"Cosmopoética solo tiene sentido en una ciudad como Córdoba"
Entrevista a Antonio Agredano | Director de Cosmopoética
El escritor considera que "Córdoba tiene un carácter especial y tiene cierta personalidad que heredamos los que nacemos aquí. Tenemos ganas de expresarnos, desvergüenza para mostrar nuestras creaciones"
Antonio Agredano (Córdoba 1980), poeta en excedencia dentro del género, columnista radiofónico en Herrera en COPE, cronista de fútbol en El Mundo, comentarista político en Canal Sur y portero imbatido de la Selección Española de escritores. Lleva la batuta de Cosmopoética por séptimo año consecutivo, una forma de mantenerse atado a Córdoba y reencontrarse con los sitios donde fue feliz.
-Cosmopoética cumple 20 años. Extraordinario, ¿no?
-Creo que cualquier cosa que dure 20 años es muchísimo tiempo. Si pensamos en un matrimonio es una cosa muy longeva, si pensamos en una actividad cultural ya ni te digo. Sobre todo, y lo que me parece más fascinante de Cosmopoética, es que ha estado con IU, con el PSOE, con el PP, y, pese a los cambios de gobierno, cada uno con su propia identidad, todos han entendido que había que respetar un festival de poesía en la ciudad. Y eso es porque Córdoba es una ciudad muy particular, es decir, además de ser un espacio físico es un personaje, tiene cierta vida, y ese alma interior, pero no como una cosa elevada, sino de calle. Es una ciudad trágica, intensa, pasional. Me parece que un festival como este solo tiene sentido en una ciudad como esta.
-No me imagino que ningún gobierno fuera capaz ahora mismo de prescindir de Cosmopoética. No sé si usted lo ha visto peligrar en alguno de los siete años que lleva como director.
-Cosas peores se han visto, yo no lo descartaría en el futuro. Pero durante los siete años que yo llevo aquí solo he encontrado mucha amabilidad y generosidad por parte de los políticos, y sobre todo mucho trabajo por parte de los funcionarios. No es un trabajo fácil, tiene sus dificultades administrativas, porque tiene un presupuesto, porque somos ambiciosos respecto al cartel, pero nunca he encontrado trabas.
-El festival se proyecta con una imagen contemporánea, transmite cierta frescura, como si fueran los 20 años de un adolescente.
-Me alegra porque eso ha sido una intención. En los siete años que llevo era fundamental renovar el público y que estuviera abierto a todas las edades. Se han hecho actividades para eso, trayendo a músicos, poetas, raperos... Lo veremos en Orive; va a ir gente que no había nacido cuando empezó Cosmopoética en el año 2003 y eso para mí es un éxito.
-¿Por qué no se ha escogido un país invitado como en los últimos años?
-La última vez que estuve con Juan Carlos Limia, que desgraciadamente murió hace unos meses, me tomé una cerveza con él en El Correo, el último día del festival del año pasado, y ya era una cosa que estaba sobre la mesa. Creíamos que el país invitado solapaba el carácter internacional del evento, nos centrábamos demasiado en los autores que venían de ese país y nos olvidamos de que era un festival abierto. Estuvo bien, a mí me sirvió para coger e hilar ideas como Italia y la pasión, México y la frontera, Portugal y la tristeza... pero ahora tenemos más libertad.
-Siempre hay una buena representación de autores cordobeses.
-Sí, pero no es una cuota. Yo no tengo obligación de meter autores cordobeses. Cuando vienen es porque están al nivel de cualquier autor nacional o internacional, son muy leídos, son muy vendidos por las editoriales y apreciados por el público. Por ejemplo, Rosario Villajos ha ganado el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Ese es el perfil y Córdoba no deja de crear gente así.
-¿De dónde viene esa tradición que tiene Córdoba para no dejar de sacar poetas?
-Pues yo creo que Córdoba tiene un carácter especial y tiene cierta personalidad que heredamos los que nacemos aquí. Tenemos ganas de expresarnos, desvergüenza para mostrar nuestras creaciones... Por supuesto también hay políticas culturales que se han hecho muy bien, actividades e iniciativas que están ayudando, pero aparte yo creo que hay algo en esta ciudad en la que mucha gente siente de una manera muy apasionada y tiene muchas ganas de compartir cosas. Esto pasa en la música, pasa en la poesía, pasa en el periodismo. Córdoba es una ciudad muy rica, sobre todo en pasiones.
-¿Hay algún sello común con el que se pueda identificar al escritor cordobés?
