"Tras el trasplante de médula noté que estaba viva otra vez "

En 2016, a Lidia Piñero le diagnosticaron un tipo de leucemia que presentaba un mal pronóstico pero ha logrado salir adelante gracias a la donación de médula de su hermana

Lidia Piñero, trasplantada de médula en el Hospital Reina Sofía.
Lidia Piñero, trasplantada de médula en el Hospital Reina Sofía. / Jordi Vidal

La forma de ver la vida de Lidia Piñero ha cambiado desde que en febrero de 2018 se sometió a un trasplante de médula en el Hospital Reina Sofía para salvarla de la leucemia linfoblástica aguda (con presencia del cromosoma Filadelfia) que le diagnosticaron en 2016.

La vida de esta cordobesa, que entonces tenía 32 años, discurría de forma normal pero fue "decayendo poco a poco". Lidia es una persona muy activa pero llevaba un tiempo "que no podía con mi cuerpo, me cansaba mucho". Le empezaron a surgir petequias (puntos rojos en la piel del tamaño de una cabeza de alfiler) y hematomas por el cuerpo que en principio achacó a una caída que había sufrido. También notaba que "se me iba la cabeza y no tenía la misma concentración". Unos días antes de acudir al médico, se desplomó y cayó al suelo.

Esta mujer, que este lunes ha contado su experiencia durante la presentación del balance de la actividad trasplantadora del Reina Sofía, ha señalado que durante el tiempo que estuvo enferma "veía pasar la vida", aunque pensar en sus dos hijos le hizo seguir luchando: "Esas son tus fuerzas y tus ganas de seguir adelante y no rendirte".

"Ahora valoro más lo bonito que es el día, el cielo, el olor de las flores o el aire que roza mi cara"

Tras duros ciclos de quimioterapia, la enfermedad se fue parando y en febrero de 2018 se sometió a un trasplante de médula gracias a que su hermana era compatible al 50%. "La única persona en el mundo porque en el Banco de Médula no había nadie", ha destacado.

"Gracias a ella hoy estoy aquí y puedo contarlo", ha señalado Lidia, a la que también ha cambiado su forma de ver la vida ya que "te das cuenta de lo que verdaderamente importa cada día porque vivimos con un estrés constante, siempre mirando la hora, corriendo, con prisas, y no valoramos las pequeñas cosas que tenemos".

Después del sufrimiento que pasó durante su enfermedad, ahora aprecia más "lo bonito que es el día, el cielo, el olor de las flores, el aire que te da en la cara, la lluvia.... Son sensaciones que no valoramos y que cuando estás enferma, sobre todo este tipo de cáncer, que necesita mucho aislamiento, echas en falta".

El alejamiento de su familia y amigos por ese aislamiento es "lo más duro, lo que se lleva peor". Por eso, ha manifestado que "no se puede describir la sensación de cuando sales por primera vez y sientes el aire en la cara". Después del trasplante, "poco a poco he ido recuperando fuerzas, te sientes mejor y vas volviendo a ser la misma, aunque esto te efecte psicológicamente; notas que estás viva otra vez".

"Aunque no pintaba bien, he podido sobrevivir y quiero que mi testimonio sirva para animar y apoyar a todos los pacientes que esperan su trasplante y animar a la donación", ha indicado la paciente.

La hematóloga del Reina Sofía Carmen Martín ha explicado que en los últimos años se ha producido un gran avance y ya no hace falta la compatibilidad completa a la hora de trasplantar una médula. Se trata del llamado trasplante haploidéntico. Para conseguir la médula hay dos procedimientos: uno es la extracción, con una jeringuilla, de una pequeña cantidad de sangre medular de la parte posterior del hueso de la cadera; la otra (la más usada en todo el mundo) es la extracción de los progenitores hematopoyéticos a través de las venas.

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