Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Entrevista | Neurocirujano y ajedrecista
Cristóbal Blanco Acevedo (Venezuela, 1981) lleva 18 años en España y es toda una eminencia en sus dos pasiones: la neurocirugía y el ajedrez, deporte del que ostenta la categoría de maestro internacional. Padre de tres hijos nacidos en Córdoba y neurocirujano en los hospitales Reina Sofía, Cruz Roja y San Juan de Dios, el doctor Blanco ha liderado un estudio junto a 12 investigadores que pronto verá la luz y que será toda una revolución en esta especialidad médica. ¿Puede la práctica del ajedrez ser importante en el tratamiento de enfermedades mentales como el alzheimer o la depresión? En esa demostración lleva años trabajando Cristóbal Blanco, quien con su naturalidad, sabiduría y amplia sonrisa atiende a El Día para conversar sobre la salud mental, la presión social, la actualidad de la neurocirugía y el ajedrez y una Córdoba de la que está enamorado desde que llegó hace más de una década.
-La neurocirugía es una especialidad desconocida para muchos. ¿Cómo define su profesión?
-Un neurocirujano es un facilitador médico que se encarga de operar el cerebro. Gracias a la tecnología, hoy somos capaces de quitar tumores, operar hemorragias, quitar dolores centrales o temblores… Son un número importante de patologías incluso en la columna vertebral que, con esa tecnología de primer nivel, nos permite mejorar las dolencias de los pacientes y minimizar las complicaciones. Tiene momentos muy dulces, pero los momentos amargos son constantes porque nos enfrentamos a pacientes con tumores cerebrales muy limitados y en los que nuestra posibilidad de ayuda todavía está pendiente. El neurocirujano, en definitiva, ayuda a que tu cerebro y médula espinal funcionen mejor, siempre con el apoyo de los neurólogos que son partícipes psiquiatras de la neurociencia.
-Parece que todavía falta mucho por avanzar en la neurocirugía.
-El límite del conocimiento en la medicina está en el cerebro. En la mayoría de especialidades hemos llegado a un nivel bastante alto, pero el cerebro sigue siendo el objetivo a seguir. La neuro parece que todavía no ha arrancado, y mira que con la inteligencia artificial y el software se imitan cerebros y se colocan máquinas que puedan suplantar algunas de nuestras funciones. Sabemos mucho, pero todavía no nos ubicamos porque no sabemos si ese mucho supone el 10% del camino o el 90%.
-Precisamente usted lidera un estudio que argumenta un nuevo avance en la neurocirugía y está relacionado con la práctica del ajedrez.
-El cerebro siempre ha sido algo tabú, pero es necesario que las personas se familiaricen con él porque la enfermedad cerebral la vivimos constantemente en pandemia. Una de cada cuatro personas, el 20%, padece enfermedades de salud mental y casi ninguna se va a librar de tener un momento de ansiedad o un alzheimer en el futuro. El cerebro, como jefe de todos los órganos, se afecta cuando otros le dan signos de alarma, por eso la salud mental está en constante amenaza. De hecho, hacer un deporte que nutra y cambie al cerebro de una forma eficiente es tan importante como el ejercicio físico. Ahí es donde entra el ajedrez, un juego milenario que permite ejercitar de una manera homogénea todo tu cerebro porque tienes que tener cálculo, estrategia, ser predictivo y tomar decisiones bajo presión. Te hace simular un estado constante para preparar tu cerebro a que tome decisiones.
-¿Y ese estudio ha conseguido demostrar que el ajedrez mejora las capacidades cerebrales?
-El ajedrez modifica la estructura del cerebro, pero la ciencia hasta que no lo vea, no se lo puede creer. Por eso hay que demostrarlo. En eso hemos basado este estudio que está pendiente de ser publicado relativamente pronto en colaboración con HT Médica, el Hospital Reina Sofía y el Imibic. Cuando ves a un futbolista, las piernas se le hipertrofian. O un jugador de baloncesto gana mucha altura… ¿En el ajedrez pasa algo? Hemos visto cambios cerebrales en personas que juegan al ajedrez versus personas que no lo hacen. Por ejemplo, con el alzheimer, la principal causa de demencia en personas mayores, curiosamente las estructuras que se desgastan son las que protege el ajedrez. Hay relación entre intentar ralentizar la enfermedad cuando practicas un deporte que requiere mucha actividad mental.
