“Tenemos que exigir que nuestros empresarios no se sientan huérfanos”
Jesús Coca | Presidente de Asfaco y abogado
Partidario de renovar la estructuras del empresariado, pero manteniendo lo que ya funciona, afronta una nueva etapa en una de las patronales más significativa de la provincia
Tiene 37 años. Inició su carrera profesional en 2009, “en plena crisis”, por lo que afirma que sabe “lo que son los problemas del día a día de muchas personas”, a pie de calle, “por lo que a mí no me han contado las dificultades por las que han pasado las familias”. Y con los empresarios ha mantenido siempre una buena relación. De hecho participa en una firma aceitera –Manuel Coca Morán– de prestigio que está logrando reconocimiento internacional.
–¿Cómo llega usted a la Asociación de Empresas Fabricantes y de Servicios de Córdoba?
–Pues de la mano de Montero Aramburu. He tenido mucho trato desde siempre con los empresarios y me integré en la junta directiva casi de forma natural.
–¿Y en algún momento pensó que podría usted presidir un colectivo de esta envergadura?
–Pues la verdad es que no. Es algo que fue surgiendo y fruto de estar en el momento adecuado, cuando se trató de buscar un nuevo perfil para la asociación y atraernos aún más hacia nosotros a la sociedad cordobesa, como asociación multisectorial que somos.
–Se lo digo porque relevar en el cargo a una persona del carisma de Miguel Ángel Tamarit debe imponer un poco.
–Sustituir a don Miguel es muy complicado, por su trabajo y dedicación a una de las asociaciones señeras de Andalucía. Durante la crisis, don Miguel ha seguido manteniendo Asfaco sin ningún tipo de apoyo público, a pecho descubierto, manteniendo, por ejemplo, un nivel en nuestros foros que creo que no los ha igualado nadie. Mantener el listón y el nivel de servicio a los asociados no es fácil. Es un reto complicado.
–Su línea entonces es la continuidad
–Lo que está bien no hay que cambiarlo. Tenemos éxito como asociación empresarial y con el camino marcado, pero lo que haya que mejorar, lo haremos. Aunque fluctúa, tenemos en torno 60 o 70 asociados y nuestra aspiración es intentar duplicar esa cifra en cuatro años.
–¿Cómo?
–Pues acercándonos precisamente a las nuevas generaciones, a gente de mi edad que está empezando y que de alguna manera se sienten huérfanos de representación empresarial. tenemos que contar con ese núcleo de gente.
–¿Hay reparos entre los jóvenes emprendedores para formar parte de las asociaciones empresariales?
–Yo diría que lo que hay es desconocimiento. Hay que decirles que las asociaciones empresariales y sectoriales son muy necesarias, que son las piezas angulares de la representación de nuestros sectores y que la mejor manera de defender sus derechos es estar.
–¿Estamos tan mal como dicen algunos en esa representación empresarial?
–No lo creo. Lo que en pasa es que en Córdoba destacamos antes los avances del vecino que los nuestros propios. Somos una tierra con muchas posibilidades, con empresarios muy trabajadores y somos excesivamente autocríticos y, a la vez, nos autoexigimos mucho. Cierto es que Córdoba ha tenido grandes empresarios, por ejemplo en la construcción, que por desgracia están en horas bajas. Eran firmas más mediáticas, pero tenemos otras muy destacadas y de primer nivel.
–¿Qué imagen se tiene en la calle del empresariado cordobés?
–Es buena, pero es cierto que se le exige mucho. Sin embargo, cuando hablas con gente de otras provincias siempre nos dicen la suerte que tenemos en este aspecto, con una ciudad abierta y ganas de invertir. Sin ir más lejos, hasta empresarios de Ceuta se han interesado por Córdoba. Se lo digo como ejemplo del interés que despertamos fuera desde el punto de vista logístico y territorial. Eso hay que potenciarlo, al igual que las nuevas tecnologías, que es uno de los pilares de los que hablé en mi toma de posesión junto a los de situar a Córdoba como centro logístico, colaborar en una administración más eficiente y electrónica y, lo más importante, luchar por una formación profesional de calidad, que favorezca trabajos dignos.
–¿Usted cree que aquí ha habido demasiados empresarios que han jugado a ser políticos, pero sin presentarse a las elecciones?
–No lo creo. El empresario es empresario y el político es político. Pero a ver, ambos están y viven en sociedad y son vasos comunicantes porque se tienen que relacionar. Los políticos saben que viven de su prestigio y de la percepción que tiene la sociedad de ellos.
–¿Y ustedes se sienten respetados por los políticos?
–Es evidente. Desde las posturas más marxistas hasta las más neoliberales, los políticos saben que los empresarios creamos riqueza y ese respeto existe. Eso no quita que de vez en cuando echemos de menos un mayor apoyo institucional. Y no le hablo de respaldo económico a través de ayudas, sino de que sean eficientes. No puede ser que para abrir un negocio tengamos que esperar dos o tres años.
–En la capital, por ejemplo, el nuevo gobierno municipal hace bandera del urbanismo en sus primeros cien días y afirma que están acabando con el colapso. ¿Piensan ustedes lo mismo?
–Vemos que se está trabajando. Y lo importante es que los propios trabajadores de la Gerencia se han creído que esto es un barco que sin ellos no va a ningún lado.
