Corpus Christi en Córdoba: Ensalzamiento eucarístico e invitación a la caridad

Religión

La Diócesis celebra otro año más la cita de gloria tras una eucaristía en la Mezquita-Catedral en la que el obispo defiende la importancia de vivir este sacramento

La procesión del Corpus Christi de Córdoba, en imágenes

Un recorrido por las tiendas cofrades de Córdoba, en imágenes

La Custodia de Arfe recorre el exterior de la Mezquita-Catedral. / Juan Ayala

"Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. Este versículo del capítulo 6 del Evangelio según San Juan pronunciadas por Jesús pone el prólogo a una celebración del Corpus Christi en Córdoba durante la eucaristía previa a la partida de la Custodia de Arfe de la Mezquita-Catedral. Una celebración especial, que como ese versículo leído del Evangelio indica, también rinde homenaje a la instauración de la eucaristía con Nuestro Padre Jesús de la Fe, y el apostolado de la Sagrada Cena acompañando por las calles a Jesús Sacramentado.

“La liturgia de la Iglesia nos propone esta fiesta para que le demos todo el valor que tiene a esa eucaristía que celebramos cada domingo o incluso cada día; qué gran misterio y qué gran regalo el que Dios nos ha hecho a través de este sacramento que Jesucristo instituyó en la última cena del Jueves Santo, la víspera de padecer y morir en la cruz”, defiende monseñor Demetrio Fernández durante su homilía.

El obispo de Córdoba añade que “este fiesta”, la del Corpus, se presenta como una ampliación del Jueves Santo. “Si la fiesta del Jueves Santo es de aflicción, la del Corpus es de gloria y de alegría, invitándonos en el mismo misterio a agradecerle a Dios lo que significa este regalo permanente para toda nuestra vida, que es la eucaristía, alimento de vida eterna y de eternidad”, añade. “La eucaristía es el alimento que Jesuscristo nos da para nuestro camino hacia la vida eterna, una eucaristía que es memorial de la Pascua del Señor”, defiende.

El prelado recuerda que el Corpus es también “el día de la caridad, día de Cáritas. La caridad cristiana no solo es la benevolencia de un momento, sino que es también la lucha por la justicia, y nosotros también debemos luchar a todos los niveles por esa justicia en nuestra ciudad, en nuestra provincia y en nuestra Diócesis de Córdoba, algo que brota de la eucaristía”.

“Bendito sea Dios, los ángeles cantan y alaban al Señor”. Con ese canto como banda sonora el paso de misterio de la Sagrada Cena accede al patio de los Naranjos acompañado de numerosos hermanos de la corporación de Poniente, que preceden a la Custodia de Arfe. Lo hace en un paso diferente al que luce cada Jueves Santo, de menores dimensiones, y con los candelabros arbóreos del paso de María Auxiliadora. En esta ocasión, las andas son las que la corporación utiliza para el Corpus de la hermandad y que le permite transitar en esta procesión por las calles más estrechas de la Judería.

En el recorrido de la Sagrada Cena y la Custodia de Arfe, una gran novedad, la procesión con Jesucristo Sacramentado vuelve a discurrir por el centro de la ciudad antes de retornar al primer templo de la Diócesis. La banda Tubamirum de Cañete de las Torres pone sus sones al titular de la cofradía del Jueves Santo, mientras que el cortejo lo abre la banda de cornetas y tambores de la Brigada Guzmán El Bueno X. El paso de la custodia de Arfe cuenta con el acompañamiento de la Banda de Música de la Esperanza de Córdoba.

En el exterior esperan los singulares altares montados por una decena de hermandades con motivos eucarísticos. En el Muro de la Catedral a la altura del número siete de la calle Magistral González Francés (plaza de Santa Catalina) se ubica el de la Hermandad del Amor. Mientras, el Carmen de Puerta Nueva lo ha ubicado en la calle Jesús y María, en la puerta del Conservatorio de música; y la Hermandad de la Misericordia lo ha dispuesto en la esquina entre las calles Diario de Córdoba y Claudio Marcelo.

El altar del Remedio de Ánimas espera en el Muro de la Catedral, junto a la Puerta Batisterio-San Nicolás, en la calle Magistral González Francés número 15; el de la Hermandad de El Huerto, a la altura del número 63 de la calle San Fernando; y el de las Penas de Santiago, casi en la esquina de esta última calle con la calle Lucano. Todos ellos son majestuosos, como lo son también los altares de la Hermandad de Pasión, en Cardenal Herrero, a la altura de la Virgen de los Faroles; la Sentencia, en la calle Blanco Belmonte, en la puerta del Conservatorio de Danza.

Previamente, en esta misma vía se ubica el de la Merced, junto a la puerta del convento de las Siervas de María. Antes en la calle Ángel de Saavedra, a la altura del convento de Santo Ana, está el del Carmen de San Cayetano.

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