Carlos Carvento: "No vengo aquí a convencer de que ser maricón es lo más chulo del mundo, solo reclamo respeto"
Orgullo LGTBI+
El bailarín y performer cordobés será el encargado de leer el manifiesto del Orgullo LGTBI+ este sábado en el Vial Norte
Carlos Carvento es un bailarín cordobés que actualmente se gana la vida en Madrid. Ha escrito y será el encargado de pronunciar este sábado el manifiesto en la marcha del Orgullo 2022 en Córdoba. Tiene mucho que decir y por eso pierde el hilo de vez en cuando. Aunque piensa que no se le da bien rematar las frases, consigue llenar esta breve conversación con el Día de titulares.
-Escribe en sus redes sociales que se siente "emocionada por tener el honor de leer el manifiesto del Orgullo 2022 en Córdoba". ¿Qué supone volver a su ciudad?
-Para mí supone recoger humildemente el testigo de mis antepasados. En Córdoba no ha habido históricamente un movimiento LGTBIQ+ como en Torremolinos o en Sevilla, pero últimamente sí que está habiendo más, sobre todo en la juventud, y por esa parte sí me siento contento porque yo siempre me he preocupado mucho de recuperar a las figuras que estaban antes, a las que debemos todos nuestros derechos, así que es una manera de poder devolverle al colectivo tantos años de sacrificio en un contexto tan difícil como ha sido Córdoba.
-En 2019 alcanza cierta notoriedad cuando se viste de mantilla un Jueves Santo e Instagram le censura la imagen. Tres años después se volvió a vestir para un reportaje de una agencia francesa y las mujeres le aplaudían por la Mezquita. ¿Cómo ha evolucionado Córdoba en tolerancia este tiempo?
-Córdoba es una ciudad que en general vive todo de una manera más introspectiva en comparación con otras como Granada o Sevilla. Aquel momento podría haber sido muchísimo peor, pero de unos años hacia aquí sí percibo que hay una sociedad más avanzada, incluso la gente más joven que yo que tiene muchos más recursos. Por una parte, ha cambiado para bien y Córdoba se está enriqueciendo en el aspecto de la tolerancia, pero también hay otra parte, no sé si grande o pequeña, que sigue un poco arraigada a valores más peligrosos.
-¿Se podría decir que hay ciudades que están en diferentes niveles?
-En Madrid, en Barcelona o en Nueva York no es que sean más modernos que en Córdoba, siempre he querido dejar claro eso, simplemente pasa que en las grandes ciudades al haber más población y mucho más polarizada encuentras más espacios donde sentirte más seguro. Pero no quiere decir que sea más moderna, al contrario, también hay espacios más retrógrados donde te encuentras con más problemática.
-A pesar de su popularidad, con más de 11.000 seguidores en Instagram, no renuncia al activismo ni a denunciar la falta de oportunidades. ¿Se amplifican por el hecho de formar parte del colectivo?
-Sí. Por suerte yo llevo desde 2014 apoyándome mucho en las redes y desarrollando mi trabajo, y gracias a eso tengo trabajo y reconocimiento, cosa que si no hubiera hecho me hubiera costado muchísimo más con el añadido de ser una persona LGTBIQ+. Yo entiendo que una persona que no viva nuestro contexto piense que las cosas han cambiado mucho, pero yo sí que he notado, por desgracia, que si promulgo mis valores, ahora que empiezo a trabajar con marcas importantes o artistas, no gusta tanto. En el proceso que yo estoy ahora mismo, subiendo poquito a poco, que yo esté todo el día haciendo un activismo muy claro sí que me perjudica. Yo sigo trabajando mi activismo de otra manera, opinar de manera pública de cosas tan importantes como son nuestros derechos LGTBIQ+ son contraproducentes y lo notas.
-Carvento se ha convertido en el álter ego de Carlos, supongo.