-Afortunadamente no, cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre. Conviven muchas tradiciones diferentes. Hay gente muy punkie, muy flamenca, muy tradicional en la lírica, gente muy rompedora. Todo eso sirve para enriquecer, cuanto más diferente seamos y menos nos parezcamos unos a otros, mejor para el arte.
-¿Cuál es su relación ahora mismo con la poesía?
-Hace que no escribo poesía demasiado tiempo. Yo empecé a escribir poesía con mucho entusiasmo, con 18 años. Después de los talleres con Pablo García Casado, saqué mi primer libro, pero no es que haya dejado de escribir poesía, sino que me la he llevado a la crónica deportiva que hago de fútbol, a las columnas de radio con Carlos Herrera. Yo creo que la poesía es una manera de entender el mundo y es una visión. Ahora que estoy trabajando en política me la he llevado allí, y no hablo de escribir fino ni algo de eso, sino de utilizar palabras o conceptos que te desconciertan, que no esperas. Tendríamos que llevar la poesía a todo porque es popular, es parte de la copla, del flamenco, de nuestro día a día. Para describir a un delantero solitario en el área digo que es un náufrago, prefiero eso.
-Una de las críticas más recurrentes que le repiten a Cosmopoética es que participan artistas que "no son poetas".
-Bueno, vienen muchos más poetas que narradores o que músicos, pero para mí es que es un festival de literatura y mientras que yo sea director lo voy a considerar así. La poesía está en todo, los narradores que vienen siempre tienen hálito poético. Yo hablo de literatura, me niego a entender la realidad como algo tan compartimentado y tan cómodo, a mí me gusta que todo esté mezclado y que cada uno entienda.
-¿Cómo se ve Córdoba desde fuera, aunque tan solo esté a una hora y media en coche?
-Pues mira, precisamente viniendo a esta entrevista iba hablando por teléfono con una amiga y cuando me he bajado del autobús, he pisado el centro y he ido andando por el bulevar le he dicho: Qué bienestar siento en esta ciudad. No sé porqué he dicho esa palabra, porque no es una palabra que... Pero sin embargo es la sensación de estar en tu sitio, aunque yo esté siendo feliz ahora en Sevilla, y haya sido feliz viviendo en Málaga. No sé si alguna vez volveré a vivir aquí, pero qué sensación de pertenencia a estas calles. Siento comodidad, como cuando te tomas una cervecita fresquita con calor y ese primer sorbo.
-¿Y cree que cambiaría su sensación si viviera aquí?
-Sí, puede ser, si viviera aquí a lo mejor estaría pensando en otras cosas. Pero me gusta la nostalgia, me parece muy humano echar de menos, y aunque seas muy feliz en un lugar o en una relación siempre es necesario echar de menos cosas que tuviste. Por ahí va el lema de Cosmopoética este año, Todo lo que quisimos. Al fin y al cabo somos todo ese sumatorio de amores pasados, y Córdoba me recuerda, en cada calle, cada esquina, cada sitio donde vayamos, me recuerda a un instante de mi vida en el que fui feliz. Y es áspera eh, Córdoba es una ciudad áspera a veces, pero tengo la sensación de que es una ciudad que te abraza, que quiere a la gente que regresa.
-Y eso de ver que la mayoría de los bares a los que iba ya están cerrados, ¿cómo se lleva?
-Yo soy un entusiasta de los bares, siempre hay bares nuevos a los que ir y siempre hay sitios nuevos que conquistar. Soy un nostálgico, pero mi nostalgia no está reñida con mi valentía. Aunque yo eche de menos a una mujer a la que amé, no voy a dejar de amar en el futuro; con los bares me pasa algo parecido, es como una pareja que se rompe. Cada vez que paso por el Soul me muero de tristeza, era uno de mis sitios preferidos, me sentía parte de la parroquia. Afortunadamente nos queda el Automático abierto. Aunque parezca contradictorio, la nostalgia está bien para seguir avanzando. Yo quiero seguir emborrachándome en bares que no conozco. La gente no echa de menos los bares, se echa de menos a sí misma en los bares. Yo no echo de menos el Soul, echo de menos tener la edad que yo tenía cuando iba al Soul. Nuestro compromiso con la vida, y con nosotros mismos, es repetir esas imágenes en nuestro presente.
-Demuestra un talento con la metáfora para darle un poco de belleza a la cotidianidad de la vida en sus crónicas perplejas de 'Herrera en la COPE'.
