Huevos fritos y chorizo como final a las fiestas
La barriada de la Fuensanta era ayer un constante trasiego de vecinos llegados de toda la ciudad con ganas de disfrutar del último día de fiesta de la Velá 2010. Desde primera hora de la mañana fueron muchos los cordobeses que se dieron cita en este punto para disfrutar un año más de la famosa huevá, un ágape poco apto para los estómagos más delicados. Pero ya sea por la cercanía del agua milagrosa que la tradición atribuye a la que surge del Pocito -o simplemente por seguir la costumbre- fueron muy pocos los que se resistieron a los suculentos manjares elaborado por una docena de integrantes de la Asociación San José Obrero y Cañero.
En total, más de 150 docenas de huevos, 80 kilos de chorizo y 130 barras de pan pasaron por el aceite del perol para satisfacer la demanda de los devotos de La Fuensanta, que tras la copiosa comida dijeron adiós a la fiesta tras cinco días del jolgorio. "Llevamos desde las ocho de la mañana y aquí estaremos hasta el mediodía", aseguró Juan Alcaide, secretario de la Asociación San José Obrero. A lo largo de esas horas fueron muchas las personas que hicieron cola. "Muchos repiten y se llegan a comer hasta cinco huevos, aunque mañana tengan mañana que ir su médico por una subida de colesterol", dijo Alcaide con una sonrisa divertida en la cara.
La hora punta para pedir una ración de huevos con chorizo fue de 11:00 a 14:00, debido a su cercanía con la hora del almuerzo. "Todo lo que sea gratis llama la atención de la gente y con las dificultades económicas por las que atravesamos en estos momentos hay que aprovechar aún más todo lo que se dé", insistió.
Muchos vecinos se dejan llevar por la picaresca de pedir varias raciones, a pesar de que en principio tan sólo se permite pasar una vez por el perol. "Hay personas que ponen la excusa de que tienen un familiar minusválido esperándolo para llevarse un par de huevos fritos, o incluso una mujer nos ha dicho que le quería llevar un huevo a su marido, a pesar de que todos sabemos que es viuda", comentó como anécdotas.
Carlos Pérez fue uno de los vecinos de La Fuensanta que ayer no pudo reprimir las ganas de desayunar en la huevá. "No he podido reprimir mis ganas de comerme un huevo frito con chorizo, aunque el médico me lo tiene totalmente prohibido", aseguró. Así, y al igual que él, hoy serán muchos los que se recorten en su dieta para compensar las calorías que ingirieron ayer. María Jesús Rodríguez, también vecina de La Fuensanta, se afanaba mojando pan en la yema del huevo. "Esta comida es de dioses, no conozco a nadie al que no le guste, el problema es que todo lo bueno engorda", señaló resignada. A su lado su hija Isabel, de cinco años, también se comía su ración de huevo con chorizo, aunque sin ninguna preocupación de coger algunos gramos de más a causa del copioso desayuno.
Muy diferente era la estampa de la churrería, ubicada también junto al Santuario, que este año ha recibido muchos menos clientes que en ediciones anteriores. Según Juan Alcaide, se nota que las personas que han acudido a la Velá se lo han pensado varias veces antes de gastar dinero. Por ello, y a pesar de ser consciente de los recortes que el Ayuntamiento ha tenido que llevar a cabo en el presupuesto de esta fiesta, insistió en que es necesario una renovación de la fiesta y actividades que llamen más la atención de la ciudadanía.
Ahora queda esperar otros 362 días para que las luces de la Velá de la Fuensanta vuelvan a iluminar con fuerza el entorno del Santuario de la virgen al son de las cientos de campanillas de barro.
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