Cirilo Sánchez, paciente del Reina Sofía: "Me dieron un año y medio de vida si no me trasplantaban un pulmón"
XXII Semana de la Donación
Este cordobés afincado en El Puerto de Santa María sufrió una neumonía que sacó a la luz su enfermedad, una fibrosis
Recibió un injerto pulmonar en septiembre de 2023, tras siete meses en lista de espera
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El cordobés Cirilo Sánchez vivía una vida tranquila dividiendo su tiempo entre el trabajo y su familia hasta que un día todo cambió. Afincado en El Puerto de Santa María, ingresó por Urgencias en el Hospital de Puerto Real con una neumonía en los principios de la pandemia. Los médicos pensaban que tenía covid-19 y lo ingresaron, "aislado y sin tener a nadie".
Pero "Córdoba es la especialista en pulmón, no hay otro igual en Andalucía", asegura Cirilo, así que un año después se vino al Hospital Reina Sofía, donde lo vio el equipo de Neumología, en concreto la doctora Cadenas y el doctor Ángel Salvatierra, que "es una eminencia". Le hicieron una biopsia porque "en las radiografías no se veía bien a qué se debía mi enfermedad pulmonar", señala este cordobés, que no fumaba ni tenía un trabajo en el que estuviera en contacto con polvo. El diagnóstico fue fibrosis y los médicos consideraron que "lo mejor era un trasplante" para que pudiese vivir. "Me dieron un año y medio o dos de vida si no me trasplantaban", recuerda.
Antes de que la neumonía diera la cara, Cirilo tenía algunos síntomas, por ejemplo, se "asfixiaba" al subir escaleras y "sudaba y me cansaba mucho" al hacer cualquier esfuerzo. Pero no pensaba que pudiera tener una enfermedad pulmonar. Una vez con el diagnóstico, lo metieron en lista de espera. Había un hándicap, y es que el grupo sanguíneo de Cirilo es cero negativo, por lo que las probabilidades de compatibilidad eran menores, según incide.
Estuvo unos siete meses a la espera y en ese tiempo recibió dos llamadas porque había un posible pulmón para él. Vino a Córdoba desde El Puerto de Santa María, pero una vez los órganos no estaban en condiciones óptimas y la segunda fueron para otro paciente, procedente de Priego de Córdoba, que necesitaba los dos pulmones y "estaba peor que yo". Le tocó a él, pero se hicieron "muy amigos". La tercera fue la definitiva: lo llamaron desde el hospital a mediodía y "era un pulmón perfecto y de mi grupo sanguíneo".
Era el 4 de septiembre de 2023 y Cirilo tenía 57 años. Estuvo cinco días en la UCI y algo más de una semana en aislamiento en planta, por lo que su recuperación fue muy rápida. El secreto, según cuenta, es porque llegó en un buen estado físico y mental a la operación. Pesaba 100 kilos cuando lo diagnosticaron y perdió más de 20 en el tiempo que estuvo a la espera, pero todo ello con una nutricionista. También fue a un fisioterapeuta para que le preparase el tórax. "Mi operación salió del 10 y la recuperación fue del 10 porque estaba fuerte", apunta.
En este tiempo no ha tenido ningún problema porque ha llevado los consejos de los médicos "a rajatabla". De hecho, desde que lo operaron no sale de su casa y no piensa hacerlo hasta que se cumpla un año de su trasplante. Al respecto, explica que es muy importante "evitar los contactos sociales porque no tenemos defensas". Ahora, se encuentra "bastante bien físicamente", aunque a sus 59 años ahora no se ve capaz de seguir con su trabajo de ejecutivo porque ha "perdido muchas facultades" que quiere recuperar "poco a poco porque el proceso es muy lento".
Antes de necesitar un pulmón, Cirilo, su mujer y sus dos hijas ya eran donantes de órganos. Ahora más que nunca anima "a todo el mundo a que sea donante porque hay que ser consciente de que cuando un cuerpo ha fallecido puede dar vida a varias personas". "Tenemos la suerte de que España es un país solidario y Córdoba es la número uno de Europa, pero hay que concienciar más a la gente para que done", sostiene, porque "cuando incineras un cuerpo, te llevas unas cenizas, pero si donas un corazón , un pulmón o unos riñones es una satisfacción tremenda porque tu familiar está dando vida a cuatro o cinco personas".
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