¿Competencias duras o competencias blandas?
Respons(H)abilidades
Los reclutadores valoran cada vez más las competencias laborales denominadas blandas, que son las sociales, esas que se refieren a las habilidades más humanas de las personas
Decir que el mundo laboral ha cambiado no es ninguna novedad. Por eso el objetivo de garantizar la empleabilidad ha sustituido al de buscar empleo en las metas de quienes mejor se están adaptando a esta nueva realidad en la que ser fijo en un trabajo para toda la vida está en peligro de extinción. Y prepararse para ser una persona empleable más que para encontrar un empleo pasa por desarrollar las capacidades más humanas, esas que ni la tecnología ni la digitalización global de las actividades podrá sustituir.
De hecho son las competencias más emocionales, las denominadas blandas o soft skills que dicen los enamorados de los anglicismos, las que hacen más resistente la empleabilidad de las personas.
Por tanto, las soft skills no tienen nada de blandas. Y por supuesto que también son importantes las competencias duras o hard skills, que son las relacionadas con el conocimiento académico y la formación curricular, o dicho de otra forma, todos esos títulos, certificados profesionales y másteres que acumulamos. Sin embargo, lo que hoy marca la diferencia en la mayoría de entrevistas de trabajo son las competencias blandas.
Esta es otra de esas cuestiones de lógica si nos paramos a pensarlo. Imagínense ustedes mismos teniendo que contratar a un profesional de cualquier sector: entre dos candidatos con estudios o habilidades duras similares, ¿qué más buscarían para decidirse por uno de ellos?
Ser buena gente y buen profesional
Me dedico al desarrollo de personas y organizaciones desde la inteligencia emocional y la comunicación, así que puede que no me lean como una fuente objetiva, pero simplemente piensen si no les pasa como a mí y al recordar ejemplos de buenos líderes o buenísimos trabajadores con los que se hayan relacionado, no les recuerdan también como buenas personas o buenos comunicadores o muy creativos o apasionados… A mí me pasa, y cada uno de los que vienen a mi memoria destacaba por algunas o muchas de las que hoy denominamos habilidades blandas. De esos profesionales son de los que nos acordamos.
El término soft skill o competencia blanda se refiere al cociente de inteligencia emocional de las personas. Por su parte, el cociente de inteligencia emocional se refiere a los rasgos de nuestra personalidad, actitud, flexibilidad, habilidades sociales, hábitos de lenguaje y conductas que caracterizan nuestras relaciones con otras personas.
En muchas menos palabras: las competencias blandas son las habilidades personales más relacionadas con nuestra forma de ser y las conductas que nos permiten interactuar de forma efectiva y positiva con los demás.
Se las conoce también como habilidades interpersonales o sociales y pueden ser muchas: motivación intrínseca o automotivación, autoliderazgo, coherencia, integridad, humildad, autonomía, capacidad de escucha activa, empatía, capacidad de autorregulación emocional, confianza, curiosidad, responsabilidad personal y social, pensamiento crítico, manejo adecuado de conflictos, proactividad, pasión, lógica divergente, capacidad para aprender en continuo de todo y de todos, capacidad de síntesis, facilidad de argumentación, gestión del tiempo, autorregulación del estrés, creatividad… Suma y sigue.
Todas son capacidades que se pueden entrenar y resultan más que útiles en el plano personal. Pero además, llevadas a cualquier contexto profesional, nos convierte en trabajadores valiosos y hábiles para relacionarnos con nuestros compañeros, nuestros equipos, nuestros jefes, con clientes, con los competidores, con todos y en cualquier sector.
Así que, resumiendo, por un lado tenemos las competencias duras o intelectuales, cuyo desarrollo requiere estudio y preparación específica y que se aplican a trabajos o actividades laborales concretas. Y por otro lado tenemos las competencias blandas o sociales, cuyo desarrollo requiere autoconocimiento y entrenamiento personal desde la inteligencia emocional, y que se aplican a cualquier ámbito personal o laboral. ¿Cuál interesa desarrollar más? ¿Qué tipo de competencias te hacen más empleable?
En busca de las más demandadas
Una de las redes profesionales más importantes es LinkedIn, donde se mueven millones de reclutadores de millones de empresas de todo el mundo. Esta red ha preguntado a 291 directores de recursos humanos cuáles son las competencias más demandadas por ellos como empleadores. El reciente informe confirma lo que ya era una certeza lógica: no hay tanto problema para encontrar candidatos formados en las competencias duras o hard skills, como para encontrar personas con adecuadas competencias blandas o soft skills.
¿Y cuáles son las diez competencias más demandadas según ese mismo estudio? Apunten y miren qué tal andan en cada una, sobre todo si están buscando empleo o cambiar de trabajo.
En el primerísimo lugar está la estrella, mi personal reto laboral y el eje indiscutible de la inteligencia emocional: la buena comunicación. Y recuerden que la buena es la que empieza por cómo nos comunicamos con nosotros mismos, que ahí está el quid de la autoestima.
En segundo lugar aparece la buena organización, muy relacionada con la adecuada gestión del tiempo y las habilidades de planificación y puesta en acción o proactividad.
En tercer lugar encontramos el trabajo en equipo, donde las habilidades comunicativas cobran su máximo esplendor y distingue a los buenos compañeros y a los buenos líderes.
Siguen competencias blandas como la puntualidad, el pensamiento crítico, el don de gentes o sociabilidad, la creatividad, las habilidades interpersonales de comunicación –otra vez más la comunicación–, la flexibilidad ante el cambio o facilidad de adaptación y la personalidad amigable. Eso dice el informe de LinkedIn. En otros informes se destacan esas mismas y algunas otras más en distinto orden –la comunicación, por cierto, siempre está–.
Sea como sea, queda claro que las empresas en general le están restando relevancia al número de títulos con los que cuenta un candidato y empiezan a centrarse cada vez más en reclutar personas con un desarrollo adecuado de sus competencias blandas. No es de extrañar, porque en plena transformación digital del mundo, las personas, y sobre todo las buenas personas, son y serán un recurso indispensable. O eso espero.
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