"Córdoba me impresionó muchísimo, conocerla de verdad te cambia la vida"
Cristina Bendala. Arquitecta y concejala entre los años 1979 y 1987
Asegura que el casco histórico no corre el riesgo de despoblamiento, sino que ha sufrido un cambio de uso por la invasión turística. Apuesta por abrir más Patios y más tiempo.
Cristina Bendala (Sevilla, 1950) llegó a Córdoba muy joven, justo tras finalizar sus estudios de Arquitectura, y aquí se encontró con una realidad que no tenía nada que ver con lo que le habían transmitido en la Universidad. El arquitecto y miembro del Equipo 57 Juan Serrano se convirtió en su mejor guía de una ciudad en la que ambos se propusieron, en los años 70, recuperar un casco histórico que estaba herido de muerte ante la llegada de la "modernidad" y el éxodo a los nuevos barrios que se empezaban a crear. Bendala, junto con Serrano, son los artífices del casco tal y como ahora lo conocemos. Bendala habla con auténtica devoción de una ciudad de la que ya nunca se marchó y reflexiona sobre la esencia de los Patios como propietaria y cuidadora de una de las casas a concurso, la de la plaza de las Tazas, 11.
-¿Cómo era el casco histórico cuando llegó?
-Mi marido y yo llegamos en el año 72. En aquella época todo el casco histórico estaba absolutamente venido abajo, no existía. La gente de las casas de vecinos se estaba yendo a los barrios que empezaban a aparecer en ese momento, como Cañero. Fue entonces cuando me embarqué en el proyecto con Juan Serrano y empezamos a ver esas casas que amenazaban con desaparecer en nada de tiempo.
-¿Tan grave era la situación?
-El casco tenía el efecto desllamada, era un "larguémonos todos". ¿Cómo se iba a quedar la población aquí si las casas estaban muy deterioradas? Llevaban un siglo hacinados en las casas. La gente vivía sin cuarto de baño y en esa época llega la modernidad y había que mudarse a otros sitios, eso sí, renunciando a las cosas buenas que tenía esa manera de vivir en comunidad, solidaria. La gente de entonces venía del campo, de un jornal tremendamente malo, de pasar hambre. En aquel momento las ciudades te aseguraban que podías vivir de otra manera, encontrar un trabajo que no fuera para el señorito del campo. Ese es el origen de las casas de vecinos.
-Entonces eso sí fue un problema de despoblamiento. Ahora están empezando a sonar las alarmas de nuevo.
-¿Ahora? Ahora no es así en absoluto. En aquel momento sí hubo un despoblamiento masivo. Lo que ocurre ahora quizá sea un cambio de uso. En el casco histórico siempre había convivido todo: la pequeña industria, el comercio, el taller, el artesano... Todos vivían juntos. Eso es lo que ha cambiado. Yo diría que el casco histórico está muy habitado.
-Si el casco histórico está hoy habitado es en gran medida por el trabajo que hicieron Juan Serrano y usted.
-En aquella época en España no se hablaba de rehabilitación. Yo venía directamente de la Escuela de Arquitectura y no estudié jamás rehabilitación. Todos los proyectos que hacíamos los alumnos en aquella época tenían que ver con la modernidad absoluta. No podíamos imaginar siquiera hacer algo que no fuese con las nuevas tendencias. Si yo he vivido otras experiencias ha sido, aparte de por el trabajo que hice con Juan Serrano, por unos seminarios diferentes que se hacían entre gente interesada. Nuestro punto de vista de partida siempre fue la conservación, pensar qué importancia arquitectónica tenía la casa, qué se podía hacer con ella... La única suerte para que no se fuese todo a tomar viento en aquel momento fue que había muchas casas cerradas y abandonadas pero era muy difícil venderlas porque no se sabía de quiénes eran.
-¿Cómo trabajaban? ¿Qué recuerdos tiene de esa época?
-A mí Córdoba me impresionó muchísimo. Conocer Córdoba no es algo que te deja indiferente y hacerlo como yo lo hice, de verdad, en profundidad, te cambia la vida. Aunque las calles son estrechitas, las puertas de las casas siempre estaban abiertas y lo que estaba cerrado era la segunda puerta, una cancela, entonces siempre tenías la sensación de estar en un espacio abierto. No había tanta desconfianza, porque tampoco había nada que pudieran robar. Llamábamos a la puerta, nos abría una señora mayor y le decíamos que queríamos ver las posibilidades de recuperar su casa. Nunca nos pusieron impedimentos. Yo soñaba con todo aquello y, a veces, hasta se convertían en pesadillas, como si las casas fueran seres vivos...
-Tras su trabajo con Juan Serrano dio el salto a la política como concejala. Precisamente participó en la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). ¿Cómo fue ese proceso?
-No fue tan grave como parecía que iba ser. Se llegó a un acuerdo que se respetó bastante. El objetivo era llegar a un acuerdo porque en aquella época se optaba por la expansión, el ensanche, y nosotros sólo queríamos conservar. Era importante para el futuro mantener el carácter y la forma de vida de Córdoba. No los monumentos, lo que había que mantener era la ciudad. Nadie quería venirse a vivir al casco histórico. Nosotros lo veíamos muy claro, necesitábamos un plan general centrado en la conservación del casco. También había otras operaciones gordas como la Renfe.
