Francesca Thyssen - Bornemisza: "Uno de los aspectos más positivos de la cultura contemporánea es su valentía"
Entrevista a la presidenta de TBA21
"La Facultad de Agrónomos es una de la razones por la que TBA21 está en Córdoba, son muy combativos"
"Aspiramos a que el activismo de la cultura tenga resultado en el diseño de políticas"
Francesca Thyssen-Bornemisza (Lausana, Suiza, 1958) se pasea por el Centro de Creación Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) de Córdoba seguida por una nube de cámaras de televisión y fotógrafos. Es miércoles por la mañana y hace de apasionada cicerone para las autoridades por las nuevas obras que forman parte de Futuros abundantes en tiempos convulsos, la segunda parte de la exposición con la que desembarcó en Andalucía el pasado abril y que puede visitarse hasta el 5 de marzo de 2023.
Hay fotografía, escultura, videoarte y performance, un compendio de lo que significa el arte actual, rompedor y agitador de conciencias, desprejuiciado, "valiente" como dice la baronesa, y con el que Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21), que acaba de cumplir dos décadas de vida, anima a reflexionar sobre pérdida de biodiversidad, avance de la desertificación y cuidado del medio ambiente. Son temas que interesan, tanto como la creación, a la presidenta de la fundación, que atiende a El Día tras la reinauguración de la muestra.
-¿Qué balance hace de estos seis meses de presencia en Córdoba?
-De alguna forma, estos seis meses han sido la manifestación de la buena voluntad que existe tanto por parte de la ciudad como de TBA21 y del C3A de establecer una buena relación de trabajo. Desde el inicio de esta colaboración público-privada ha existido un ambiente de confianza mutua, y los resultados empezarán a obtenerse a partir de ahora.
-¿Cuál está siendo la respuesta del público? ¿Está atenta al feedback?
-Estamos comprobando que el boca a boca funciona, gente que le cuenta a amigos y conocidos que ha visitado la exposición y los animan a venir, y eso es lo más positivo. Casi no hace falta publicidad. Además, muchos vuelven el fin de semana con la familia porque descubren que es una exposición colorida y divertida incluso para los niños, que se puede disfrutar en familia. En este sentido, una cosa muy importante es que existe un programa de divulgación que originalmente era a menor escala, pero que decidimos ampliar y que fomenta que haya más relación e implicación de la comunidad local. Diseñamos Meandering (Serpenteo), que trata de implicar a académicos y artistas que hay en Córdoba pero que de alguna manera están desconectados, cada uno por su lado. La idea es expandir esta curiosidad e implicación, y hacerles sentir partícipes y dejarles espacio. También intentamos crear algo que resulte atractivo a los estudiantes universitarios sin que lleve la E en mayúscula de educación, con un formato más informal. Percibimos que se está despertando un interés genuino por parte de la población local.
-¿Hay espacio en una ciudad milenaria como Córdoba para el arte más actual?
-Lo que propone TBA21 va mucho más allá del arte contemporáneo; nosotros hablamos de cultura contemporánea. Y uno de los aspectos más positivos de esta cultura es la valentía y falta de reticencias a la hora de hablar de la historia y del pasado. Es una perspectiva fresca, no condicionada. Cuando invitamos a extranjeros a venir a trabajar a Córdoba, todos están encantados, a todos les suena, pero no han tenido la oportunidad de bucear en la vida, las tradiciones, el patrimonio o la riqueza de la ciudad. Y me refiero a todos los ámbitos. Existe una Facultad de Agrónomos con un cuerpo de conocimiento que es increíble. Y pequeños centros de investigación histórica centrados en las comunidades judías o árabes. Realmente, el futuro de la cultura contemporánea no es algo que se desarrolle entre cuatro paredes. Es el resultado de tender puentes y establecer vías de intercambio y comunicación entre todos estos grupos de conocimiento de muy alto nivel que existen, y crear una comunidad diferente con todas estas perspectivas. Vivimos en un mundo muy polarizado en el que cada uno lucha por lo suyo y defiende lo suyo, y nosotros llegamos con una actitud muy humilde. Nuestro objetivo es reunir a todos y ofrecer un espacio seguro y neutro para el intercambio de ideas, en el que no se toma partido. Es un sitio donde se pueden compartir puntos de vista y opiniones de diferentes procedencias y perspectivas, incluso opuestas, en este entorno de paz y tolerancia, que son dos de los elementos característicos de la historia de la ciudad.
-La exposición se ha transformado y ha añadido al título la coletilla de "tiempos convulsos". ¿Cómo refleja el arte los problemas y los conflictos del mundo actual?
