un árbol ubicado en el norte de Suecia tiene más de 9.000 años".

*NOTA: Valdejetas es una propiedad privada que permite la entrada sin necesidad de autorización. Eso sí, no se pueden recoger frutos ni salirse de los senderos marcados, y los perros deben ir con correa. Hay que estar atentos a las indicaciones de la cancela de entrada.

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