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Control del coronavirus
Los centros educativos de la provincia están vigilados por 35 enfermeras escolares cuya labor es gestionar las situaciones que surjan relacionadas con el covid-19, como cortar posibles brotes, buscar contactos estrechos y casos sospechosos, además de resolver dudas y consultas. Todo con la intención de mantener a raya el coronavirus y frenar su transmisión dentro de las aulas.
Han pasado de realizar un trabajo asistencial en sus centros de salud a hacer otro más administrativo, pero igual de importante, ya que sin su control posiblemente en los colegios se hubieran dado muchos más contagios. Para ellas esto está suponiendo un gran aprendizaje, aunque también hay que dedicarle muchas horas debido a que los cupos que tiene cada una son bastante grandes.
Esto se está notando sobre todo ahora, en la tercera ola de la pandemia, en la que la expansión del SARS-CoV-2 se está dando con mucha rapidez. Y, si en la sociedad en general aumentan los positivos, también lo hacen en los colegios; aunque no porque los niños y jóvenes se contagien allí, sino porque lo hacen en su ámbito familiar y social. Así, las horas dedicadas al seguimiento de contactos estrechos se han multiplicado y estas profesionales están trabajando incluso fuera de su jornada laboral.
La Junta de Andalucía ha puesto en marcha este curso 2020/2021 la figura de la enfermera referente escolar, que trabaja en colaboración con el coordinador covid que cada centro ha designado. Ellas son el nexo entre la unidad de Epidemiología de cada área sanitaria y los colegios, de forma que avisan -tanto en una dirección como en otra- sobre positivos detectados, alumnos a los que haya que hacer un test o posibles brotes. Además, son las que contactan con las familias para explicarles la situación de sus hijos si han sido contacto estrecho de algún contagiado y, por lo tanto, tienen que hacerse una prueba y aislarse.
En toda Córdoba hay 775 centros educativos que están vigilados por estas 35 profesionales, que a su vez están coordinadas por un enfermero referente provincial, Pedro Galey. En la capital trabajan desde los centros de salud Levante Sur y Huerta de la Reina, mientras que en el resto de municipios lo hacen desde sus respectivos centros de salud. Su labor se hace de manera telefónica y mediante medios telemáticos; es decir, no acuden directamente a cada colegio.
Galey explica que cada área sanitaria tiene una enfermera de distrito que recoge toda la información de sus compañeras y se la envía a él diariamente, pero también hacen funciones de enfermera escolar. En el Área Sanitaria Córdoba hay 13 profesionales; en el Guadalquivir son siete; en el Norte, dos enfermeras más una de distrito; y en el Sur hay diez más una de distrito. Aparte, en todos los centros de salud hay unas enfermeras de apoyo designadas para ayudar en caso de que haga falta. Son 194 en toda la provincia, según explica el coordinador.
Aunque este personal sanitario se preparó a principios de curso para desarrollar esta labor, el proceso ha sido "muy dinámico" ya que "los procedimientos han ido cambiando", por lo tanto, hay muchas reuniones -principalmente online- para hacer formaciones.
Galey -que antes era enfermero asistencial en el centro de salud Carlos Castilla del Pino- forma parte de la comisión provincial formada entre Salud y Educación que se reúne todas las semanas para levantar actas de las clases que se aíslan y decidir si es necesario el cierre de algún centro. Otra de sus tareas es elaborar a diario un informe cuantitativo y otro cualitativo del estado de la provincia que reciben los gerentes de los distritos sanitarios y la delegada de Salud.
Para él y sus compañeras esto es "un reto" y, "aunque no nos gusta el contexto en el que se ha planteado por la situación de pandemia, nosotros miramos más allá porque creemos que la enfermería escolar es necesaria y estamos viendo los beneficios que tiene". Por lo tanto, apuestan por que esta figura permanezca, aunque con otras labores y en otras circunstancias. "Esto ha sido un trampolín para hacer ver la importancia que tiene la enfermería escolar", incide.
Este segundo trimestre, la dinámica ya está estructurada, aunque el reto ahora es gestionar todos los contagios que está trayendo la tercera ola, por eso "ahora mismo hay una carga de trabajo más elevada, pero por suerte tenemos cogidas las riendas", manifiesta el coordinador, que resalta la importancia que tiene la sociedad en el control de esta pandemia mediante el uso de la mascarilla, el lavado de manos y la distancia interpersonal.
Gabriela Sánchez, Inmaculada Algar y Manuel Luque-Romero son tres de los enfermeros que vigilan cada día en toda la provincia que el covid no se extienda por los centros escolares. Su forma de trabajar está basada en la perseverancia, el esfuerzo y la dedicación para aportar su grano de arena en la batalla contra el coronavirus.
Inmaculada Algar tiene una trayectoria de más de 20 años y era enfermera asistencial en el centro de salud Fuensanta hasta que en septiembre comenzó su labor como enfermera escolar, un reto que ha asumido con ilusión porque "era una oportunidad de hacer algo diferente". Sabía que iba a ser duro y, de hecho, lo está siendo, sobre todo en esta tercera ola, pero está "muy contenta". Con este trabajo de rastreadora covid en los colegios (tiene asignados unos 30 centros) "sientes que estás haciendo una aportación para parar la pandemia", apunta.
