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El 15 de octubre de 2022 está ya escrito en letras de oro dentro de la historia cofrade de Córdoba en general y de la Hermandad de la Paz y Esperanza en particular. Tras dos años de espera por culpa del coronavirus -en un principio iba a ser el 11 de octubre de 2020-, ya es una realidad la coronación pontificia de la Paloma de Capuchinos. Monseñor Demetrio Fernández también ha pasado a la historia cofrade de la ciudad como el obispo de Córdoba que ha procedido a dicha coronación en el primer templo de la Diócesis, la Mezquita-Catedral, y ante una buena representación de toda la sociedad cordobesa.
El 15 de octubre de 2022, la hermandad fundada en 1939 y con sede canónica en la Iglesia Conventual de Santo Ángel ha cumplido su sueño de ver coronada a María Santísima de la Paz y Esperanza, convirtiéndose así la imagen en la cuarta dolorosa coronada pontificiamente de Córdoba, tras la Virgen de los Dolores (en 1965), la Virgen de las Angustias (1987) y la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos (1993). Todo ello en una jornada histórica con las calles engalanadas para la ocasión, una jornada histórica para los devotos y cofrades de la ciudad, muchos de los cuáles no han querido perderse en directo, en la propia Mezquita-Catedral, tan magno acontecimiento.
Un largo sueño que ha necesitado un largo camino "lleno de dificultades" para hacerse realidad, tal y como se ha destacado en el prólogo del inicio de la celebración desde la hermandad, que fuera fundada en el barrio de San Lorenzo en 1939 por jóvenes cofrades alrededor del Señor de la Humildad y Paciencia (Penitas) de la antigua Ermita de San Juan de Letrán. "La corona que vamos a imponer a la Virgen significa el amor que Córdoba profesa a nuestra Madre", se ha añadido por parte de la hermandad en esos prolegómenos.
Un camino lleno de dificultades debido en buena parte a los retrasos provocados por el coronavirus, unos retrasos que hicieron que la Paz y Esperanza recibiera el decreto que autorizaba la coronación pontificia de la Virgen en octubre de 2020, justo alrededor de la primera fecha fijada para llevarla a cabo. El obispo entregó entonces ese documento al hermano mayor de la cofradía, Enrique Aguilar, insistiendo en que dicha coronación se llevaría a cabo "cuando las condiciones sanitarias lo permitan". El documento, remitido al prelado con la autoridad del Papa Francisco, procedía de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Finalmente, esas condiciones sanitarias lo han permitido y la Paloma de Capuchinos ya luce esa joya de oro amarillo, oro blanco, cristal de roca y pedrería, que conforman un conjunto con multitud de símbolos. En esa joya, diseñada en forma de corona por el orfebre cordobés Manuel Valera, destaca el uso del cristal y su dimensión iconográfica, en la que la figura de San Rafael Arcángel, custodio de la ciudad y siempre presente en el altar itinerante desde el que la Reina de Capuchinos derrama su esencia cada Miércoles Santo, ocupa un lugar de privilegio, así como la Paloma de Pentecostés, representación del Espíritu Santo.
En la celebración se ha proclamado una primera lectura del Éxodo, con Moisés y Josué como protagonistas venciendo al mal y poniendo de manifiesto la necesidad de la oración para vencerlo; el salmo responsorial Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el Cielo y la Tierra; y una segunda lectura del libro del Apocalipsis, "una mujer vestida del sol y la luna bajo sus pies, con una corona de doce estrellas". Para poner el colofón con el Evangelio según San Lucas (18, 1-8), con el mensaje de que "Dios hará justicia a sus elegidos que claman ante él".
Tras las lecturas, el obispo de Córdoba ha destacado en su homilía que "Dios reina y la Tierra goza, según canta uno de los salmos, que esta tarde se nos hacen tan presentes en este lugar. El reino de Dios es un reino de vida, de justicia y de paz y cuando Dios es el rey de nuestra vida, la paz ha reinado en el mundo". "Hemos venido hasta la Catedral para vivir unos momentos que quedarán grabados en la historia de esta cofradía, la de la Paz y Esperanza, y en la historia ciudad de Córdoba, el día en el que la que llamáis la paloma de Capuchinos, la Reina de Capuchinos, va a ser coronada", ha destacado el prelado.
