"Dejar la droga en sí no es complicado, lo difícil es encontrar una motivación para ello"

Geografía humana · Alfonso Fernández

Alfonso Fernández asegura que el ser toxicómano es "una forma de vivir en el mundo", por lo que salir de esa espiral no es una meta fácil, pero sí posible de alcanzar

"Dejar la droga en sí no es complicado, lo difícil es encontrar una motivación para ello"
"Dejar la droga en sí no es complicado, lo difícil es encontrar una motivación para ello"

EN su mirada refleja la serenidad que aportan los años y en sus palabras la sabiduría que ofrece la experiencia. Cada día trabaja por conseguir que personas con problemas de drogadicción consigan una motivación para salir del infierno en el que viven. Una labor dura, pero que le aporta la mayor recompensa: saber que está reconduciendo sus vidas.

-La Fundación Arco Iris nace en el año 1983, ¿qué balance hace de estos 30 años?

-Hago un balance muy positivo. Son casi 5.000 pacientes con adicciones los que han pasado por los seis centros que forman la Fundación, lo que se puede traducir en la población de un pueblo como Montalbán o Benamejí. En concreto, tenemos centro ambulatorio, comunidades terapéuticas, centro de menores y viviendas de apoyo a la reinserción.

-Y de esos 5.000 pacientes con problemas de adicción, ¿cuál es el porcentaje de éxito?

-No todos ellos han dado un resultado positivo, pero sí un porcentaje alto. La estadística mundial fija la media de rehabilitación en un 10% de personas con adicciones. Nosotros estamos en torno al 25 o 30%, es decir, se curan tres de cada diez pacientes. Pero hay que tener cuidado, ya que la rehabilitación no significa abstinencia total a lo largo de la vida. En el mundo de la toxicomanía y de las adicciones esto casi prácticamente se descarta. Se dice que una persona está rehabilitada cuando cumple una serie de ítems, por ejemplo cuando es capaz de socializar su vida, mantener un trabajo estable y cumplir sus obligaciones como ciudadano. Pero, hay que tener en cuenta que la toxicomanía es una enfermedad crónica y recidivante, es decir, cíclicamente se acaba recayendo.

-Entonces, ¿una persona con una problema de adicción nunca se rehabilita totalmente?

-El ser toxicómano es una forma de vivir en el mundo, es un enfoque de vida por el placer inmediato. Lo que caracteriza a un toxicómano es que lo quiere todo, lo quiere ya y lo quiere sin esfuerzo. Eso acaba dando como resultado una forma de vida. Así que acostumbrar a una persona a que dilate el placer y a que la recompensa la espere después de un tiempo y a que se conforme con menos, cambiar ese chip es difícil. Ellos han visto la puerta falsa para llegar al placer y tú ahora dile que ese no es el camino. Hay un ejemplo muy gráfico. Antes se iba a Málaga por la Cuesta la Reina, había que subir y bajar curvas y se tardaba un sinfín de horas, aunque la carretera es muy bonita y se disfruta. Pero si me dices que opte entre llegar a Málaga por esta vía o en hora y media por la nueva autovía, yo mismo cojo el atajo. Ellos han cogido el atajo para disfrutar y eso cuesta mucho trabajo erradicarlo.

-Al principio de poner en marcha la Fundación el objetivo era atender a varones con adicción a la heroína, ¿cómo ha evolucionado el perfil desde entonces?

-La droga apareció en Estados Unidos a principios de los 60 con el movimiento hippie, pero no empezó a dar problemas hasta finales de esa década. Como aquí somos un poquito más torpes, la heroína llegó a Europa en los 70 e, igualmente, llegó a ser un problema diez años después. Como los españoles somos más tontos todavía, la droga viene a finales de los 70 y al principio de los 80 se convierte en un problema. Por ello, en el 83 atendemos a los primeros pacientes en un chalet junto a la Campsa. En esta época la droga era heroína e inyectada y el perfil de la persona adicta era muy homogéneo. Es decir, pacientes entre 20 y 25 años, adictos a la heroína y por vía intravenosa. De eso hemos pasado a una media de 40 años, y no hay ningún paciente con una adicción a una droga por vía intravenosa, eso se considera como despreciable. Ahora hay dependientes de alcohol, de pastillas, barbitúricos, somníferos y, sobre todo cocaína, o bien, heroína mezclada con cocaína, lo que se llama un chino.

