El Hospital Reina Sofía diagnostica 2.000 cánceres de piel en el último año
Día europeo de la prevención de esta enfermedad
La exposición al sol es la principal causa de la aparición de estos tumores malignos
La autoexploración, la protección solar y una dieta sana son factores que previenen este tipo de patologías
El acompañamiento de pacientes en el Reina Sofía, con acceso limitado y estrictas medidas de seguridad
Con el verano y las vacaciones llegan las largas jornadas en la piscina o en la playa para disfrutar del sol y darse un chapuzón. Aunque este año, debido al coronavirus, las autoridades recomienden acortar las horas en estos espacios, la protección solar seguirá siendo un requisito indispensable para que el día no acabe con quemaduras en la piel o con daños que pueden aparecer a largo plazo.
El sol, de hecho, es la principal causa de la aparición del cáncer de piel, una enfermedad que se puede y debe prevenir desde la infancia. Sin embargo, hay poca concienciación sobre los efectos nocivos del astro rey.
Tanto es así que el Hospital Reina Sofía diagnosticó tan solo el pasado año en torno a 2.000 cánceres de piel. Además, los especialistas hicieron seguimiento a 500 pacientes que padecen esta patología.
Con motivo del Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel, la dermatóloga del Reina Sofía Marian Gallardo explica las principales cuestiones sobre estos tumores partiendo de una premisa: Lo más importante para evitarlos es establecer "unos hábitos saludables respecto al sol".
En ese sentido, incide en que hay que evitar la exposición solar, sobre todo en las horas centrales del día, y a otras radiaciones ultravioleta como las de las cabinas de rayos UVA. Además, es fundamental protegerse adecuadamente, llevar una alimentación saludable, evitar hábitos nocivos como el alcohol o el tabaco y comer e hidratarse bien. A esto hay que añadir la autoexploración; esto es, "de vez en cuando hay que echarse un vistazo y si tenemos alguna duda ir al dermatólogo".
Las medidas físicas que se pueden tomar frente al sol son varias. Por ejemplo, el uso de ropa tupida y oscura, sombreros, gafas de sol, sombrillas en la playa o la piscina y protectores solares en crema. "El factor de protección debe ser alto, más de 30, pero sobre todo adecuado a la piel de cada uno porque no es lo mismo una persona clara de piel que una morena", señala la doctora.
Además, hay que aplicar estas cremas de forma adecuada, o lo que es lo mismo, renovarlas cada cierto tiempo (dos o tres horas) y repartir por la cara y el cuerpo una cantidad suficiente. Y, lo más importante, también hay que usarlas en invierno en las zonas expuestas, como el rostro y las orejas.
Pero, ¿entonces cuánto rato podemos estar bajo el sol sin que se produzcan daños en la piel? La dermatóloga del Reina Sofía explica que depende del fototipo de cada persona. Hay seis fototipos (capacidad de la piel para asimilar la radiación solar) que van desde las pieles blanco lechoso, con pelo pelirrojo e incluso albino y ojos azules hasta las personas de piel y cabello negro. También depende de la hora del día a la que nos expongamos y de la estación del año.
De todas formas, "al sol no se puede estar mucho tiempo". "Es verdad que mejora el estado de ánimo y es fundamental para la producción de vitamina D, pero con que tengamos una exposición de entre 15 y 20 minutos antes de las 11:00, tenemos la suficiente cantidad de radiación solar para producir la vitamina D y no nos va a dañar la piel", asegura la doctora.
Además, descarta que pueda haber un "moreno saludable". La explicación es sencilla: cuando una persona empieza a ponerse morena significa que la piel se está defendiendo de una agresión externa, que es la radiación solar. Para ello produce melanina, lo que se traduce en un tono oscuro que sirve de protección. Ni siquiera es saludable si se ha usado crema protectora.
La memoria de la piel
"No somos conscientes de que la claridad simplemente, aunque no tomemos el sol, es radiación que se nos va acumulando en la piel". Y si a eso le sumamos, por ejemplo, "meternos en una cabina de rayos UVA con una intensidad determinada de radiación, el efecto es mayor", alerta la dermatóloga del Hospital Reina Sofía.
Todos esos errores "los vamos a pagar mañana" porque es cierto que vamos a estar más morenas, pero "vamos a fotoenvejecer antes". Esto quiere decir que en la piel pueden salir manchas, arrugas y va a aumentar mucho la probabilidad de tener un cáncer cutáneo.
Debido a esa "memoria" de la piel, todo el sol que tomemos hoy se acumula, y a él se sumará el de mañana, el de pasado y así sucesivamente. "No desaparece nunca, por eso, mientras menos radiación tengamos, menos probabilidad habrá de tener problemas en el futuro", aclara Gallardo.
La aparición de los tumores cutáneos
La autoexploración de la piel es importante para controlar si se producen cambios en los lunares o aparecen otros, si hay picor, sangrado o surgen heridas u otro tipo de lesiones que no sanan y van creciendo.
Sin embargo, la población no es consciente de esa vigilancia de la piel, por lo que a veces acude al centro de salud cuando el tumor está avanzado porque ya molesta. Lo primero es consultar al médico de familia y él derivará al dermatólogo si es necesario.
En el Hospital Reina Sofía, además, existe el servicio Telederma, que consiste en que el facultativo de Atención Primaria hace una fotografía del lunar sospechoso y la envía a Dermatología. Si en la unidad aprecian que puede haber una lesión tumoral, citan al paciente.
Hay muchos tipos de cáncer de piel y, por lo tanto, el tratamiento dependerá de cómo sea y en qué fase esté. Puede basarse en cremas, crioterapia y electrocoagulación, aunque la base es la cirugía porque "lo más importante es quitarlo" para hacer un estudio histológico que proporcione un diagnóstico certero. El porcentaje de curación también varía del estadio y del tipo de lesión.
Estos tumores derivan de la estructura de la piel y normalmente se dividen en melanoma y en no melanoma, que a su vez incluye muchos tipos, pero los principales son el carcinoma de células basales y el carcinoma epidermoide.
El perfil del paciente
Las personas más propensas a sufrir un cáncer de piel se corresponden con los fototipos claros, los pacientes que tienen enfermedades genéticas como el xeroderma pigmentoso o los que están inmunodeprimidos, por ejemplo tras un trasplante.
También son población de riesgo las personas que trabajan al aire libre, como pescadores, albañiles, trabajadores del campo...
Normalmente, los carcinomas epidermoides, relacionados con una exposición solar crónica, suelen aparecer de mayores; mientras que los melanomas y los carcinomas basocelulares son más propios de los jóvenes porque se corresponden con la exposición solar intermitente y las quemaduras solares de la infancia y la juventud.
Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, el pasado año se diagnosticaron en todo el país más de 5.000 melanomas y más de 71.000 cánceres no melanoma.
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