La Córdoba romana: la Córdoba olvidada
Urbanismo
El arqueólogo y catedrático de la UCO Desiderio Vaquerizo ha insistido en más de una ocasión en el gran olvido de una Córdoba romana que sentó las bases de lo que luego sería la Córdoba islámica
Córdoba es el resultado de un proceso milenario de superposición de capas urbanísticas sucesivas que todavía mantiene. La ciudad es un palimpsesto donde se pueden leer las huellas de cada periodo, los sótanos están repletos de fragmentos de civilizaciones pasadas y muchos de los edificios más relevantes se han construido sobre otros que dejaron de servir a nuevas necesidades. Cada ciudad forma parte indisoluble del territorio que ocupa.
El entorno físico es el principal elemento definidor, el que hace a cada asentamiento humano diferente de los demás. Las condiciones geográficas, climáticas, la situación estratégica, son el ADN conformador de un carácter que el paso del tiempo y los avatares de la historia acabarán por ir modelando.
Córdoba es una ciudad puente, paso obligado entre el sur de la península y la meseta central. Situada en el valle del Guadalquivir, donde el río se aproxima enormemente a las laderas de Sierra Morena, fuente de extracción de minerales y metales, en el primer punto donde el río se hacía vadeable en épocas de estío y por tanto encrucijada de numerosas rutas, dotando al lugar de un gran valor estratégico a lo largo de todas las etapas históricas. Se puede afirmar que la Sierra y el río son los elementos definidores de la ciudad de Córdoba, conformando un conjunto urbano de tal singularidad que motivó que parte del mismo fuese declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Primeros asentamientos
Aunque existen vestigios de asentamientos a lo largo del valle del Guadalquivir datados 3.000 años antes de Cristo, no es hasta el siglo X antes de Cristo cuando se puede asegurar la existencia de una gran aldea tartésica posiblemente amurallada, rodeada de numerosas granjas situada en un cerro, en la margen derecha del Guadalquivir, donde actualmente se localiza el parque Cruz Conde.
Un lugar estratégico que permitía controlar los vados sobre el río sin estar a merced de las violentas riadas, con abastecimiento de agua gracias a los numerosos acuíferos provenientes de la sierra y rodeados de buenas tierras de cultivo. La base económica se sustentaba en la agricultura y la ganadería, complementada con el procesado y distribución del cobre llegado de las minas de la Sierra.
En el siglo VII antes de Cristo ya se puede hablar de Corduba, la principal ciudad tartésica del valle medio del Guadalquivir cuya superficie amurallada era de más de 50 hectáreas que mantenía fluidas relaciones comerciales con griegos y fenicios que llegaban atraídos por la riqueza de los yacimientos metalíferos.
Tras la II Guerra Púnica (219 antes de Cristo) los ejércitos romanos llegaron a la Península Ibérica. Corduba, fiel aliada de los cartagineses, fue tomada por Lucio Marcio en 206 antes de Cristo estableciendo un castellum o praesidium, iniciándose así una de las épocas de esplendor de la ciudad.
Corduba Romana
La República (206-31 a. C.)
El asentamiento romano se ubicó a unos 750 metros al noroeste al del turdetano, en una superficie prácticamente plana sobre otro promontorio próximo al río, entre dos arroyos, a resguardo de los vientos del norte por la Sierra y orientado hacia el mediodía, protegido por acusados accidentes geográficos: al este y al sur, empinadas laderas, al oeste los barrancos originados por los arroyos que lo separaban del primitivo asentamiento tartésico en la Colina de los Quemados, que acabará desapareciendo debido a la dificultad de conexión con la nueva ciudad romana.
El campamento romano dominaba tanto el hábitat turdetano como los vados del Guadalquivir, garantizando el control de las comunicaciones en el valle, permitiendo contener las incursiones de los pueblos lusitanos y meseteños. Al mismo tiempo posibilitaba planificar la penetración hacia el norte, asegurando un punto de invernada para el abastecimiento de las tropas.
Córdoba se convirtió en un centro estratégico tanto militar como comercial siendo paso obligado para las relaciones, por una parte del centro de la península con el Mediterráneo, y por otra de los amplios campos de cereales del sur hacia el resto de Hispania. La fundación de la ciudad romana se atribuye a Claudio Marcelo en el año 169-168 antes de Cristo ó 152-151 antes de Cristo.
En un principio la administración romana dividió Hispania en dos provincias la Ulterior Baética (más lejana a Roma) y la Citerior Tarraconensis (más próxima a Roma), siendo Corduba la capital de la Hispania Ulterior Baetica y Tarraco de la Citerior. Esta división se mantuvo hasta el año 27 antes de Cristo.
El primer recinto tenía una superficie de 47 hectáreas cerrándose con un perímetro amurallado de cerca de 2.650 metros. La topografía del terreno obligó a que el trazado rectangular (basado en el centuriato) característico de las ciudades romanas se alterase en Córdoba, dando lugar a un polígono irregular aproximadamente hexagonal.