-En cuanto a los jóvenes, ¿cómo está ahora mismo el problema de las adicciones?

-Las drogas que toman los jóvenes aún no han dado la cara. La droga con más demanda en estos momentos es la cocaína asociada con alcohol y los que toman esta mezcla pedirán ayuda dentro de unos años. Por eso en los centros ahora no hay gente joven apenas, sino gente mayor, con una media de 40 años, con patología dual, es decir, tienen un doble trastorno, que prefieren drogarse y que se estabilizan con la droga. Son pacientes que, por ejemplo, su psiquiatra le receta una medicación y se la toma pero no siente placer, además tiene conciencia de que es un loco y que necesita pastillas para vivir. Si prueba la cocaína o la heroína, se estabiliza igual pero siente placer. Por ello coexiste la toxicomanía con patologías como la esquizofrenia o la psicosis. Esto es lo que más empieza a abundar en comunidades.

-¿Las personas con un problema de adicción suelen pedir ayuda?

-Casi nadie pide ayuda. Las que piden ayuda son las familias, que están hartas de ellos. Nosotros solemos decir que el toxicómano no tiene proyecto de vida. Su proyecto de vida acaba hoy, no tienen mañana. Si tiene cinco papelas hoy, se las mete todas hoy, no guarda tres para mañana. No tiene futuro, vive el presente. Ellos, por lo general, vienen a tratamiento empujados. Muy difícil es que un adicto quiera salir de esto para mejorar su vida, para mantener su trabajo, por recuperar su familia o amigos. Son sus seres más cercanos los que le dicen que no puede seguir así y que, o cambian o les echan de casa. También hay casos de que es la propia empresa la que da un ultimátum y le ofrecen al trabajador un periodo de rehabilitación o lo echan a la calle.

-¿Puede ser esto lo que hace que el índice de rehabilitación sea bajo?

-Dejar la droga en sí no es difícil, lo complicado es encontrar una motivación para dejarla. Una vez que encuentres el motivo sales relativamente fácil. La función de los equipos terapéuticos es convertir los "porque no" pequeñitos que traen en un "porque sí muy grande".

-¿Cómo hay que enfrentarse a un problema de adicción?

-Pues sentir la necesidad de cambiar o ponerse en disposición de que se lo hagan ver. Yo recuerdo que hace unos años una chica de 21 años me decía que se quería ir del centro y yo le insistía en que se esperara al menos una semana, pero ella me contestó que si se esperaba no se iría y entonces se curaría. Lo que me decía es que no quería curarse.

-¿Es cierto que las mujeres piden menos ayuda que los hombres?

-Ahora mismo en el centro tenemos más dotación para mujeres que para hombres, pero la proporción sigue siendo cuatro a uno. Es decir, de cada cinco pacientes cuatro son varones. Y en las mujeres cada vez es más frecuente que las adicción estén relacionadas con trastornos de alimentación.

-¿Hay personas que por genética son más propensas a padecer una adicción?

-Hay quien dice que sí, pero sobre todo es un problema de ambiente, ya que el ambiente genera la conducta. Se puede crear a partir de 'botellones' o tener un padre drogadicto y despreciarlo durante mucho tiempo, pero, como eso se aprende sin querer, terminar haciendo lo mismo que el padre.

-La Fundación también trabaja con menores, ¿en qué se centra esa labor?