-Ahora cuando pasea por el casco se sentirá orgullosa.
-Creo que se reunieron una serie de factores estupendos, hemos tenido suerte. El plan fue bueno y pronto ya empezó a ser moderno hablar de rehabilitación. También arrancaba el turismo y la gente quería vivir en el casco, pero para ese momento era difícil comprar las casas.
-Ahora todo el mundo comparte que fue un acierto, pero imagino que hablar de rehabilitación en aquella época no se entendía tanto.
-Éramos bichos raros. Menos mal que Juan [Serrano] era una persona que tenía bastante prestigio y nos hicieron caso.
-¿Qué recuerdos tiene de Julio Anguita como alcalde? ¿Cómo ve ahora su vuelta a la actividad política?
-Julio nunca se ha ido. Es y ha sido una persona estupenda que, sobre todo, piensa y lo hace con perspectiva. A Julio Anguita siempre lo he apoyado y me parece estupendo que haya apoyado la confluencia Unidos Podemos y creo que su papel ha sido clave para que se haya producido.
-Ha hablado de turismo. Ahora se apunta a los turistas como una de las causas de despoblamiento.
-Eso no es despoblamiento, es cambio de uso. Es cierto que todos los alrededores de la Mezquita están invadidos por hoteles, apartamentos turísticos, tiendas... Ese es el verdadero problema, porque cambia el carácter de la ciudad. ¿Cómo se puede evitar? Es muy difícil porque es el negocio ahora mismo.
-Parece que no podemos vivir de otra cosa que no sea el turismo.
-Sí, nos estamos centrando demasiado. La verdad es que es difícil. ¿Que sería lo ideal? Que la gente se animase a vivir en el casco, pero eso es una pescadilla que se muerde la cola porque la gente que está viviendo allí, en su casa, está molesta con la invasión turística y lo más probable es que se vaya.
-Uno de los momentos en los que más se sufre la masificación es durante la fiesta de los Patios.
-El origen y la explicación de la historia de los patios son los vecinos, las casas abiertas, la gente conviviendo. Eso ya no es así, el carácter genuino de esta fiesta no está asegurado. Vimcorsa está intentando algo que a mí me parece estupendo y puede dar buen resultado como es la recuperación de las casas-patio de la Axerquía.
-Usted vive en una casa-patio, la de la plaza de las Tazas, que además lleva cinco años abriendo durante el concurso. ¿Ve esa masificación?
-Yo lo vivo sin tantos problemas porque aquí no viene tanta gente y este patio es muy grande. A mí no me molesta y lo abro para muchas cosas, no sólo durante el concurso. Sé que la gente en San Basilio las pasa canutas y hay que encontrar una solución, que es difícil. A mí lo único que se me ocurre es que haya más patios y abran más tiempo, pero ligados a otros sectores como la poesía, la música... Y que estén abiertos también en abril o junio. Ya que es un recurso turístico, sacarle un poco más de partido sin amargar tanto o masificarlo en un momento tan pequeño del año. Otra cosa es que el carácter de los Patios sea estar abigarrados de flores, esa es otra discusión. Ahora mismo, la gente viene a ver patios de flores. No tengo inconveniente, de hecho esa es una parte importante de los patios, pero también desanima a mucha gente que piensa en abrir su casa pero cree que no va a estar al nivel.
-¿Es que hemos convertido el concurso de Patios en una competición de flores? Eso no es lo que reconoce la Unesco.
-Claro. Los patios son mucho más. Siempre han tenido flores, pero no de esa manera. Antes era más una cuestión de carácter, de vida. En el patio se hacía todo: se cosía, se lavaba, se tendía, se charlaba, los niños jugaban, se planchaba... No había sitio para flores. Como mucho, en las paredes se ponían las latas que hacían la vez de macetero. El origen de la fiesta era festejar para la gente de la casa, se visitaban los unos a los otros.
-Ahora se ha planteado revisar el PGOU. ¿Qué cree que hay que tener en cuenta?
-Una de las cosas a desmontar es todo lo que afecta al Rey Heredia. El plan contempla su derribo y la construcción de una gran plaza. Eso ya no tiene sentido. Por lo demás, creo que tenemos una ciudad que está muy bien, con equipamientos y que no ha tenido grandes problemas urbanísticos. Me preocupa más el cambio de carácter que se pueda dar a la ciudad, de modelo. Yo reflexionaría sobre la necesidad de más grandes infraestructuras, como el C4 o el Palacio de Congresos, que espero que se haya olvidado para nunca volver. El Palacio de Congresos es la ciudad, con varias sala pequeñas donde acoger a las personas: la Filmoteca, los teatros... No tenemos que inventarnos un gran espacio.
-Y más en una zona de la ciudad que tiene otras prioridades.
-Exactamente. Creo que hay que resolver, por ejemplo, el asunto del Rey Heredia y que se cambie por una solución más lógica, porque además tiene una historia que ya es nuestra y ojalá la conservemos porque es interesante.
-¿Sigue vinculada a la política?
-Sí. Soy militante de EQUO, que también forma parte de la coalición Unidos Podemos, y estoy muy ilusionada ante la nueva cita electoral del 26 de junio. Creo que EQUO es un partido necesario porque pone el foco en cuestiones que para mí son prioritarias y a las que el resto no presta atención y son el futuro de la tierra. Me parecería estupendo que hubiese un cambio.
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