El cardus maximus (calle principal en dirección norte-sur) partía de la porta Praetoria (Puerta Osario), seguía aproximadamente por las actuales calle Osario, Ramírez de Arellano, San Álvaro, plaza de las Tendillas, Jesús y María y Ángel de Saavedra, encontrándose la porta decumana a la altura del convento de Santa Ana.
En cuanto al decumanus maximus (calle principal, dirección este-oeste) es posible que desde su fundación presentara la peculiaridad de no disponer enfrentadas las puertas, sino que estas se situasen en decumani adyacentes. Se iniciaba en la porta Gémina o porta Principales Siniestra (Puerta de Gallegos) hasta la porta Principales Dextra en la actual Plaza del Salvador.
Recorría por tanto las calles Concepción, Gondomar, plaza Mármol de Bañuelos y Alfonso XIII. De esta puerta oriental partía la vía Augusta por las actuales calles de San Pablo y María Auxiliadora. El foro (umbiculus) se localizaba en el encuentro entre las calles Cruz Conde y Gondomar. Se trataba del centro de la ciudad donde se situaban los edificios públicos más significativos como la curia o la basílica.
Los acontecimientos históricos que más marcaron a la ciudad fueron el ataque de Viriato en 142 antes de Cristo, un gran terremoto en el año 76 antes de Cristo y la guerra civil entre César y Pompeyo. Esta guerra, debido al apoyo de Córdoba a la causa pompeyana, supuso la destrucción de la ciudad y la matanza de gran número de pobladores (22.000) en el año 45 antes de Cristo.
Época Altoimperial (31 a. C.- 284 d. C.)
Con la llegada al poder del primer emperador, Augusto, se produjo la reorganización administrativa de la península en el año 27 antes de Cristo, subdividiéndose en tres provincias: Ulterior Baetica, Citerior Tarraconensis y Ulterior Lusitania, manteniendo Corduba la capitalidad de la Hispania Ulterior Baetica.
Este nuevo e importante papel dentro del mundo romano conllevó la ampliación de la ciudad, extendiéndose hasta la ribera del río, alcanzando el recinto amurallado una longitud de 3.600 metros e incrementando su extensión 31 hectáreas (la superficie total ascendía a 78 hectáreas). La ciudad adquirió el rango de colonia patricia, lo que implicaba que la provincia Baetica y su capital, Corduba, dependían directamente del Senado romano. Este periodo se caracterizó por la construcción de nuevos equipamientos y monumentos (acueductos, cloacas, foro, templos…) y del puente romano.
Durante la etapa altoimperial se produjo la consolidación y transformación de los principales espacios públicos de la ciudad, planificados y concebidos ya en época augustea como el foro colonial y el foro provincial.
El nuevo trazado viario ampliado partía de la bifurcación del cardus maximus republicano en su extremo meridional, en la confluencia de la actual calle Blanco Belmonte hacia la Plaza de Benavente. Un ramal adoptó una dirección noroeste-sureste, coincidiendo aproximadamente con la calle Rey Heredia. Esta diagonalis segregó un sector destinado a barrio de espectáculos, reservándose aquí el espacio necesario para la edificación del teatro, posiblemente el monumento más emblemático del momento, que se encajó en un importante desnivel hacia el río, y el anfiteatro.
Un segundo ramal del kardo maximus, al que se considera principal, busca la puerta del puente, presentando una orientación diferente a las murallas. Con esta misma orientación se trazan el resto de kardines, espaciados un actus (aproximadamente 35 metros) cada uno. Los decumani conocidos se espacian dos actus. Las calles, tanto en la ampliación augustea, como las del asentamiento primigenio, se dotaron de cloacas y se pavimentaron.
En época de Claudio destacó el inicio de la construcción de un gran templo hexástilo pseudoperiptero rodeado por una plaza con triple pórtico de 77 metros de anchura sobre una plataforma artificial de 10 metros de altura que se finalizó en época de Nerón. En época Flavia (69-96 después de Cristo) se superaron los límites amurallados apareciendo barrios residenciales (vici) suburbanos a lo largo de las vías que partían de la ciudad.
Entre la época de Augusto y el final del siglo III después de Cristo, Corduba alcanzó su máximo florecimiento. Con Diocleciano (finales del siglo III) se inició el declive y se desplazó la capital de la provincia a Hispalis.
Época Bajoimperial (284 - 409 d. C.)
La imagen de la Córdoba romana se mantuvo hasta el siglo III. A mitad de este siglo, comenzó una profunda transformación urbana, los espacios públicos se ocuparon con viviendas y la anchura de las calles se redujo incrementando la superficie edificada. El mantenimiento de las infraestructuras decayó debido a los cambios en el modelo del gobierno local. Los potentados renunciaron a los cargos públicos locales dejando de financiar las obras necesarias y trasladándose a vivir a grandes villae, fuera de la ciudad.
En los últimos años del siglo III e inicios del IV se construyó, al noroeste del recinto amurallado y fuera del mismo, el fastuoso complejo arquitectónico de Cercadilla (palatium paximiani), donde se trasladó posiblemente el poder político. Es este un caso único en la arquitectura romana, sin igual en todo el Imperio. A partir del siglo VI el palacio fue utilizado como centro de culto y necrópolis cristiana.
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