González Viñas recuerda en un libro a los artistas del hambre: Cuando el ayuno se convirtió en una 'performance'
Literatura
El escritor publica un ensayo gráfico editado por El Paseo sobre personajes reales que estuvieron hasta 55 días sin comer encerrados en urnas de cristal
A finales del siglo XIX y principios del XX se pusieron de moda unos personajes, hombres, pero también alguna mujer, que ayunaban de cara al público durante un periodo de tiempo: 30, 40 e incluso hay un récord de 55 días, y solo bebían agua.
Normalmente se metían en una celda de cristal y la gente pagaba por ir a verlos. "Aquello se puso de moda y se convirtieron en eminencias", señala Fernando González Viñas, autor de Los artistas del hambre, un ensayo gráfico editado por El Paseo.
"Eran una especie de dandis porque iban vestidos siempre de forma elegante e incluso por la noche se ponían un pijama y un batín de seda orientalizante", explica el escritor cordobés.
El libro está dividido en dos partes. Por un lado, "las raíces de esos artistas y lo que luego provocan" lo cuenta el autor en la introducción. La otra parte es una novela gráfica de ficción trabajada a mano en su totalidad en la que ha incluido dos páginas dibujadas por su hija María, de ocho años.
Él ve en ellos "el origen de la performance, que se establece en realidad en 1916 con el Cabaret Voltaire y con la creación del Dadá, aunque luego, en los años 60, Marina Abramovic diga que ella lo ha inventado".
González Viñas expone que "hay muchos antecedentes, aunque no tengan el nombre de performances", y él establece que estos artistas del hambre "ya se consideraban artistas y había una acción, un happening, por lo tanto las primeras performances son ellos".
El primero de ellos fue un médico, el doctor Turner. En el libro explica que "había una fasting girl o mujer ayunadora que había tenido un accidente, estaba postrada en la cama y decía que podía estar meses o incluso años dormitando sin comer", algo que generó "mucha controversia". Ya en la Edad Media había personas, sobre todo mujeres, que decían que se alimentaban con una ostia sagrada al día, recuerda González Viñas.
Esta mujer estuvo nueve años, según ella, sin ingerir alimento. "Los médicos lo pusieron en cuestión pero hubo uno, Turner, que dijo que podía ser factible e iba a demostrar que podía estar 40 días sin comer". Y así lo hizo.
En el libro hay fotos de antes y después del ayuno del doctor, que tenía un equipo médico para controlar la salud y fue el primero que realmente, vigilado para que no hubiese fraude, estuvo 40 días.
El escritor cuenta que esa noticia llegó a Europa y "aquí es donde realmente se produce la explosión de los artistas del hambre". Primero, con un italiano que se llamaba Succi, que comenzó en Italia, pero realizó una gira por Europa. "Se extiende sobre todo en las grandes ciudades que a primeros de siglo estaban en emergencia como Berlín o Viena, y se produce un fenómeno de imitadores", resalta. Luego, hubo otro italiano que se llama Merlatti "que se fue a París y estuvo 55 días sin comer".
La gira de Succi lo llevó a Gran Bretaña, EEUU e incluso estuvo en España. "El centro de este fenómeno empieza a ser Centroeuropa", pero "con la Primera Guerra Mundial eso decae, suficiente hambre hay como para poner tu vida en riesgo, pero renace en los años 20 a través de un alemán que se pone un nombre italianizante". Ahí llega la edad de plata, que se extiende hasta los años 30 y la Segunda Guerra Mundial, cuando nuevamente se olvida.
Luego, apunta González Viñas, hay puntualmente algún caso, como un alemán en los años 40 y un chino y un inglés en el siglo XXI que estuvieron unos 45 días ayunando. Eso sí, "lo han hecho más desde el punto de vista de la performance propia, en la que tú no exiges previamente un dinero sino que estás haciendo una acción que publicitariamente te va a reportar algo". Y puntualiza: "Al inglés yo no lo considero artista del hambre porque va vestido para sacar la basura y un artista del hambre tiene que ir elegante, una condición que el chino sí cumple".
Los artistas hacían campañas publicitarias y se fotografiaban con botellas de agua (lo único que ingerían, aunque algunos también tomaban té) sobre todo dentro de la celda de cristal. Incluso "se vendían postales con su rostro". En este sentido, el autor rememora una anécdota con Succi que, "mientras está haciendo el ayuno, se va a La Scala de Milán y cuando llega allí la ópera se interrumpe y la gente se pone en pie y le aplaude; eran eminencias, famosos de la época".
Por otro lado, "a nivel físico, se encanijaban". Todo esto está documentado. Por ejemplo, "hay un libro que cuenta cada uno de los 55 días que Merlatti pasó en ayuno, sus pulsaciones, los kilos que acaba perdiendo, unos 16, y los problemas que tuvo de salud". Aunque, en general, "no tienen grandes problemas, el cuerpo parece que se mantiene estable a partir de cierto punto". Lo que sí sufrían era debilidad y por eso "estaban en una cama postrados o en una otomana, guardando esa estética del artista".
La idea y creación de la obra
El libro surge en noviembre de 2019, justo antes de la pandemia, y "al final habla de gente que se encierra voluntariamente para no comer". Gonzlaéz Viñas lo ha dibujado y escrito prácticamente durante un año y medio y, aunque su idea inicial era un libro apaisado, una vez terminado hizo una revisión "en un formato que sí se pudiera vender a un editor, que es la que se ha publicado".
Para hacer el trabajo de investigación, el autor asegura que tiene "la gran suerte de saber alemán". En España hay pocas noticias de prensa porque el país vivía al margen. El centro estuvo sobre todo en Alemania y Austria y "en la literatura alemana hay mucho material de la época".
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