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Mikel Lejarza
Toulouse
Orquesta de Córdoba | Crítica
***** Segundo concierto de abono de la Orquesta de Córdoba.Aniversario: la Orquesta cumple 30 años. Programa: Aaron Copland, Fanfarria para un hombre común. Ludwig van Beethoven, Concierto para piano y orquesta en mi bemol mayor 'Emperador' op. 73. Joaquín Rodrigo, Zarabanda lejana. Roberto Gerhard, Alegrías. Benjamin Britten, Guía de orquesta para jóvenes. Solista: Emin Kiourkchian, piano. Narradora: Eva Ugarte. Colaboración: Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco de Córdoba. Director: Carlos Domínguez-Nieto. Fecha: jueves 20 de octubre. Lugar: Gran Teatro. Lleno.
Honda emoción, justa admiración hacia el arte del joven solista y larguísimas ovaciones fueron los ingredientes básicos del concierto programado el jueves por la Orquesta de Córdoba para festejar sus treinta años de historia.
La emoción se asentaba, en primer término, en el acierto de repetir el imaginativo programa que Leo Brower preparó para el concierto inaugural de la formación en el año 1992. Y el carácter profundo, moderno y sobrio de las emociones de la velada se puso pronto sobre la mesa con la primera interpretación: la Fanfarria para un hombre común de Aaron Copland (1900-1990), vertida con grandeza por los metales y la percusión de la orquesta.
A continuación, y es el segundo ingrediente de los tres que enunciaba al comienzo, llegó el arte del jovencísimo pianista cordobés Emin Kiourkchian, que nos dejó boquiabiertos, entusiasmados, emocionados y admirados en cada frase de su soberbia interpretación del concierto Emperador de Ludwig van Beethoven (1770-1827).
Poseedor ya (a sus 17 años) de un sonido asombroso, una meticulosa precisión rítmica y un intenso lirismo, Emin Kiourkchian hizo disfrutar enormemente al público que llenaba el Gran Teatro y que lo premió con una larguísima ovación.
Ofreció como propina una inspirada versión del arreglo lleno de ternura que hizo Alexander Siloti (1863-1945) del Preludio BWV 855a de Johann Sebastian Bach (1685-1750). Fue escuchado casi sin respirar por el público. Y me pareció sonar como una oración en memoria de Rafael Orozco (protagonista de la velada inaugural de 1992) y como una plegaria por un futuro lleno de música.
Toda la segunda parte fue una exhibición de las muchas cualidades de la orquesta y de su actual director, Carlos Domínguez-Nieto. Comenzó con una interpretación muy sentida de la dulce Zarabanda lejana de Joaquín Rodrigo (1901-1999) y una contrastante y muy vibrante ejecución de la versión orquestal del ballet andalucista Alegrías de Roberto Gerhard (1896-1970).
El final fue el segundo plato fuerte de la fiesta: la imaginativa Guía de orquesta para jóvenes de Benjamin Britten (1913-1976) sobre un tema de Henry Purcell (1659-1695), para cuya interpretación se sumaron la actriz Eva Ugarte, como estupenda narradora, y un nutrido grupo de estudiantes del conservatorio.
Fue una maravilla musical, una nueva lección del buen hacer de músicos y director. Un "cumpleaños feliz" cantado por el público y una ofrenda de flores por parte de Domínguez-Nieto a los 17 profesores que se mantienen desde los inicios cerró el acto. Velada llena de recuerdos y también ella misma para recordar.
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