"La relación entre médico y paciente debe ser de confianza mutua y eso se ha perdido en la actualidad"

Inmaculada Romero. Secretaria del Sindicato Médico de Córdoba

La nueva responsable del Simec reivindica contratos laborales dignos para dotar a la provincia de una plantilla adecuada de facultativos, hoy en día muy disminuida

Alerta de la desconfianza de parte de la ciudadanía en los profesionales sanitarios como consecuencia de los recortes de la Administración

La nueva secretaria del Sindicato Médico de Córdoba, Inmaculada Romero.
La nueva secretaria del Sindicato Médico de Córdoba, Inmaculada Romero. / Miguel Ángel Salas

Tras más de 20 años ejerciendo como médica de Atención Primaria, Inmaculada Romero (Córdoba, 1967) ha dado un paso adelante y ha asumido la Secretaría del Sindicato Médico de Córdoba (Simec) en sustitución de José Luis Navas. Romero ha vivido en primera persona las condiciones laborales que soportan los facultativos, con contratos en casi todos los distritos sanitarios hasta que logró su plaza en La Carlota. También ha estado en primera línea al comienzo de la pandemia en el consultorio del barrio del Naranjo. De esos meses, recuerda, llegaron al punto de "comprar monos de pintores de plástico en el Leroy Merlín" ante la falta de medios de protección.

–¿Qué le ha empujado a dar el salto a la Secretaría del Simec?

–La verdad es que empecé a colaborar el temas de sindicalismo con el movimiento Basta Ya. Ahí me di cuenta de que realmente hacía falta que una serie de personas se implicaran en dar respuesta a las inquietudes de los compañeros. Eso me unió al Sindicato Médico de Córdoba y para mí fue como salir de mi zona de confort. Llevaba muchos años trabajando en Primaria, sabía desempeñarlo dentro de las dificultades que entraña, pero me resultaba muy atractivo dar un vuelco. Conté con la ayuda y la confianza del comité ejecutivo del Simec y, por supuesto, de José Luis Navas. He aprendido y sigo aprendiendo de él.

–¿Cómo está ahora mismo la profesión médica en Córdoba?

–No está bien ni en Córdoba ni en el país. Tenemos unos problemas endémicos desde hace muchos años que han empeorado con la pandemia y no hay previsión de que mejoren con las jubilaciones que se esperan y con una tasa de reposición que no es la adecuada porque no hay fidelización de los nuevos especialistas. Son problemas a los que no vemos una pronta solución, de ahí la importancia de que tengamos que trabajar mucho para que la situación mejore.

"Un médico de familia tiene mucha responsabilidad en sus espaldas y hace un trabajo muy emocional"

–Desde su experiencia personal y con lo que os cuentan los afiliados, ¿cómo han acabado los médicos tras pasar la embestida de varias olas del coronavirus?

–Están agotados físicamente y hay un aumento enorme de patologías como ansiedad y depresión. Hay un servicio para la atención al médico enfermo, el Paime, que tiene disparadas las consultas desde el inicio de la pandemia por la presión a la que hemos estado sometidos. Yo he vivido en primera línea este tema porque estaba en activo en el consultorio de El Naranjo y ha sido brutal. Acudías a tu centro de trabajo sin ninguna medida de protección, sabiendo que tenías que atender a una población que veía limitada su asistencia al hospital y muchas veces había que desplazarse a sus domicilios, con el miedo al contagio. Carecíamos de material hasta el punto de comprar monos de pintores de plástico en el Leroy Merlín. Teníamos que afrontar que no se estaba tratando a todos los pacientes crónicos, que son las patologías más importantes a las que hacemos seguimiento los médicos de familia, porque había que dedicarse a Urgencias y patologías agudas. Ha sido agotador, muy desmotivador y doloroso porque hemos perdido pacientes a los que estábamos muy cercanos ya que llevábamos años tratándolos y habíamos entablado una relación médico-paciente de mucho cariño. Los hemos visto enfermar y morir. Teníamos que hacer el seguimiento de familias enteras que enfermaban, además de nuestro trabajo habitual. Tanto los médicos de familia como los equipos de los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) estamos muy mal anímicamente. También hay que recordar a los A4,veterinarios y farmacéuticos por su labor encomiable en salud pública durante la pandemia.

Inmaculada Romero posa en los jardines de Colón.
Inmaculada Romero posa en los jardines de Colón. / Miguel Ángel Salas

–¿Os habéis sentido en Primaria minusvalorados con respecto a los profesionales de los hospitales?

