“Córdoba es una ciudad superpuesta y vivimos en el mismo solar desde hace algunos milenios”

Entrevista a Alejandro Ibáñez. Arqueólogo

Es una voz autorizada a la hora de abordar la situación y estado del numeroso patrimonio de la provincia, una labor que compagina con la gastronomía, una de sus grandes pasiones

Alejandro Ibáñez durante la entrevista con 'el Día'. / Lolo Agredano
Juan Ruz

18 de octubre 2020 - 03:00

Alejandro Ibáñez es una referencia de profesión, la de arqueólogo, que no siempre ha gozado de excesiva popularidad, pero de la que se siente orgulloso. Dirige desde hace décadas los servicios de arqueología de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Córdoba y ha vivido periodos muy complicados, en los que la labor de defensa del patrimonio no era precisamente la mejor carta de presentación ante la sociedad y algunas instituciones.

-¿Cómo me dirijo a usted como arqueólogo o como gastrónomo?

-Cuando hablo de gastronomía, yo mismo me defino como un aqueogastrónomo.

–¿Es entonces la palabra que más le gusta?

-Hombre, al menos es mejor que la del hijo de su madre del arqueólogo provincial, que era lo que te decían hace años cuando iba y tenía que parar algunas obras.

–¿Corren malos tiempos para la arqueología?

-Ni mucho menos. Incluso seguimos trabajando a tope. Este año le puedo decir que en actuaciones preventivas vamos ya por 87 y luego hay otras, como estudios puntuales y demás. Y de urgencias, ni le cuento. Tenemos muchas actuaciones con la Policía, con la Autonómica, la Judicial, el Seprona de la Guardia Civil, en fin, con todos.

El arqueólogo en la plaza de las Tendillas / Lolo Agredano

-¿Cuántos años lleva ya en la profesión?

-¡Madre mía! Desde el año 1984. Yo estaba en la Universidad de Córdoba explicando la historia de los asirios, que no le interesaban a nadie, al primero de todos, a mí. Y salió la oportunidad con el aparcamiento del Gran Capitán. Me llamaron de la Delegación para estudiar lo que había allí y documentarlo. Luego se convocaron las plazas, me presenté y logré el puesto, así que abandoné a los asirios por la Delegación de Cultura.

-¿Y qué dijeron los asirios?

-[Ríe] Los asirios me despidieron hasta con pañuelo y todo, porque se notaba que también estaban hartos de mí.

-¿Qué Córdoba es la que está más olvidada, la romana, la árabe, la cristiana...?

-No está ninguna olvidada. Estamos trabajando en ellas con fuerza. Afortunadamente, cada vez salen más arqueólogos que se preocupan y estudian el pasado romano, el medieval, cristiano-musulmán y demás. Hay gente en Córdoba que son muy buenos especialistas y lo están haciendo muy bien.

-Deduzco entonces que en la provincia tenemos buenos profesionales en su ramo.

-Yo creo que sí. Están estudiando mucho, trabajando a destajo y muy pocas veces hemos tenido que echar para atrás el estudio de algún profesional, en el sentido de mala praxis. Los arqueólogos cordobeses trabajan mucho y bien. Eso sí, a la hora de cobrar... eso es otra historia.

-Es que parece que hay cierto mito sobre la cultura romana en Córdoba, como que está un tanto postergada.

-No, no. Eso no es así. Yo soy un defensor de la Córdoba romana e hice mi tesis sobre ella. Tiene una potencia fantástica, como otras culturas. Yo le digo que aprendo todos los días muchas cosas cuando voy a una excavación porque no podemos olvidad que Córdoba es una ciudad superpuesta, en la que estamos viviendo en el mismo solar desde hace varios milenios. Por eso nos vamos encontrando en un mismo sitio los restos romanos, medievales, cristianos, musulmanes... Vemos cómo el mismo espacio lo han ocupado los cordobeses durante miles de años y eso es único, me parece.

"Hay eruditos en las redes que presumen de patrimonio, pero nos siguen viendo como un estorbo”

-¿Y aquí somos conscientes del patrimonio que tenemos?

-Eso ya es otra historia. Mientras no te toquen a ti... Hay muchos eruditos que presumen en redes sociales, pero que en realidad nos siguen viendo a los defensores del patrimonio como un estorbo. Tenga en cuenta que tenemos un papel muy feo. Nuestro rol es el de la ley por delante y la legislación no permite que se hagan ciertas cosas. Cuando llegas a un sitio y hay que aplicar esa ley, no siempre es del gusto de todos.

-Pero al margen de normativas, ¿la sociedad cordobesa asume lo que tenemos?

-Claro que sí, y cada día más. Es un proceso que yo he ido viviendo durante años. La gente ya se ha acostumbrado a valorar el pasado. Recuerdo que en los años 80, cuando empezamos, estábamos mal vistos porque íbamos a parar una obra y demás. Ahora, cada día, la gente pregunta más y se interesa. Recibimos cientos de consultas, porque tenga en cuenta que en Cultura tenemos inventariada toda la provincia. En total son unos 3.000 yacimientos. Y ahora mismo, por la Ley de Patrimonio, hay un artículo muy puñetero que obliga a todas las actuaciones de ámbito ambiental a que lleven un informe vinculante de patrimonio. Eso quiere decir que cambios de cultivos, plantas solares, carreteras o cualquier gran infraestructura está sometida a nosotros. Se me ha dado el caso de gente que me invita a su casa para enseñar lo que se ha podido localizar y documentar en ese lugar y puedo decir que los cordobeses presumen de lo que es su patrimonio.