-Los menores que tenemos están tutelados por la Junta de Andalucía con trastornos de conducta. En concreto, han vivido un tiempo en centros normalizados, pero cuando dan problemas hay un escalón superior de exigencia que es edificio de conflicto social. Pero cuando siguen dando problemas, los mandan a un centro de tratamiento de trastorno de la conducta, y cuando aún dan más problemas los envían a un programa de alta intensidad, que son los nuestros. Así que estamos tratando lo mejorcito de cada centro. En estos momentos tenemos 26 menores.

-Imagino que es complicado tratar a un perfil de usuario de este tipo.

-Es más complicado que lo otro, pero mucho más gratificante. Es tratar con adolescentes difíciles de por sí. Todos están en edad escolar y la Junta quería que fueran a un instituto para normalizarlos, pero les hicimos ver los problemas que esto podía acarrear al juntarlos todos en una misma clase. Conseguimos por un convenio entre la Consejería de Educación y de Infancia y Familia que sea el instituto el que viene al centro. El centro de menores varones está en Lucena, el de chicas en Montilla. Y el mismo esquema para mayores, los hombres en Lucena y las mujeres en Montilla. En Córdoba contamos con un centro de tratamiento ambulatorio y las viviendas de apoyo a la reinserción.

-¿Tratan a personas con adicciones a las nuevas tecnologías?

-Sí y también al juego por internet. El perfil de este tipo de pacientes suele ser el de jóvenes, de entre 20 a 30 años. Pacientes de este tipo comenzamos a recibir hace tan sólo unos cuatro años.

-¿Cómo se detecta este problema?

-Pues lo detectan sobre todo los padres porque el niño le ha cogido la tarjeta de crédito y le ha fundido dos millones de pesetas en tres meses. Difícilmente suelen ser los que padecen el problema los que se dan cuenta de que tienen una adicción al juego por internet.

-¿Cómo ha afectado la crisis a los recursos con los que contáis?

-Estamos sufriendo como sufre cualquiera, atrasos en los pagos por los convenios que tenemos con las administraciones. Aunque al final terminan pagando. Además, los convenios no han subido y en menores pues han bajado un poco, lo que afecta a la hora de prestar el servicio. La calidad, sin embargo, no se resiente por la calidad humana del equipo, que está formado por 57 personas. Además, contamos con más de 30 voluntarios que de forma altruista trabajan para la federación para servir de apoyo.

-¿La crisis supone un aumento en el número de personas que padecen algún problema de adicción?

-Eso es difícil de cuantificar, pero yo tengo una percepción. La crisis ha aumentado el menudeo, es decir las personas que se dedican a vender como medio de vida y que nunca pensó que haría esto, sobre todo personas jóvenes sin acceso al mercado laboral. Y también se puede decir que hay más personas que consumen menos cantidad. Esto pasa con la cocaína, hachís, LSD y otro tipo de alucinógenos.

-En estos últimos 30 años seguro que se ha tenido que enfrentar a situaciones muy complicadas, ¿cómo consigue mantener las distancias?

-Hemos tenido a personas que han hecho prácticas con nosotros y cuando han pasado unos meses nos han dicho que se iban porque el trabajo les está afectando a su vida personal. Hay que ser fuerte y tener muy claro que nosotros no vamos a sacar a nadie de la droga vamos a ayudarles a que salgan, porque los que tienen que salir son ellos.

-Y a las familias imagino que deben plantearles el problema con una visión realista...

-Claro, a las familias hay que prepararlas de las posibles recaídas del paciente o que, incluso, es conveniente que recaigan para que se den cuenta de que no pueden probar de nuevo las drogas.

-¿Cuáles son los retos de la Fundación?

-Hace tres años terminamos de construir el centro de mujeres en Montilla y de menores de conducta y estamos hasta arriba de deudas, así que nuestro reto es pagarlas cada mes, aunque recibimos ayuda de diferentes administraciones y entidades. Y además, a partir del 21 de diciembre, empezamos a celebrar el 30 aniversario y vamos a organizar una serie de actos durante el 2014 para contarle a la sociedad que fuimos los primeros en abrir un centro de atención a drogodependientes en Andalucía.

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