–Sí, tanto por la Administración como por los pacientes. Nuestro trabajo se ha minusvalorado siempre. El médico de familia tiene esa cercanía y digamos que nos ven como el que los manda al especialista o les receta sus medicamentos. El cambio que hubo en la Atención Primaria ha sido un chasco y no creo que lo mejoremos. En países como Inglaterra, el médico de familia es la base del sistema sanitario. Hay patologías que se nos escapan, pero tenemos una visión general y somos los que dirigimos al paciente. Muchas veces nos dicen una frase que a mí me duele mucho: "¿Qué te has quedado en médico de familia?" Es doloroso porque un médico de familia tiene mucha responsabilidad en sus espaldas y hace un trabajo muy emocional con el paciente porque lo ve muy cercano. No solo es médico, también es confesor. Todo eso desgasta mucho emocionalmente y no se suele valorar.

-¿Cómo están incidiendo los recortes en la relación entre el médico y el paciente, se ha perdido la confianza?

–Sí se ha perdido porque el médico no tiene tiempo ni lucidez después del exceso de horas de trabajo para atender con una escucha activa y empatía con 30 personas esperando para entrar en la consulta y decenas de llamadas telefónicas pendientes. Con las administraciones podemos luchar, y se va a luchar lo que se pueda, pero me gustaría decirle a la población que el médico necesita sentir que sus pacientes confían en él. La relación entre médico y paciente es de confianza mutua y, por las circunstancias que hay, se ha perdido. Es muy duro para un médico trabajar continuamente siendo examinado por sus pacientes. No digo que tengamos que regresar a la época del paternalismo, sino de volver a una relación en la que llegues a la consulta y digas lo que te pasa y el problema que tienes, no para pedir una resonancia porque "me duele aquí y me ha dicho el vecino que se la han hecho". Y cuando quieres explorarlo, te dice que solo va por lo suyo, por lo que ya tienes un conflicto si crees que no lo debes derivar o recetar algún medicamento que él te pide. Cuando mi coche falla, lo llevo al taller y no le digo al mecánico dónde tiene que mirar. Es necesario bajar la crispación y ver al médico como alguien que ha estudiado esa carrera para intentar ayudar al paciente que tiene enfrente. Los recortes que se hagan no son culpa del médico porque es un trabajador por cuenta ajena que no pone las limitaciones, las pone la Administración. Quien tenga un problema, que ponga una reclamación, pero no demonice al médico.

"Quien tenga un problema, que ponga una reclamación, pero no demonice al médico"

–¿Habéis notado un aumento de la crispación por las medidas que se han tomado en los centros sanitarios por el coronavirus?

–Totalmente. Hay muchas personas que entienden la situación, pero la verdad es que en España estamos muy faltos en cuanto a educación sanitaria. Ha habido un incremento de agresiones. En el país se han denunciado 441 casos, pero esa es la punta del iceberg porque muchas no se denuncian. El 77% de ellas se da en Atención Primaria y en seis de cada diez casos las víctimas son médicas. El 40% de los ataques son por discrepancias con la atención recibida. Por buscar en internet, mucha gente cree que tiene más conocimientos que el médico. Aparte de la agresión puntual, el daño es esa falta de confianza y el cambio de actitud después de prestar durante mucho tiempo una buena atención.

La secretaria del Simec, durante la entrevista.
La secretaria del Simec, durante la entrevista. / Miguel Ángel Salas

–Tenemos una demora de más de 15 días para conseguir cita con el médico de familia. ¿Esto tiene visos de mejorar ahora que acaba el verano?

–La situación será ligeramente mejor, pero nunca va a llegar a ser la adecuada. La Administración siempre va a decir que son situaciones puntuales por el verano, pero lo cierto es que antes de la pandemia prácticamente en ningún centro de salud la plantilla de médicos de familia y pediatras ha estado al 100%. Lo habitual es que estuvieran al 70% porque no se han cubierto nunca las plazas y se recurre al reparto de cupos. El compañero que se queda se tiene que hacer cargo de los pacientes del que se jubila, se va de baja o de vacaciones. Partimos de un déficit estructural y por eso la posibilidad de respuesta de la Atención Primaria siempre ha estado muy por debajo de lo que es la presión asistencial.

–¿Qué piensa de las consultas telefónicas?