-Yo siempre digo que Carvento vino para salvar a Carlos, que era un niño con muchos complejos, traumas vitales y llegó el travestismo en mi vida de una forma bastante orgánica y natural porque era una cosa que siempre había hecho yo sin tener aparentemente claro lo que eran los travestis. Carvento no es un personaje que me quito y me pongo, realmente es una forma de mí más exagerada. Hubo una parte de mi vida que tuvo más espacio vital y ahora intento que estén al mismo nivel.
-A su primer espectáculo lo titula Maricón de España, utiliza mucho esa palabra. Explíqueme en qué sentido la usa.
-Bueno, yo no me he inventado nada. Es como apropiarme un insulto, darle la vuelta a un ataque. Yo soy un pedazo de maricón y no me importa nada, no me voy a avergonzar. Lo que pasa es que a mí la sociedad desde pequeño me ha enseñado que ser maricón, ser extravagante, llamar la atención o salirse de la norma es algo malo. Ese término sirve para empoderarnos y quitarle esa carga que tiene. Ese es uno de los objetivos que tenía con Maricón de España.
-Es un proyecto que tiene mucho que ver con el auge del andalucismo cultural y reivindicar el papel LGTBI en el folclore español. ¿Cómo surge eso?
-Yo no puedo obviar mi cultura cofrade y flamenca. Yo reinterpreto mi propia cultura y le doy otros valores y otro significado. No puedes pretender que se pare una ciudad una semana entera [Semana Santa] y yo reciba eso como tú quieres. Quería poner eso sobre la mesa, que somos parte de este país y durante los últimos años la comunidad LGTBIQ+ ha mantenido un legado histórico y eso no aparece en ningún libro... Se habla de escultores, bordadores, etcétera, pero dónde queda ese trabajo de personas disidentes. Somos la principal causa de que se siga escuchando copla.
-¿Todas esas reivindicaciones se plasman en el manifiesto?
-Está enfocado para que tenga un carácter poético e inspirador, pero sin romantizar los tiempos oscuros que estamos viviendo y que vienen. Nos están quitando derechos. Y, siendo de Córdoba, también intentaré dejar ese sello cordobés.
-¿Por qué tiempos oscuros?
-Los datos están ahí. España ha caído en el ranking ILGA-Europe. Yo soy muy crítico con la generación boomer de nuestros padres, sin criminalizar porque también tienen cosas buenas, pero se creen superiores por ser mayores. Últimamente escucho mucho eso de "antiguamente no éramos tan radicales". No, lo que pasa es que no nos enterábamos de la mitad y las minorías no se atrevían a decir nada porque sabían lo que les pasaba. No me da la gana meterme en ninguna cueva, yo no tengo que dar las gracias ni besar el suelo de nadie porque no me fusilen actualmente. Son tiempos oscuros porque está volviendo a pasar, se está hablando de que no podemos formar familias o contraer matrimonio, cosas que en la Ley de Vagos y Maleantes ya se había tratado. Pero no es solo en España, es en todo el mundo.
-Además de la conquista social, de ser tolerados y tratados como iguales, ¿cuáles son las conquistas legales a las que se aspiran?
-Lo primero poder adoptar en igualdad, ya sean dos hombres, dos mujeres o dos chicos trans. Luego, que haya una Ley Trans que avale en varios aspectos porque son personas que han pasado 40 años tratados como bichos. Dadnos las herramientas, el tiempo y el espacio para poder entender cómo podemos ocupar un espacio en la sociedad sin que el resto sienta que estamos quitando derechos o poder. Y otra cosa que quiero dejar clara, y esto creo que lo voy a decir en el pregón... Es que yo para respetar una cosa no la tengo que entender. Yo no vengo aquí a convencer a nadie de que ser maricón es la cosa más chula del mundo, lo único que estoy reclamando y exigiendo es que se me respete como persona. Y que si yo voy un día por la calle en minifalda, sujetador y una peluca de tres pelos, hecho un puto cuadro, me tienes que respetar.
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