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El Ministerio de Sanidad activará a partir de este lunes 15 de mayo su plan preventivo por altas temperaturas que fija, por provincias, los umbrales a partir de los cuales el exceso de calor dispara el riesgo para la salud y la mortalidad asociada, y que van de los 26 grados en Asturias a los 41,5 en Córdoba, el umbral más alto de España.
"La asociación entre altas temperaturas e incrementos en la morbimortalidad es muy robusta", enfatiza el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos de los Excesos de Temperaturas Sobre la Salud de 2023 publicado este domingo por el Ministerio de Sanidad y que actualiza esos umbrales a valores más acordes con la situación actual y la evolución del cambio climático.
Por cada grado que la temperatura ambiente supera esos picos, recuerda el documento, el riesgo de mortalidad atribuible a las altas temperaturas crece entre un 9,1 % y un 10,7 %, es decir, por cada día que hay un episodio de calor extremo, la mortalidad se incrementa, de media, en 3 defunciones al día.
Así, y teniendo en cuenta la gran variabilidad del territorio, la Dirección General de Salud Pública ha puesto al día los valores, reservando los más altos a las capitales andaluzas, que van de los 35 grados de Almería y los 37,2 de Málaga a los 40,5 de Sevilla y a los 41,5 en Córdoba, el umbral más alto de toda España, extremeñas (37 en Cáceres y 41 en Badajoz) y la murciana (38,8).
En Castilla-La Mancha, se mueven entre los 36 de Cuenca y los 38 de Toledo y Ciudad Real; en Aragón, el umbral máximo lo tiene Zaragoza (38) frente a los 36,7 de Teruel y los 34,5 de Huesca y en Cataluña, Lleida tiene el mayor valor (37,9) y Barcelona el más bajo (31).
Madrid tiene establecidos 36 grados como tope, La Rioja 34,5 y Navarra, 34; en Galicia se da la mayor variabilidad, con 27,5 en Coruña pero 37,4 en Ourense; en Castilla y León, el umbral de riesgo es de 37 grados en Zamora, 36 en Valladolid y 35 en Salamanca, que desciende a valores que rondan los 33 en el resto. Los mismos 33 grados o poco más están fijados para Araba y Bizkaia, Las Palmas, Baleares, Ceuta y Melilla, y unas décimas menos en Alicante y Castellón. Los valores más bajos los tienen Cantabria (26,5) y Asturias (26).
El plan que este lunes 15 de mayo se activa llega cuando las temperaturas han dado un respiro en toda España tras los máximos históricos del pasado mes de abril, que llevó a Sanidad y las comunidades a adelantarlo 15 días. Es el segundo año consecutivo que se anticipa desde que se pusiera en marcha en 2004.
De hecho, el plan 2023 ya establece que, con carácter general, a partir de ahora empezará cada 16 de mayo y no el 1 de junio como venía sucediendo, y se prolongará hasta el 30 de septiembre. No obstante, permite que pueda implementarse durante los quince últimos días previos (1 al 15 mayo) y quince días posteriores (1 al 15 octubre). Paralelamente, se monitorizará la situación ante episodios inusuales de calor comprendidos fuera de estas fechas.
Funciona de la siguiente manera: cada día, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) proporciona las temperaturas máximas y mínimas esperadas para la jornada en cada provincia y las predicciones para los cinco días siguientes; según el número de días en los que se supere el umbral, se asigna un nivel de riesgo.
Un algoritmo calcula estos niveles, que tiene en cuenta también factores de riesgo específicos de cada provincia: el nivel 0 (verde), de ausencia de riesgo; el nivel 1 (amarillo), de bajo riesgo; el nivel 2 (naranja), de riesgo medio, y el 3 (rojo), de alto riesgo.
Cada uno tiene una serie de medidas aparejadas. El año pasado, con temperaturas récord todo el verano, hubo un total de 92 días con alerta de algún tipo; fueron las provincias de Granada, con 81, Jaén y Zaragoza (ambas con 68) las que más acumularon y, por periodos, la semana que más avisos concentró fue la del 11 al 17 de julio.
Un calor excesivo, recuerda Sanidad, puede alterar nuestras funciones vitales cuando el organismo es incapaz de compensar las variaciones de temperatura corporal y puede provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación, golpe de calor que puede generar problemas multiorgánicos con síntomas tales como inestabilidad en la marcha, convulsiones e, incluso, el coma.
La exposición a temperaturas extremas afecta especialmente a los niños, personas mayores, mujeres gestantes y personas con patologías crónicas de base.
También cuentan con un factor de riesgo añadido las personas en situación de marginación, aislamiento, dependencia o con discapacidad.
Por ello, insiste en su decálogo de recomendaciones ante estos episodios: beber agua o líquidos con frecuencia, aunque no se sienta sed y con independencia de la actividad física que realice; evitar las bebidas con cafeína, alcohol o muy azucaradas, ya que pueden favorecer la deshidratación.
También hay que permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos, a la sombra o climatizados, y refrescarse cada vez que se necesite y procurar reducir la actividad física y evitar practicar deportes al aire libre en las horas centrales del día.
Usar ropa ligera, holgada y que deje transpirar; nunca dejar a ninguna persona en un vehículo estacionado y cerrado; consultar a un profesional sanitario ante síntomas que se prolonguen más de una hora; mantener las medicinas en un lugar fresco y hacer comidas ligeras que ayuden a reponer las sales perdidas por el sudor también ayudan a combatir los nefastos estragos del calor.
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