–Las consultas telefónicas son muy adecuadas para temas burocráticos y en los que el paciente no tenga necesidad de acudir a ver al médico, como recetas o solicitar una analítica programada. Creo que después de la pandemia las consultas telefónicas deben de tener su sitio, pero en casos en los que el médico sospeche que debe ver al paciente para valorarlo o que el paciente tenga una patología que deba ser vista por el facultativo, siempre debe ser presencial. El acto médico es presencial e incluye una anamnesis, una exploración y una serie de pasos que no se dan telefónicamente.

–Durante la pandemia ha habido diagnósticos tardíos que incluso han provocado muertes, como el caso de la joven periodista Olatz Vázquez. ¿Cómo asumís esto los profesionales?

–Eso no se puede asumir. Que la sanidad no tenga la suficiente capacidad, aunque estemos en una situación pandémica, para atender a patologías graves que tendrían solución o al menos serían paliadas con una atención temprana para nosotros es penosísimo y muy doloroso. La mayor satisfacción que puede tener un médico es que por haber diagnosticado y tratado a tiempo le des años de vida a tu paciente. Yo estudié Medicina por eso, para salvar vidas. Y cuando no se salvan para nosotros es un fracaso grandísimo de la sociedad y de la Medicina.

"Casi ningún centro de salud tiene su plantilla al 100% porque no se cubren las plazas”

–Cuando cambió el gobierno de la Junta se hicieron varias promesas para mejorar la sanidad pública. ¿Qué se ha cumplido y qué queda pendiente?

–Queda bastante pendiente. Se prometió un aumento salarial para equiparar a los médicos de Andalucía con los del resto de España y se ha hecho solo una mínima parte, algo simbólico. Dicen que está feo hablar de dinero, pero los médicos tienen un sueldo base de 1.264 euros al mes. No lo decimos porque nos da hasta vergüenza. El resto son complementos, trienios o guardias. Se trata de jornadas complementarias que son horas que se le quitan a la familia y a tu vida en general. Un médico tiene que hacer un sacrificio desde que prepara las notas de Bachillerato para poder acceder a la carrera y luego en sus años de residencia. Sobre sus hombros pesa la responsabilidad de estar toda su jornada laboral lidiando con la muerte y la enfermedad, llevándose problemas a su casa. Todo ese sacrificio que conlleva ser facultativo no consideramos que esté pagado con ese dinero ni en la medicina privada con un cheque de siete o diez euros en una consulta. También se nos prometió lo de siempre; mejorar nuestras condiciones laborales, sustituciones al 100%… Estas promesas se nos vienen haciendo desde hace 20 o 30 años. Entonces, lamentablemente, a pesar de las esperanzas que teníamos, no consideramos que se estén cumpliendo las expectativas. Una de las cosas que sí le reconocemos a esta Administración es el tema de la convocatoria y resolución de concursos de traslados y oposiciones, que con el gobierno anterior estaban atascados.

Inmaculada Romero.
Inmaculada Romero. / Miguel Ángel Salas

–¿Os sentís decepcionados siendo el consejero de Salud médico?

–No puedo hablar por todo el colectivo, pero personalmente sí. Nosotros no dudamos de su buena fe ni de la de muchas de las personas de las que se ha rodeado, que han tenido, al igual que él, su trayectoria en el sindicato y que han estado en la calle reivindicando con nosotros. De alguna manera, cuando se produjo ese cambio, nos daba igual del color que fuera, teníamos expectativas. Sabían perfectamente, igual que nosotros, dónde están las áreas a mejorar, a eliminar y las que hay que poner en marcha. Hay que reconocer que la pandemia ha destrozado todo, pero entendemos que había espacio para implementar algunas medidas que no tuviesen mucho impacto económico o se pudiesen hacer en varias partidas presupuestarias.

-Una reivindicación que parece que sí se va a conseguir es la puesta en marcha de un tercer punto de Urgencias extrahospitalarias en Córdoba capital.

-Sí, pero las perspectivas son bastante negras porque en los dos que hay en la capital este verano ha habido muchos días en los que no se ha logrado cubrir el tercer equipo. Entonces, ha hecho falta un equipo en cada uno de los puntos. Si no somos capaces de cubrir adecuadamente los dos que hay, no sabemos cómo se va a hacer en el tercero. No solo se trata de dotar el espacio con aparataje, sino también con personal. Es una promesa que, tal y como está la situación, no vemos plausible.

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