-Eso te lo da leer poesía. He aprendido leyendo muchos poemas, pero no soy tan vanidoso de pensar que voy clavando las metáforas, siempre dudo cuando escribo. Eso que dicen del síndrome del impostor, yo estoy en cuarto ya de carrera. El día que termine una columna o una intervención en la radio y me mire al ombligo y diga olé, será el final de mi talento.
-Está bien la cotidianidad también para desdramatizar. ¿No parece que la gente se toma con mucha intensidad cosas que no dependen de ellos?
-Necesitamos cierta pausa y desconexión, a veces tenemos que bajar la intensidad de la vida. Es como bajar el volumen cuando la música nos empieza a molestar, aunque sea tu canción preferida. Para mí, bajar el volumen es pensar en lo finitos que somos, en que esto se acaba y nada más.
-Ha prescrito ya el prejuicio de que el fútbol es de gañanes y no de gente ilustrada.
-Mira, la frase que más he escuchado en mi vida, cuando me movía en círculos literarios, era: "No te pega que te guste el fútbol". A mí me gusta que se haya entendido que el fútbol se puede elevar culturalmente, que es una cosa que siempre se le había reprochado por ser un deporte popular y que le gusta a mucha gente; al contrario que el boxeo, que como era minoritario podía romantizarse y hablar de él con una pipa en la boca. ¿Pero sabes lo que te digo? Estoy ya cansado de que el fútbol tenga tanta trascendencia cultural, quiero volver a ver el fútbol sin pensar en literatura, ir a El Arcángel y gritarle al árbitro. Estoy en esa fase.
-Por cierto, debutó hace poco con la Selección Española de Fútbol de escritores. ¿Qué tal la experiencia?
-Sí, ganamos 5-2. Jugué de portero la segunda parte. Íbamos 1-2 perdiendo en la primera mitad. No fue mérito mío, pero bueno. Me lo pasé muy bien. Somos gente de la cultura, gente que escribe, gente con editoriales y que somos futboleros, pero es lo que te digo, es una cosa que ya hemos conquistado. Vamos a abrir ahora otras batallas.
-Hace unos años escribió su novela Prórroga (Panenka). El fútbol es un buen tema para construir relatos sobre el bien y el mal, lo bonito y lo feo, historias de superación.
-Yo creo que la mayor desgracia del Córdoba Club de Fútbol es no tener un rival en la propia ciudad. Daría lo que sea, invertiría en ello.
-Hay quienes tienden a rivalizar con el Sevilla.
-Sí, pero no es recíproco, no tiene sentido.
-¿Qué le gustaría que tuviera Córdoba, que no tiene, y que sí vea en Sevilla?
-Es una pregunta difícil porque diga lo que diga se me va a criticar, pero lo que más es la Feria de Abril, no por la feria, sino porque en abril se está más fresquito que en mayo. Ahí me parece que ellos lo han pensado bien.
-¿Y del carácter personal?
-A mí es que me pasa que soy tan cordobita y me lo noto tanto cuando estoy rodeado de gente de fuera. Es tan difícil describir el carácter del cordobés: ese senequismo que dicen, hay algo de eso, hay una manera más pausada de entender el mundo, de estar cómodo en nuestro interior, con nuestro silencio, con nuestra intimidad.
-¿Cómo se define esa diferencia entre ambas ciudades?
-Los cordobeses tenemos una relación más tortuosa con nuestra propia ciudad: es un amor, pero con más laberinto. Sevilla es muy jaranera, muy consciente de su propia potencialidad y Córdoba es una ciudad más seca, más profunda, pero también te digo que creo que más reflexiva, y cuando se es reflexivo, es alguien silencioso, meditabundo...Los sevillanos son más echaos para adelante, pero eso no quiere decir nada, ni mejor ni peor, son maneras de comunicarte con tu propia ciudad. No es lo mismo un futbolista explosivo, que un futbolista que la coge, gira y la pasa, los dos son buenos en sus posiciones. Yo creo que Córdoba juega muy bien en esa posición del centro del campo, de pausar, es un retén, y Sevilla es más un jugador de banda, más de gol, pero en un mismo equipo funcionarían las dos ciudades perfectamente. Es verdad que cuando se gira y echa la pelota hacia atrás, hay gente que quiere que juegue para adelante, pero es que Córdoba hace eso para empezar el juego de nuevo, es el ritmo de esta ciudad y yo, con el tiempo, he aprendido a entenderla y a quererla tal y como es.
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