Estos profesionales se pueden enterar del positivo de un alumno por dos vías; por una parte, mediante una llamada desde el colegio porque la familia haya avisado, y, por otra, mediante un aviso de Epidemiología cuando detectan un contagio en edad escolar. Entonces, estudian el caso y hacen el rastreo de los contactos estrechos que el alumno haya podido tener dentro del centro escolar. Si no tiene síntomas, se buscan desde 48 horas antes de la prueba y si ha tenido síntomas, 48 horas antes de que estos comenzaran.
Una vez que se localizan los contactos, se aíslan durante diez días y los enfermeros escolares los citan para hacerse la prueba. "La mayoría salen negativos porque en los colegios están haciéndolo muy bien, manteniendo todas las medidas y pendientes de los alumnos para que usen la mascarilla y se laven las manos", señala Inmaculada.
Lo que más le gusta a esta profesional es "hablar con las familias" y sobre todo tranquilizarlas "cuando se encuentran asustadas" porque muchas veces "están perdidas". Les da tranquilidad "tener a alguien detrás" que los vaya a llamar y hacer un seguimiento en caso de que su hijo salga positivo.
"Cada día tenemos la posibilidad de arrojar algo de luz y tranquilidad a las familias en las que uno de sus hijos resulta ser un caso sospechoso o confirmado de covid-19", añade Manuel Luque-Romero, enfermero escolar en Montilla.
Este profesional lleva ejerciendo desde 2008 y antes de que llegara la pandemia desarrollaba una función asistencial en Atención Primaria en el centro de salud de Montilla, donde es corresponsable del programa de Cirugía Menor y Telederma. Con la expansión del covid, adoptó el rol de rastreador de casos para después convertirse en un enfermero escolar con 21 centros educativos asignados y 4.657 alumnos. "Al principio me producía mucho vértigo por la gran responsabilidad, pero estoy muy
contento de poder colaborar en una labor tan importante", asegura.
La pandemia "está siendo dura para todos" y además del "sobreesfuerzo físico, a veces es más notable el cansancio psicológico" que en esta tercera ola "se nota también en los escolares, aunque ciertamente la mayoría de los casos que yo he trabajado no han sido de contagios en aulas, sino más bien en entornos familiares o de ocio", puntualiza Manuel.
En ese sentido, resalta que "el hecho de que las aulas sean tan seguras es gracias al esfuerzo diario de otros grandes sufridores, los coordinadores covid de los centros educativos, que son auténticos rastreadores con mayúsculas; estoy seguro de que sin ellos no sería posible este proyecto".
El día a día de estos profesionales es "muy intenso, como el resto de sanitarios en estos momentos", señala Manuel, ya que "desde que entro por la mañana no tengo un momento de relajación". Lo primero es ponerse al día de las incidencias del turno de guardia de la tarde anterior y a continuación se centran en contactar con todos los alumnos que los coordinadores de los centros han detectado como sospechosos y han colgado en la aplicación web destinada a ello.
Tras esto, Manuel detalla que hablan "con los padres y les aseguramos una atención sanitaria inmediata que de otro modo no tendrían". También detectan el nivel de riesgo del alumno, les dan información a los familiares y tratan de "tranquilizar y aclarar sus dudas". Incluso "les facilitamos cita con su médico o pediatra o le indicamos la necesidad de hacerse un test de antígenos o una PCR, que también gestionamos".
"Estoy convencido de que la creación de una red de sanitarios que sirvan de nexo de unión entre el sistema sanitario y educativo, que sean capaces de dar una respuesta clara y precisa en un momento como el que estamos viviendo, ha sido uno de los más grandes aciertos a nivel organizativo en la gestión de la pandemia", concluye.
Por su parte, Gabriela Sánchez, que tiene un cupo de unos 40 colegios, era enfermera de Atención Primaria en Pozoblanco antes de que la reclutaran para esta labor de la que cada vez aprende más, pero que ahora mismo la tiene "desbordada". Su zona, el área Norte, es la que tiene la mayor tasa de contagio de la provincia (más de 1.600), 18 de sus municipios superan la incidencia de 500 casos y eso se refleja en los centros escolares.
Gabriela lleva ejerciendo más de 20 años y siempre ha estado por el Norte de Córdoba. Según su experiencia, los colegios son lugares seguros porque están cumpliendo los protocolos, "pero los alumnos llegan positivos de su ámbito familiar y social, y eso es lo que tenemos que atajar", asevera. Al principio había más miedo y se miraban mucho los síntomas, pero "ahora mismo no trabajamos otra cosa que no sea contacto estrecho" de un compañero que haya dado positivo.
Cuando toca llamar a los padres para comunicarles que sus hijos tienen que hacerse el test y aislarse, la mayoría "más o menos están concienciados", aunque hay algunos que incluso "se te ponen a llorar", sobre todo cuando son niños más pequeños. Los adolescentes son los más complicados: "al principio había algunos que no se tomaron en serio la cuarentena , pero ahora creo que están más concienciados", indica.
Gabriela explica que esta labor la puede hacer "con ayuda de mis compañeros porque en cuanto que en el rastreo sale un niño positivo, me lo comunican y es una manera de tenerlo controlado".
La Junta de Andalucía estableció que la ratio óptima estaba en 3.300 escolares por enfermera, sin embargo en Córdoba es bastante superior ya que algunas tienen incluso más de 6.000 alumnos. Lo ideal sería que cada centro contara con una de estas profesionales para desarrollar labores de educación en salud, pero la figura de la enfermera escolar tal y como ya existe en otros países aún no se ha desarrollado en España. La profesión confía y desea que lo haga en poco tiempo y que esta experiencia con el covid haya servido para dar un paso adelante.
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