-La renovación de esta exposición se centra en el conflicto con el medio ambiente, con la naturaleza y con la madre tierra. Y lo aborda desde un punto de vista esperanzador y positivista. La idea es que debemos recuperar la relación con la naturaleza. Por ejemplo, en un espacio como este, si miramos a nuestro alrededor, lo único que vemos es asfalto, hay muy pocos elementos naturales a pesar de que estamos al lado del río. Así que el tema subyacente es recuperar la relación con la naturaleza. Algunas de las propuestas de los artistas de la exposición abordan esta relación con la naturaleza desde el punto de vista del chamanismo. Al fin y al cabo, los chamanes son los interlocutores con la naturaleza, los que están más próximos a ella. Por otra parte, existen muchos otros conflictos de tipo geopolítico y social y para el año que viene y para el próximo queremos abordarlos porque son muy importantes para la sociedad y merecen la consideración. La Fundación siempre ha estado muy preocupada por cuestiones sociales y humanas y son temas que se van a tratar en profundidad, porque merecen realmente un abordaje considerado y concienzudo.
-¿Ha tenido la posibilidad de conocer Córdoba desde el punto de vista medioambiental? Durante la presentación de la exposición, la comisaria le dio un tirón de orejas al Ayuntamiento por convertir en aparcamiento un solar en el que la Fundación estaba haciendo una intervención...
-En una de las salas de la exposición, justo al lado de donde nos encontramos ahora, hay una serie de fotografías que forman parte de una iniciativa de Abraham Cruz-Villegas, un escultor mexicano con una importantísima trayectoria y muy conocido, casi una leyenda. Su obra en Futuros abundantes se centra en explorar los efectos del petróleo en el medio ambiente, es decir: cómo puede convivir un océano con la presencia de combustibles fósiles. Al final, de lo que se habla es de cómo cohabitan cosas que son antitéticas o parecen incompatibles. En colaboración con el colectivo Plata fueron a la parcela que se encontraba al lado del C3A, tomaron muestras de la cubierta de hierbas y matorrales y recopilaron todas las especies existentes con la idea de mostrar la biodiversidad que puede existir en una parcela urbana o suburbana de cualquier ciudad. Todas esas fotografías lo reflejan. Luego hubo un proyecto de Cruz-Villegas con este colectivo para hacer collages con estas imágenes y conseguir fondos para financiarse. Fue una iniciativa personal, que no estaba prevista inicialmente, y que al final se ha incorporado a la sala educativa del C3A. Lo interesante de todo esto es cómo los artistas asumen la responsabilidad de intentar cambiar las cosas, con un gesto que parece muy sencillo pero que puede convertirse en algo muy significativo. De hecho, esta sala se llama Boeticus, que es el nombre de una planta única que localizaron en esa parcela que ahora ha desaparecido y que se ha convertido en un parking asfaltado.
-Antes ha mencionado a la Facultad de Agrónomos de la Universidad de Córdoba. A simple vista, esta relación entre arte y ciencia agrícola podría parecer extraña...
-Uno de los aspectos clave que quiero subrayar es el problema de la pérdida de la biodiversidad, que es uno de los asuntos más candentes en todo el mundo. He venido en coche desde Portugal para llegar a Córdoba, y durante cuatro horas todo lo que había era monocultivo a un lado y otro de la carretera. Esto tiene su razón económica, pero hay que esforzarse para preservar áreas naturales porque sin ellas no habrá insectos. En Alemania se está detectando un problema enorme, porque están muriendo las abejas y son los polinizadores naturales más importantes en cualquier parte del mundo. Las estamos haciendo desaparecer con el uso de pesticidas y sustancias químicas. Y el problema de la biodiversidad es que una vez que desaparece no se puede recuperar. En India, por ejemplo, están arrasando terrenos agrícolas con la apertura de minas a cielo abierto y están acabando con la cultura del arroz basmati. Nos creemos que solo hay uno, pero en realidad hay miles de variedades distintas que se utilizan para distintas recetas. Ahora mismo solo hay uno, procedente de la semilla kamikaze de Monsanto, que además es estéril y se exporta a todo el mundo. Eso mismo que ocurre con la agricultura industrializada en Asia, está pasando aquí. Una de las razones por la que estamos en Córdoba es la Facultad de Agrónomos. Son muy combativos y hay muchos expertos que defienden que este proceso no puede seguir adelante, están muy implicados. Córdoba tiene la posibilidad de ocupar un puesto central en este debate. Nos interesa especialmente esta convergencia entre el arte y la ciencia como herramienta para cambiar las cosas. Aunque realmente no hablamos de dos patas, sino de tres. La tercera, que al final es lo importante y a la que la comunidad artística no ha llegado aún, es al diseño de políticas. Y aspiramos a que este activismo tenga resultado en el diseño de políticas. Bajar a un político de un tren cuando ya está en marcha es muy difícil, por eso es importante participar desde la fase inicial.
-¿Ha barajado que la presencia de la Fundación en Córdoba se amplíe en el tiempo más allá de lo inicialmente acordado con el Ayuntamiento y la Junta?
-De momento no se ha planteado esa cuestión, no ha habido ninguna conversación al respecto. Aquí tienen a sus propios campeones culturales.
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