Debajo del asfalto está la cañada
Los vaqueros critican que el Ayuntamiento no les dejara pasar de día porque "pasar de madrugada es una paliza para nosostros y para el ganado". El paso esta mañana hubiera tenido además un carácter reivindicativo
Un espectáculo único. Tal y como adelantó ayer El Día, un grupo de vaqueros de Sierra Nevada y de Sierra Mágina atravesaron el centro con unas 200 cabezas de vacuno, varios caballos y una decena de perros pastores. Dice el lema de un movimiento agroecológico que "bajo el asfalto está la huerta", pero para estos ganaderos de Laroles-Nevada (Granada) y Belmez de la Moraleda (Jaén) bajo el alquitrán del Paseo de la Victoria, sobre la piedras del Puente de San Rafael, junto a La Calahorra pasaba y pasa una de las principales vías pecuarias de Andalucía: el cordel Granada-Córdoba, del que salen decenas de ramificaciones y sobre el que se superponen otros caminos, ahora carreteras y calles de la ciudad.
Salieron de sus fincas mediado noviembre y ayer por la mañana, Eduardo y Antonio Yebra y Juan Pereira, con el resto de vaqueros, comenzaron a acercar el ganado a Córdoba. La víspera habían acampado junto a unas pistas para avionetas de fumigado situadas junto al camino del Judío. Allí pasaron la noche "al raso", como duermen quienes tienen la dura obligación de conducir las reses durante tantas jornadas. "Nos turnamos en la vigilancia, estamos como de imaginaria", dice Juan Pereira.
La Guardia Civil les pidió que dejaran las vacas en una zona del cordel situada junto a los depósitos de agua cercanos al Campo de la Verdad para iniciar la travesía por la ciudad a las 24:00, entre un dispositivo especial de la Policía Local. La idea de los vaqueros consistía en seguir los pasos de quienes les precedieron en la ruta, antaño frecuentada por decenas de pastores de las tierras altas granadinas.
Fueron absolutamente puntuales y el espectáculo fue único. Las vacas entraron por el Campo de la verdad, flanquearon La Calahorra y continuaron por la calle Fray Albino. El contraste con la mezquita al fondo resultó sumamente evocador. Como los sonidos de los cencerros, las esquilas y los mugidos de las madres llamando a los becerros, los olores, las voces de los vaqueros... El público se fue agolpando estupefacto ante el espectáculo. La "pasada", como se dice en el argot trashumante, por el Puente de San Rafael, con el acompasado ritmo de las pezuñas sobre el asfalto fue toda una reivindicación de las tradiciones que nunca, aunque fuera como muestra, se deberían perder.
La punta de ganado con sus mayorales y ayudas partió luego hacia Vallellano y La Victoria y muchos, que venían de vibrar con las cosas urbanas de Sabina, que tocó anoche en Vista Alegre, se dieron de frente con la estampa más rural que puede verse en el centro de una ciudad. Las vacas no entienden de lindes. Como reivindicación, grupos ecologistas, entre los que se encontraba A desalambrar, acompañaron a los vaqueros y caballistas conduciendo el ganado andando. Como cierre, dos barredoras de Sadeco limpiaban los excrementos que dejaban las reses. Buena idea.
Lástima que el espectáculo se viera de noche. "Queríamos pasar por la mañana y el alcalde no nos ha dejado, no ha tenido sensibilidad. El ganado está cansado después de tantos días y nosotros también y andar a estas horas es una paliza", sostenía anoche Antonio Yebra, quien apuntaba que lo mismo hubiera dado pasar a primera hora de la mañana que a última hora de la noche. En ese caso, además, el paso de día hubiera tenido carácter reivindicativo.
Tras alcanzar el AC Palacio -antiguo Meliá-, el ganado enfiló hacia la Victoria. Al cierre de esta edición se encontraban a la altura del Vial Norte, mezclados entre quienes disfrutan de la noche cordobesa. Hasta allí el ganado había llegado sin ninguna incidencia. Las voces de los vaqueros se mezclaron con la música de moda. Lo eterno se fundió con lo nuevo. Larga vida a los vaqueros.
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