–Pero los funcionarios de la Gerencia de Urbanismo (GMU) son los mismos que estaban antes.
–Sí, es cierto, pero se ha avanzado en la motivación de esos funcionarios. Ahora lo que se ha hecho es motivar a la gente. Córdoba no se construye con el presidente de la Gerencia ni con la oposición, sino con los técnicos que allí trabajan, con las ideas claras y cada uno cumpliendo con su misión. En esta vida hay que ser sobrio en el cumplimiento de los derechos y generoso con las obligaciones.
–¿Córdoba tiene futuro?
–Muchísimo.
–¿Y eso lo sabemos los cordobeses?
–Yo digo que en la vida hay que tener suerte, pero la suerte te tiene que pillar trabajando. Con ello quiero decir que tenemos que estar en los sitios ya sea a nivel nacional como internacional. El otro día, en la entrega de los premios de la Cámara, el ganador, Talleres Corral Mecanizados, se quejaba de que estaba solo en determinados eventos y eso no puede ser. Tenemos que exigir que nuestros empresarios no se sientan huérfanos, que estén en los sitios acompañados y arropados por las administraciones.
–Distingue usted entre empresario y política empresarial ¿Qué es más difícil?
–A ver. Hay gente que está en la política empresarial, como es mi caso, porque tengo inquietud y ganas de ayudar no solo mediante la generación de riqueza, sino ayudando a otros compañeros y a los trabajadores.
–Pero es más arriesgado.
–Sin ninguna duda. Toda exposición pública tiene un componente de riesgo y lo que haces no le va a gustar a todo el mundo. Pienso que además estar en estos puestos no aportan ningún tipo de beneficio más allá de la vocación de servicio, que hay gente que la tiene. Mi reto es devolver a la sociedad lo que me ha dado y así encaro esta responsabilidad.
–Pero me reconocerá que en la política empresarial también tiene sus cuitas.
–Sí, pero como consecuencia de lo que le digo, de esa exposición pública. Pero pasa en las cofradías o en cualquier otro ámbito de la vida. Todo circulo social tiene sus desavenencias.
–Criticamos a veces que en la representación de las empresas siempre vemos las mismas caras. Esto está cambiando.
–Eso es lo que espero. Hay mucha gente de mi generación, grandes y buenos empresarios, que están haciendo mucho por Córdoba. Le pongo el caso de Silbon. Hay que contar con ese tipo de gente porque es la que construye el futuro. Tenemos que entregar a nuestros hijos una sociedad mejor que la que hemos recibido. Es lo mínimo.
“Espero que el nuevo presidente de la Cámara hable idiomas”
–Estamos en pleno proceso de renovación de la Cámara de Comercio y aún tenemos en la memoria episodios desagradables de otras convocatorias electorales. ¿Teme usted que se repita eso?
–Yo espero que no. Aquí hay una cosa clara: el que se presente al Pleno de la Cámara se entiende que quiere trabajar por Córdoba. Y el que no, deberá pensarse por qué quiere crear problemas, a no ser que desee anteponer cuestiones personales sobre las generales. Por eso, entiendo que no debe haber problemas.
–¿El futuro presidente de la Cámara debe dedicarse en exclusiva al cargo?
–El presidente, por ley, no recibe remuneración alguna, por lo que no puede dedicarse solo a esa función.
–Me refiero a ostentar otros cargos de política empresarial.
–No tiene por qué. Depende de la persona y de la circunstancia de cada uno, del que ocupe el cargo. Si hubiera un conflicto de intereses, es la propia persona la que tendría que resolverlo. Es algo personal. Tanto en tiempo como en dedicación cada uno verá si puede compaginar varias cosas. Pero al fin y al cabo, todo dependerá de la composición del Pleno, que verá quién es la persona más idónea para ese puesto.
–En cualquier caso, ¿es partidario de una renovación en el órgano cameral? Son ya diez años con el mismo plenario.
–La renovación siempre es necesaria. Siempre hay gente nueva que tiene cosas que aportar y, en mi caso, sí formo parte del Pleno, espero sumar y exponer ideas y proyectos desde el punto de vista del derecho, de la administración pública o de la gestión.
–¿A usted le seduce ser presidente de la Cámara?
–¿A mi? Yo creo que no. Aún tengo mucho tiempo por delante y creo que no se dan las circunstancias para ello en este momento, pero bueno...
–¿Hay que modernizar la gestión?
–Y actualizar. Eso no quiere decir que tengamos que desterrar a nadie. Siempre pongo como ejemplo a los romanos, que ponían a sus mayores a cargo de la sociedad porque la experiencia muchas veces es más importantes que el conocimiento. En cualquier caso, hay que abrir nuevos caminos y estar al día en procesos como el de la internacionalización de las empresas, en el que la Cámara de Comercio tiene un papel determinante. Lo que sí espero es que el nuevo presidente de la Cámara al menos sepa idiomas y que hable inglés. Sería lo suyo.
–¿Los empresarios están unidos o eso es una falacia?
–Por naturaleza, están unidos. Y si hay alguna zancadilla es más propia de la política empresarial que del empresario a pie de calle. Yo siempre digo lo mismo. El empresario está en su trabajo, haciendo sus números y resolviendo sus problemas y ese no piensa en molestar al compañero.
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