El Hospital Reina Sofía asiste cada año a una media de 900 personas con ictus
El infarto cerebral en la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres
El Hospital Reina Sofía atendió el pasado año a unos 900 pacientes que habían sufrido un ictus mientras que esta cifra se eleva hasta las 1.500 personas a nivel provincial. En 2016, el complejo sanitario cordobés fue centro de referencia en la comunidad autónoma en el tratamiento endovascular y sus profesionales realizaron alrededor de 150 trombolisis (disolución de un coágulo de sangre) mientras que el pasado año fueron 120, según explica el coordinador en Córdoba del Plan Andaluz de Atención al Ictus, Roberto Valverde.
El neurólogo resalta que los infartos cerebrales son un problema sanitario muy preocupante en España, de hecho es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres, de forma que cada seis minutos se produce un ictus en el país. Alrededor de 400.000 personas fallecen por este motivo cada año. La esperanza de vida de las mujeres es mayor y, "por tanto, como el envejecimiento va unido al aumento de probabilidad del infarto cerebral, ellas tienen más incidencia". También se están detectando más casos en población joven debido al estilo de vida y porque hay más cardiopatías congénitas, a lo que hay que añadir que se diagnostica con más frecuencia debido a las pruebas de imagen.
El ictus tiene un abordaje multidisciplinar que va desde el médico de Atención Primaria que controla los factores de riesgo del paciente hasta que aparecen los síntomas y el paciente acude a Urgencias, donde lo atiende un facultativo, se le hace un tac de cráneo y tras esto lo ve el neurólogo. El último paso es la asistencia de los rehabilitadores, que trabajan para mejorar las secuelas que quedan.
Solo el 40% de las personas que sufren un infarto cerebral después son independientes, es decir, pueden valerse por sí mismas. El 30% son totalmente dependientes para las actividades básicas de la vida diaria y necesitan un cuidador, esto es, tienen una discapacidad severa. Concretamente en el Reina Sofía, el 50% de los pacientes que recibido tratamiento endovascular en la fase aguda el pasado año son capaces de llevar una vida de forma independiente. "Estamos en cifras de hospitales americanos", apunta Valverde.
Los síntomas más frecuentes del ictus son la pérdida de fuerza y sensibilidad, torcimiento de la comisura bucal, visión doble e incluso la alteración del lenguaje. Esta patología tiene un inicio brusco: en el momento en el que empiezan los síntomas se ha producido el infarto por una disminución u obstrucción del flujo sanguíneo y es entonces cuando hay que actuar. "Cuanto antes detectemos el ictus tendremos más posibilidad de tratarlo para que las secuelas sean mínimas o incluso haya una recuperación completa", indica Valverde.
El neurólogo explica que "si nos encontramos con una persona que en ese momento tiene señales que pueden ser de un ictus, hay que llamar a Urgencias y esperar, no hay ninguna medida especial que se pueda hacer, sólo aguardar a los profesionales de emergencias que saben cómo actuar, porque cualquier cosa que hagamos puede repercutir negativamente".
Según las nuevas recomendaciones que se han publicado en 2018 respecto al abordaje de esta enfermedad, se ha ampliado hasta 24 horas el tiempo para poder tratarla pero, insiste Valverde, "cuanto antes se detecte y aborde, mejor resultado tendrá la secuela y solo es el tratamiento endovascular el que se puede realizar dentro de esas 24 horas". Hasta ahora solo se utilizaba esta técnica en infartos que llevaban hasta seis horas de evolución. Esto quiere decir que no se hacía tratamiento urgente (trombolisis intravenosa o intraarterial) pero se ingresaba en el hospital para darle al afectado un tratamiento médico enfocado a las complicaciones que tuviera por el infarto.
El neurólogo aclara que hay dos tipos de trombolisis. Por un lado la intravenosa, que se puede realizar dentro de las primeras cuatro horas y media desde el inicio de los síntomas y, por otro, el tratamiento endovascular, que es como un cateterismo que, vía intraarterial, quita el trombo y permite que vuelva el flujo sanguíneo a la zona del infarto.
Los factores de riesgo que pueden favorecer la aparición del ictus son la hipertensión, el colesterol, arritmias cardiacas, hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol o la diabetes. "Son factores que se pueden modificar y así evitar que aparezca" esta enfermedad. "El estrés emocional o laboral favorece que no se controlen bien los factores de riesgo y eso aumenta la probabilidad de que aparezca un infarto cerebral", añade el doctor.
"Es importante concienciar a la población tanto de las cifras tan elevadas de infarto cerebral como de la discapacidad que produce. La gente debe ser consciente no sólo de que hay una gran incidencia sino de que si se detecta a tiempo la probabilidad de que se recuperen por completo o las secuelas sean mínimas es muy altas", manifiesta. Además, las personas que han sufrido un ictus tienen más probabilidad de que les repita que el resto de la población "porque se supone que hay una alteración en ese segmento de las arterias".
Un plan en el que convergen diversas estrategias
La Junta explica que "el envejecimiento de la población junto con el incremento de la esperanza de vida tiene como consecuencia el aumento de enfermedades crónicas, entre las que se encuentra el ictus, lo que obliga a tomar una aptitud proactiva ante la enfermedad ya que las tasas de incidencia, prevalencia y mortalidad por ictus aumentan exponencialmente con la edad". La atención a esta patología, en todas sus fases, "requiere articular respuestas coordinadas entre todos los sectores y agentes implicados": desde la prevención en los distintos ámbitos, la atención en la fase aguda y la fase de recuperación. Por ello en el Plan Andaluz de Atención al Ictus convergen, entre otras estrategias, el Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias, el Plan de Cardiopatías, el Plan de Atención a Personas con Enfermedades Crónicas y el Plan para la Promoción de la Actividad Física y Alimentación Equilibrada.
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