Demetrio Fernández ha recordado a aquellos primeros hermanos de la cofradía que la pusieron en marcha justo acabada la Guerra Civil "con un deseo de paz, en el año 1939, hermanos que quisieron llamar a la Virgen Reina de la Paz". "Ella nos va indicando siempre que este reino de Dios es un reino de justicia y de paz y que este nombre que ha recibido de sus devotos le pide a Dios cada día la paz; María Santísima nos da cada día esa lección, haz las paces con quien tienes alrededor si tienes algún problema con él. El mensaje de María Santísima es claro, donde haya odio ponga yo amor; la paz es un don de Dios y por eso hay que pedírselo a Dios y qué mejor intercesora que la Virgen", ha añadido.
El obispo ha destacado la profecía del Apocalipsis de la segunda lectura y su significado. "La mujer con una corona de doce estrellas, como la corona que vamos a poner en la cabeza de la María Santísima de la Paz y Esperanza, doce estrellas, como las que simbolizan a Europa, estrellas que significan la unión de Europa, una Europa en paz", ha insistido. Y no ha olvidado reseñar "la atención a los pobres y los necesitados que debe incluir cualquier acto de amor a la Virgen" y que en la Hermandad de la Paz y Esperanza se ha hecho carne destinando la obra social de la coronación a un gran proyecto que, a iniciativa del propio obispo persigue la recuperación del antiguo seminario de Los Ángeles, en Hornachuelos, para destinarlo a la reinserción de jóvenes que se encuentren en riesgo de exclusión social.
Tras la homilía, el prelado ha bendecido la corona de manos de los hermanos capuchinos, padrinos de la coronación. "Con esta corona reconocen a tu hijo como rey del Universo", ha destacado refiriéndose a la Virgen. "Tú pones sobre la cabeza de tus fieles la corona de la vida", ha añadido. Posteriormente, monseñor Fernández ha accedido al paso de palio de la Paloma de Capuchinos para sustituir su corona por la bendecida pontificiamente entre los aleluyas del coro y los interminables aplausos de las autoridades, cofrades, fieles y demás representación de la sociedad cordobesa que ha poblado la ceremonia en la Mezquita-Catedral. Con anécdota incluida, en un primer momento, la corona se le colocó a la Virgen del revés. Tras ello se ha rezado el Credo.
La elección de la música para la celebración también ha tenido su simbología, no ha sido algo baladí. El coro de la Fundación Miguel Castillejo ha sido el encargado de poner banda sonora a esa eucaristía solemne de la coronación pontificia. El elenco lo ha completado el Cuarteto Averroes junto a otros artistas. El diseño, coordinación y dirección ha corrido a cargo de Ángel Jiménez y el programa ha incluido la interpretación en do mayor KV317 de W. A. Mozart.
Y es que la celebración ha estado inspirada musicalmente en W. A. Mozart, articulada con su Misa de la Coronación en do mayor, que completara para las celebraciones de Pascua en la Catedral de Salzburgo, el 4 de abril de 1779. El Aleluya del Exsultate Iubilate, Ave verum Corpus o el Laudate dominum de las Vesperae solennes de confessore son otras joyas de la literatura universal sagrada que han acompañado a María Santísima de la Paz y Esperanza en su coronación, compuestas por el genio salzburgués.
Canticorum Iubilo y Aleluya de Haendel, o la interpretación de Lobgesang (Himno de Alabanza, Salmo 40) de Félix Mendelssohn, han completado un programa musical delicioso que, sin duda, ha estado a la altura de un evento tan importante y esperado para la ciudad de Córdoba.
Asimismo, la misa ha contado con la interpretación de una Plegaria, la Salve y, especialmente, la marcha Los destellos de tu Palio, dedicadas para esta ocasión a María Santísima de la Paz y Esperanza y compuestas por Manuel Pérez.
El colofón a la celebración lo ha puesto la salida procesional de María Santísima de la Paz y Esperanza ya coronada por esas calles engalanadas para la ocasión en la ciudad -como son Juan Valera, San Pablo, San Andrés, Enrique Redel, la plaza de Santa Marina o la de Capuchinos- de camino a su sede canónica. Todo ello en un cortejo encabezado por la Banda de Cornetas y Tambores de la Salud de Córdoba -formación que sale el Miércoles Santo con Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia- y con la Banda de Música Municipal de Arahal (Sevilla) poniendo los sones detrás del palio. Una celebración de una coronación llamada a prolongarse durante unas 12 horas.
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