-¿Eso quiere decir que la práctica del ajedrez es un método de prevención contra el alzheimer?
-Las enfermedades del cerebro como el alzheimer tienen un componente genético que es casi heredado y no lo podemos cambiar. Hay enfermedades que, debido a una fuerte carga genética, no puedes hacer nada para evitarlas. Si estamos predestinados a tener alzheimer, con hábitos como una buena salud deportiva, buena alimentación o la práctica del ajedrez, esos procesos los vas a ralentizar. También hay un componente epigenético que tiene que ver con el ambiente. Por ejemplo, si fumas, la probabilidad de cáncer de pulmón aumenta. Dicen que la genética es solo un 20-30% de posibilidad y con tus hábitos puedes cambiar tu propio futuro.
-¿Recomienda a sus pacientes jugar al ajedrez?
-El ajedrez es un deporte porque gasta energía, de hecho, con la tensión de un torneo puedes bajar hasta cinco kilos (risas), y tiene reglas muy bien definidas, esa es la definición según la RAE. El cerebro y la fortuna de jugar al ajedrez me han permitido trasmitir la importancia de hacer un deporte, en este caso el ajedrez porque lo conozco, y la neuro, porque manejo el cerebro. Si el cerebro está bien, se ha demostrado que alargas tu vida con calidad. El deporte físico nos ayuda, pero podemos estar trastornados y, si le inyectas esa disciplina de un deporte mental, tu cerebro lo vas a potenciar. El ajedrez te ofrece esa conexión total con tu cerebro que es fundamental para su funcionamiento. El cerebro es hipersocial, está hecho para conectarse y si nos aislamos, sufre.
-¿Pero el cerebro es social por naturaleza o por lo impuesto en la sociedad actual?
-Es social por naturaleza. La evolución ha dicho que aquellas especies que se puede comunicar y agradar son las que van a desarrollar. El humano ha creado el lenguaje, una invención social como el internet recientemente. Trae ventajas mayoritariamente, también inconvenientes, pero la ventaja estará en cómo manejemos esas herramientas. El cuchillo, por ejemplo, lo usamos los neurocirujanos para curar o un carnicero para servirte la carne, pero también puede ser un arma para matar. El uso del lenguaje que nos permite comunicar es un invento del cerebro para ser más sociales.
-¿El cerebro se desarrolla más en los tiempos actuales que antes?
-Hoy en día estamos más informados que nunca y sabemos menos que antes, es lo que llaman el analfabetismo digital, la nueva era. Hemos salido del analfabetismo, pero hemos entrado en una ceguera de información que nos abruma y que hay que saber digerirla y aplicarla para poder mejorar. Ahora vivimos en una época más hipersocial, pero confundimos la fiesta continua y su gran estado de felicidad bebiendo altas dosis de alcohol, cuando realmente el cerebro está hecho para pequeñas dosis. No mientras más social soy, es más guay. El cerebro está hecho para que intercambies tu opinión y utilices tus emociones correctamente.
-¿Qué fue lo que le animó a relacionar tan íntimamente al ajedrez con la neurocirugía?
-Mi vida ajedrecística comenzó a los seis años por mis padres, que jugaban sin ser profesionales. La suerte fue que este deporte me brindó la primera ocasión para viajar fuera de Venezuela. Fue una gran motivación para trabajar más y conseguir que el país me patrocinara en torneos. El ajedrez sigue siendo una actividad competitiva y muy sacrificada que en Europa y América cada vez es más profesional. En mi casa era como un hobby, por eso no podía abandonar los estudios y me enfoqué a la medicina. Al principio me gustaba el corazón, pero al ser mi padre catedrático de neuroanatomía, me despertó un interés al descubrir esas múltiples variables que tiene el cerebro al igual que el ajedrez. Vi tanta semejanza entre ambas, que fue un amor a primera vista y me desarrollé como médico en Venezuela y luego llegué a España.
-Lleva ya 18 años lejos de su Venezuela natal. ¿Cómo soporta la distancia?
