Gestores del bien para todos

Sociedad Bill Gates, Walt Disney o Plácido Domingo han sido rotarios

El Club Rotary, que en Córdoba tiene 11 socios, es conocido por su labor en la lucha contra la polio y otros proyectos sociales

Los rotarios Rafael Caballero, José Fernández Peláez y Pedro Jesús Luque.
Los rotarios Rafael Caballero, José Fernández Peláez y Pedro Jesús Luque.
Rafael C. Mendoza

01 de agosto 2010 - 01:00

Puede leerse en el diccionario de la Real Academia Española que un filántropo es toda aquella "persona que se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad". Es su forma de trabajar y el principal y, para muchos, único requisito que el Club Rotary pide a quienes pretendan incorporarse como socio tanto en Córdoba como en cualquier otra ciudad de los 180 países en los que está presente este colectivo -hay más de 30.000 clubes que abrazan el mismo ideario-. Otra de sus peculiaridades es que se trata de un grupo que aglutina al mayor número de profesionales diferentes con objeto de contar con las mejores herramientas posibles para vencer los obstáculos y hacer así más fácil la consecución de las metas que se marcan. En el caso de Córdoba puede valer como ejemplo la construcción de la sede de Fepamic, en la zona del Tablero, como uno de los proyectos abanderados por Rotary, si bien la acción social por la que más y mejor se conoce a los rotarios cordobeses y los de todo el mundo es la lucha contra la polio.

"Dar de sí antes de pensar en sí" es el lema de un grupo que componen alrededor de 1,2 millones de personas de todo el mundo y que arrancó a principios del siglo XX (Chicago, 1905) en el marco de una reunión de cuatro amigos que querían cambiar el mundo. Su forma de trabajar ha hecho que personalidades tan populares como el astronauta Neil Armstrong, el creador de cine de animación Walt Disney, el mismo presidente de EEUU John Kennedy y en España el tenor Plácido Domingo y el literato Camilo José Cela se hayan querido sumar a un barco del que sus tripulantes se sienten muy "orgullosos". Para José Fernando Peláez, presidente saliente del único club rotario que hay en Córdoba hasta que Pedro Jesús Luque asuma el cargo, son "muchos" los motivos que convierten al club en uno de los movimientos más extendidos de todo el mundo. "Más que actuar gracias a las influencias, que es verdad que las tenemos, somos gestores de lo que tenemos y damos a los demás", precisa Peláez.

Uno de los ejemplos de los que se vale Rafael Caballero, presidente refundador de este colectivo en Córdoba (mayo de 1994), es el grado de implicación al que ha llegado Bill Gates, uno de los últimos grandes mecenas y colaboradores de Rotary. El empresario de Microsoft donó 100 millones de dólares a la Fundación de Rotary para colaborar en la campaña dirigida a la erradicación de la polio con la condición de que el club aportara otros 100 millones. Fue la primera aportación de Gates, pero, según Caballero, "le debió parecer tan buena idea" que al año siguiente destinó 225 millones también con la condición de que el club derivase otros 100. "Medios humanos, material, vacunas y todo lo que sea necesario para vencer a la polio", declara uno de los refundadores de Rotary en Córdoba.

Han pasado, por tanto, algo más de 15 años desde que este club resurgió en Córdoba y más de 70 desde su creación (en 1933 en el Hotel Regina). Aunque ha llegado a haber más de una veintena de socios en la capital, en la actualidad sólo disponen de 11, que cubren campos como la Medicina, la Arquitectura, la Universidad, la Ingeniería y la empresa en general, entre otros terrenos. "Todo nos puede valer para desarrollar un proyecto", declaran los tres en una entrevista concedida a este periódico. Si algo parece preocuparse a la hora de cuidar el nombre de Rotary son las comparaciones con la masonería por aquello de ser un grupo de influencia que mueve sus hilos para alcanzar metas. "Es verdad que somos un grupo influyente, pero los retos que nos marcamos siempre son beneficios para los demás, no tenemos nada que ver con los masones ni con las ONG", declara Peláez al tirar de historia y recordar el rechazo histórico que han tenido por parte de la derecha franquista, que los tildaba de masones, y la izquierda, que los veía como un grupo de elite y de "señoritos". "Ni una cosa ni la otra, insisto que trabajamos para los demás", agrega el presidente saliente de Rotary.

La filantropía de la que hacen gala les lleva obligatoriamente a entenderse bien entre ellos, pero esta relación no se restringe exclusivamente al ámbito local, sino que, como dicen ellos, "cualquier rotario, lo conozcamos o no es un amigo". En su solapa suelen lucir la insignia con el escudo del Rotary y este símbolo puede interpretarse como una llave para visitar a cualquier otro rotario del mundo. "Aquí ha venido gente de todo el mundo y los hemos llevado a comer, enseñado la ciudad y lo que haya hecho falta, porque son amigos", señala Luque.

Para facilitar el enlace disponen de una guía que, dividida por ciudades y clubes que hay en ellas, contiene datos personales de los rotarios en los que se da a conocer desde el nombre, la dirección y el teléfono hasta la profesión de cada uno de ellos. "Si vamos a San Petersburgo podemos saber dónde dirigirnos", explica Luque.

A la citada colaboración para la construcción del centro de Fepamic se le suman otras muchas acciones a favor de colectivos sociales y hasta campañas de promoción de productos de la tierra. Fue el caso, por ejemplo, de la exportación de aceite de Baena a otros puntos de España, una acción que en otras ciudades se hace con vino, en La Rioja, o productos en conserva, en la costa de Cádiz.

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