En la calle Cruz Conde de Córdoba. / Lolo Agredano

-Con la experiencia que usted arrastra, ¿a los políticos les interesa de verdad el patrimonio o hay mucho postureo?

-Yo he pasado ya por muchos políticos y conozco a otros cuantos. Pero depende. Algunos han llegado sin saber qué era el patrimonio y han acabado implicándose cuando se han dado cuenta de su importancia; han colaborado en todo. También ha habido quien ha pasado del tema, pero reconozco que muy pocas veces.

-¿Y la provincia aprovecha todo ese valor que atesora?

-Estamos en ello y puedo decir que la gran mayoría sí lo hace. Al principio del desarrollismo del mundo rural, es cierto que tuvimos algunos problemas, pero hoy día no hay ningún ayuntamiento ni ningún alcalde, sea del partido político que sea, que no apoye y respalde nuestra labor de conservación. No sé si es que los hemos convencido, que ya lo estaban o si ven el patrimonio como una oportunidad, pero colaboran y tenemos su apoyo.

-O sea, que ha habido un cambio de mentalidad.

-Por supuesto que sí. Yo recuerdo en los años 80, cuando íbamos a los pueblos a venderles a los alcaldes la moto del patrimonio y me decían que no le contara historias, porque algunos no tenían ni alcantarillas, ni calles, ni guarderías, ni carreteras ni nada de nada. En ese contexto era muy difícil que apostaran por otra cosa y conforme han ido pasando los tiempos, todo ha cambiado radicalmente. Ahora son los alcaldes los que me llaman para estas cuestiones.

-¿Turismo y arqueología están reñidos?

-Yo creo que no. La arqueología es un recurso para el turismo y hay muchos arqueólogos ahora que se dedican a lo se llama interpretar el patrimonio. Hay ejemplos muy claros, como Torreparedones en Baena, que es un recurso turístico de primera, la villa romana de Fuente Álamo en Puente Genil también y la Mitra en Cabra. Este ayuntamiento, el de Cabra, es un claro ejemplo de apuesta por yacimientos como el del Cerro de la Merced, que lo está poniendo en valor con esfuerzo.

"Hoy día no hay ningún ayuntamiento ni ningún alcalde, sea del partido que sea, que no apoye nuestra labor de conservación”

-De todos los yacimientos que usted conoce, ¿cuál diría que es el gran desconocido?

-Siempre es el último al que has llegado, pero el gran desconocido, y además es de la Junta, es el de Ategua, que aún tiene mucho que ofrecer. Es una ciudad iberorromana de una calidad fantástica que fue protagonista durante la guerra civil de Julio César y Pompeyo, un acontecimiento que impactó mucho en la provincia de Córdoba. Ategua es un yacimiento en el que se está invirtiendo mucho y que guarda aún muchas sorpresas. Lo veremos pronto.

-¿Y el monumento más mimado?

-Yo los mimo a todos, y todos los días. Pero depende del momento. Ahora mismo, el castillo de Belalcázar está muy mimado. Consiguió comprarlo la Junta con mucho esfuerzo y le hemos echado mucho dinero hasta convertirlo en una maravilla. Habíamos programado incluso visitas, pero con esto del covid se han suspendido. A pesar de eso, la gente llama todos los días. Este castillo es el último mimado como usted dice, pero en Medina Azahara también se ha invertido mucho y es una de las joyas de la corona. Yo estoy muy orgulloso también de lo que hemos hecho en el castillo de Castro del Río o el de Priego de Córdoba, auténticas maravillas.

-¿Qué expolio ha visto usted que se le hayan saltado las lágrimas?

-Con todos. La suerte es que muchos lo hemos arreglado y para eso, repito, contamos con la colaboración de la gente.

En la sede del periódico. / Lolo Agredano

-No me resisto a no preguntarle por la gastronomía.

-La gastronomía es historia pura. Hace unos días hicimos en Espejo unas jornadas con los hermanos Jurado y la Salmoreteca sobre la historia del chorizo y hemos conseguido elaborar un chorizo romano, que ya está incluso registrado. Ahora hemos creado también una sociedad nueva que se llama Sabores de Córdoba, para promocionar los alimentos líquidos y sólidos de Córdoba, tanto los vinos, que son tradición romana y neolítica, como otros alimentos . Y nos lo estamos pasando muy bien.

-Y revisando la historia, seguimos metiendo la pata, supongo.

-Todos los días. El hombre está condenado a repetir errores y lo seguiremos haciendo, porque siempre hay un montón de circunstancias que fallan. Así lo dice la historia.

-¿Y tenemos arreglo o no? En Córdoba me refiero.

-Yo creo que no tenemos arreglo en ningún lado. Yo intento no ser político y tengo la suerte de haberme encontrado a gente sensible en cada uno de los partidos. Tengo amigos en todos y me va bien siendo de todos sin estar en ninguno.

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