-Mi intención cuando vine a España en 2006 era la de formarme como neurocirujano y regresar a mi país. La especialidad de neurocirugía es muy larga y, mientras me fui formando, me iba enamorando más de esta tierra y de cómo funciona un país desarrollado. No pierdo mis raíces porque estoy orgulloso de ser venezolano, pero para desarrollar la neurocirugía necesitas tecnología punta y una institución que la respalde, porque el neurocirujano es la cabeza visible, pero detrás hay un gran equipo donde participan anestesistas, celadores, enfermeras y toda la infraestructura sanitaria.
-¿Cómo terminó en Córdoba y qué hace que lleve tanto tiempo en esta ciudad?
-En primer lugar fui a Valencia porque amistad y me formé en el MIR. Luego estuve en Asturias un año y después pude empezar la especialidad en el Hospital Reina Sofía donde conseguí la plaza en propiedad. En Córdoba estoy encantado, aunque el mes de agosto uno quiere salir, pero me gusta la tranquilidad. Tiene un nivel de gentileza diferente y no se si es porque me he hecho cordobés de adopción, pero es una ciudad tranquila que viene bien para el ajedrez y la neuro. Y lo más curioso es su historia, si nos ponemos a ver, aquí estuvieron los cristianos, los romanos, los árabes, los judíos… todas esas semillas que están en la Judería son lo que nos motiva para seguir mejorando día a día.
-¿Qué premios ha conseguido como ajedrecista? Toda una vida ligado al ajedrez le ha debido de curtir mucho.
-Gané campeonatos continentales y europeos e incluso pude representar a Venezuela en las olimpiadas de ajedrez que se disputan cada dos años. Hoy en día compito en España a nivel alto, pero no súperprofesional aunque me mantengo entre los 10-20 mejores en torneos de 200 participantes y estoy dentro del 4.000 del mundo en el ranking Elo. Conozco grandes amistades por el ajedrez que a día de hoy son los mejores y es un ambiente súpersano por los valores que transmite y el respeto a las normas.
-El último campeonato que ganó fue el II Torneo de Morente (Bujalance) y tuvo un gran éxito pese a llevar tan solo dos ediciones y ser en una aldea de la provincia.
-El ajedrez ha hecho un esfuerzo enorme para quitarse las etiquetas de deporte aburrido. Hace muchos años se ha intentado inocularlo en pueblos porque la política lo ha desplazado. En Morente todos los años hacen un torneo muy agradable para la práctica con jugadores de primer nivel. ¿Quién iba a imaginar que una aldea iba a traer a la campeona mundial Pia Cramling?. En España, por ejemplo, el ajedrez está implatado en las escuelas y por eso es el número uno en el mundo en tener torneos y programas desarrollados. El ajedrez está en auge y la pandemia y la serie Gambito de dama le dieron ese empuje porque seguía estando tapado.
-¿En qué situación se encuentra actualmente la práctica del ajedrez en Córdoba?
-El ajedrez en Córdoba y en Andalucía tiene un excelente nivel, pero siendo la zona más poblada necesita más inyección. Faltan más recursos económicos, culturales y de infraestructuras. Hay comunidades que están más adelantadas por lo económico, no por el nivel. Sin embargo, en la penetrancia hacia las escuelas es una de las comunidades más desarrolladas porque han entendido la importancia del ajedrez. A raíz de eso, estamos haciendo un documental de varios episodios en el que ponemos en evidencia el ajedrez y el cerebro para que resulte interesante a quienes no lo conocen. Estamos buscando una plataforma como Netflix que se interese.
-Desde luego ha sido -y es- muy exitoso en sus dos pasiones: la neurocirugía y el ajedrez. ¿Lo considera así?
-El éxito mío está manipulado. Soy poco creyente de la genialidad, sino del trabajo y el contorno. Yo tengo un equipo, una familia que me apoya con mi padre, mis hijos y mi señora. He tenido la vida bastante fácil y me lo han puesto derecho. Como dice el proverbio africano: "Si caminas solo llegas más rápido, si caminas acompañado llegarás más lejos". En la propia neurocirugía están mis compañeros de trabajo, mis maestros formativos, los mismos médicos y los pacientes... yo soy un producto. Todos tenemos un pequeño genio y cada uno tendrá la fortuna para poder tallarlo y para eso es importante la gente que te acompaña y la disciplina. Hay que pensar, sembrar tu conocimiento y preparar tu cerebro para buscar tus mejores opciones y encontrar tu genio propio.
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